Dos de los principales rivales de Telefónica, Vodafone y Deutsche Telekom, han cerrado millonarias operaciones de venta en los últimos días. Mientras la española opta por la inversión y un generoso dividendo, la británica y la alemana prefieren hacer caja y, en todo caso, reducir deuda y recomprar acciones. Una estrategia enmarcada en la competencia por el negocio, pero tambiíén por los inversores.
La sabiduría popular tiene un dicho para casi cualquier cosa que pueda suceder en el mundo, incluso uno sobre el que Telefónica debería reflexionar en estos momentos. Es un proverbio árabe, que recomienda no darle importancia a algo que sucede solo una vez, pero pensárselo en serio si la tendencia se repite.
"Si un hombre te dice que pareces un camello, no le hagas caso; si te lo dicen dos, mírate a un espejo", dice la literalidad de la recomendación. Para Telefónica, Deutsche Telekom fue el primer camello; Vodafone ha sido el segundo.
Mirados de cerca, en nada se parecen Deutsche Telekom y Vodafone. La primera es un exmonopolio con cierta alergia a la conquista de nuevos territorios, mientras que la segunda es una operadora alternativa que se hizo gigante porque su isla pronto se le quedó pequeña y se lanzó a ver otros mares casi desde que nació.
La alemana se está replegando a sus mercados naturales y ha decidido dejar de apostar por aquellos más complejos de gestionar o que requieran más inversiones. Lo demostró al vender su filial de telefonía móvil en Estados Unidos a AT&T y renunciar a la competencia en ese país.
La británica, en cambio, está dispuesta a invertir donde cree que es necesario para el futuro, incluso en mercados tan complicados y que le han dado tantos quebraderos de cabeza como el indio. El jueves pasado puso 3.520 millones encima de la mesa para llegar al 75% de su filial en la India.
Con las alforjas llenas
Pero Deutsche Telekom y Vodafone tienen una cosa en común: las dos han hecho mucha caja en los últimos tiempos. La primera lo hizo con la venta de su filial en Estados Unidos: son 27.500 millones de euros si la operación llega a buen puerto. La segunda, con su salida ayer de la francesa SFR, por cuyo capital Vivendi le pagará 7.750 millones. Tambiíén ha vendido su parte de China Mobile y de la japonesa Softbank, todo ello como resultado de su programa de abandonar las participaciones en empresas donde no ejerce el control. Y todo eso es una mala noticia para Telefónica.
La española tiene una doble estrategia que pasa por apostar por lo que quiere al margen del precio (vio clara la necesidad de controlar ella sola su filial de móvil en Brasil y pagó a Portugal Telecom 7.500 millones por su 30% de Vivo tras una guerra sin cuartel en la que tuvo que aumentar tres veces su apuesta, y tampoco está escatimando en las compras de frecuencias de móvil) y por remunerar al accionista vía dividendo pase lo que pase y pese a quien pese.
Es una política que deja signos negativos delante de los movimientos de caja a corto plazo; todo sale: compras, inversiones, dividendos...
En la parte de la entrada hay menos tráfico. La generación de caja de sus negocios se está reduciendo en España y Europa; los activos por vender se reducen a Atento, eterna candidata para salir a Bolsa, e incluso donde hay fondos, como en Venezuela, las autoridades se conjuran para que a Telefónica le sea imposible repatriar los dividendos que genera en ese país y que ayer fueron cifrados en 3.000 millones de dólares (unos 2.100 millones de euros) por el presidente de esta filial.
Preparada para el medio plazo
A medio plazo, Telefónica se está situando para competir mejor con lo que venga, para asegurarse su presencia en las fuentes del crecimiento y la generación de caja. Pero en estos momentos, lo que tiene enfrente son dos operadoras que acaban de ganar la lotería y que la van a usar solo para dos cosas: remunerar a los accionistas y reducir su deuda.
Eso significa que a Telefónica se le abre una doble vía de competencia. La primera es internacional, la segunda se concentra en los países donde las tres empresas coinciden.
Y es que una empresa del tamaño de Telefónica ya no solo compite por los clientes, sino tambiíén por los inversores. El presidente de la firma española, Cíésar Alierta, ha puesto como prioridad en la compañía la remuneración al accionista y lo ha demostrado con dividendos crecientes, hasta llegar a una rentabilidad por dividendo estimada para 2011 (claro que eso tambiíén depende de la cotización en Bolsa: cuanto más baja, más alta es la rentabilidad) que roza el 9%. Mientras, Vodafone ronda el 5% y Deutsche Telekom supera ligeramente el 6%.
¿Dividendo insostenible?
Pero, en un momento en que muchos analistas alertan de la insostenibilidad de la remuneración por dividendos de Telefónica y cuando la compañía ha frenado en seco la compra de acciones propias, Vodafone y Deutsche Telekom ya han indicado que usarán buena parte de los fondos conseguidos últimamente para recomprar acciones. La británica destinará 4.500 millones de euros de los fondos recibidos de Vivendi y la alemana, 5.000 millones cuando retire su cheque de AT&T.
A partir de ahora, cuando un fondo de inversión se siente a decidir cómo reparte su exposición al sector de telecomunicaciones europeo, Telefónica tendrá más competencia.
Bien en Bolsa, pero no todas por igual
Y eso se está viendo ya en Bolsa, donde Deutsche Telekom es la segunda operadora con mejor evolución en el año entre las europeas, solo por detrás del exmonopolio griego. Su revalorización roza el 15%. Vodafone está la sexta de la lista, con más de un 8% de subida. Telefónica tampoco va mal, pero está por detrás de ambas y se queda en el 6%.
A eso se une la mayor competencia en la otra vertiente: la de los clientes. Con un balance más saneado y menos dispersión geográfica, Vodafone y Deutsche Telekom tienen más fortaleza para centrarse en sus principales mercados. En Alemania y Reino Unido están las dos compañías y tambiíén Telefónica. Para las tres, se trata de países clave. En España, el principal rival del exmonopolio nacional en telefonía móvil es Vodafone.
El momento tampoco es bueno para Telefónica. Las grandes compañías se enfrentan a un cambio en el modelo de competencia, que requiere grandes inversiones en nuevas redes de banda ultraancha tanto fijas como móviles y una mayor presencia en los servicios de valor añadido.
La necesidad de elegir
Telefónica tiene que elegir en quíé país invertir primero y graduar sus desembolsos, porque el servicio de su deuda (cerró 2010 con un pasivo financiero neto de 55.593 millones) y sus dividendos (pagará 7.300 millones a cuenta de 2011) obligan a elegir. Ya tuvo un susto en Brasil en 2009, cuando fue incapaz de absorber el crecimiento de clientes de banda ancha por la falta de inversiones. Enfrente, Deutsche Telekom y Vodafone parten de deudas más bajas (42.300 y 34.600 millones, respectivamente) y ahora tienen fondos para reducirlas aún más, así que para ellas eso no será disuasorio. Tambiíén sus dividendos son más reducidos y la recompra de acciones viene de fondos extra, lo que les deja más margen para invertir.
Eso es lo que dicen las cifras y las posiciones de partida. Otra cosa es lo que cada equipo gestor sea capaz de sacar del sombrero, incluso saliendo con desventaja. Con una facturación menor y un mercado natural con casi la mitad de clientes potenciales, Telefónica le saca a Deutsche Telekom 35.000 millones de euros de valor en Bolsa. Hasta el momento, la estrategia de la española ha funcionado y puede seguir haciíéndolo. Pero ahora sus rivales son un poco más fuertes.