Desde que el Plan 2000 de Exportación, idea del entonces secretario de Estado de Comercio y Turismo Josíé Manuel Fernández Norniella, impulsó y ordenó definitivamente las políticas de internacionalización de la economía española, Japón ha sido siempre un mercado prioritario para la expansión exterior de nuestras empresas.
Una prioridad que tiene una doble vertiente: la promoción de la inversión y las exportaciones españolas al potente mercado nipón y la atracción inversiones de las grandes multinacionales japonesas. Un mercado de 127 millones de personas, con renta per capita de 39.000 dólares (más de el doble de la española), y líder mundial en sectores como automóviles, acero, equipos electrónicos, maquinaria, robots industriales y química; es evidentemente un mercado de la Champions League de la economía internacional, en el que juegan las primeras potencias y el que sólo sobreviven las mejores ofertas en productos y servicios.
Con el objetivo de impulsar a nuestras empresas a competir con íéxito en la potencia de Oriente, ocho años despuíés del Plan 2000, el tambiíén secretario de Estado de Comercio, Pedro Mejía, lanzaba el Plan Integral de Desarrollo del Mercado (Pidem) de Japón, con una inversión de 40.27 millones de euros hasta 2010.
Hoy, las exportaciones españolas a Japón se elevan a 1.423,2 millones de euros, con datos del año pasado, que pese a un incremento intera- nual del 16,9%, siguen sien- do muy inferiores a nuestras importaciones que crecieron el 11,2% en 2010, hasta 3.471,6 millones. Japón es nuestro segundo cliente en Asia, despuíés de China y el grueso de nuestras ventas en el país se concentran en productos farmaceúticos, escorias y cenizas metálicas, productos químicos orgánicos, aparatos y material elíéctricos, automóviles y sus componentes, bebidas y prendas de vestir.
Los automóviles son la principal partida de compras españolas a Japón, seguidas de máquinas y aparatos mecánicos, electrodomíésticos, aparatos ópticos y míédicos y productos farmaceúticos