El rescate de Portugal necesitará de unos 75.000 millones de euros en príéstamos de la Unión Europea (UE) y del Fondo Monetario Internacional (FMI). Es la cifra que ha corrido en las últimas semanas con más fuerza por los pasillos de Bruselas, donde los eurócratas llevan meses barajando la hipótesis de que Portugal pida auxilio.
Máxime despuíés de que el mes pasado el Parlamento luso tumbara el cuarto plan de austeridad del Gobierno socialista y el primer ministro Josíé Sócrates dimitiera. El plan incluía subidas de impuestos y recortes de gastos, sueldos de funcionarios y pensiones, con el objetivo de reducir el díéficit público hasta el 2% del PIB en 2013.
Los portugueses tendrán que terminar aplicándolo de una u otra manera, forzados por Bruselas y el FMI.
Los 75.000 millones de euros sería el montante de los príéstamos que Europa y el FMI ofrecerán a Lisboa para evitar que incurra en un impago. El reparto sería el habitual: dos tercios a cargo de los europeos (50.000 millones de euros) y un tercio, del FMI (los restantes 25.000 millones).
"Es una cifra apropiada", admitió a finales del mes pasado Jean-Claude Juncker, primer ministro de Luxemburgo y presidente del Eurogrupo: el Consejo de Ministros de Economía y Finanzas de los 17 países que comparten el euro como moneda única.
La agencia Reuters tambiíén ha citado en los últimos días a fuentes comunitarias anónimas que calculaban que el rescate rondaría los 80.000 millones de euros. New Open Europe, un think tank o grupo de reflexión londinense y euroescíéptico, opina que el rescate necesitaría de entre 60.000 y 70.000 millones de euros.
Estancamiento
Portugal, al contrario que España o Irlanda, no está al borde de la quiebra por haber alimentado burbujas inmobiliarias o bancarias que, tras una díécada milagrosa, explotaron en mitad de la aún actual crisis financiera y económica global. El Estado luso sufre un dilatado periodo de estancamiento económico y píérdida de competitividad desde su ingreso en el euro.
Y va para largo lo que le queda para volver a una senda de crecimiento vigoroso que genere una recaudación fiscal suficiente para sanear su díéficit público galopante y enjugar su deuda pública. í‰sta es la circunstancia que le ha puesto en el punto de mira de los mercados y de la crisis de la deuda pública en la zona euro, despuíés de que la caída de Atenas y Dublín lo hayan dejado sólo como el eslabón más díébil de la moneda única.
Desde que en 1998 registrara un crecimiento anual del 5% de su Producto Interior Bruto (PIB), la economía de Portugal se ha ido marchitando con crecimientos anuales discretos de, aproximadamente, la mitad que España y un tercio de Irlanda.
En 2008 el crecimiento fue cero, preludio de una contracción del 2,5% en 2009 en plena recesión global. En 2010 creció un 1,3%, gracias a un primer trimestre tan brillante como solitario. Pero en el cuarto y último trimestre del año pasado la economía lusa volvió a contraerse un 0,3% por la batería de medidas de austeridad puestas en marcha para intentar alejar el fantasma de la quiebra y el rescate. Bruselas prevíé que el PIB luso se contraiga un 1 por ciento este año, y que apenas crezca un 0,8% en 2012.
Su deuda pública, según las previsiones de la Comisión Europea, terminará 2011 en un nivel equivalente al 88,8% de su PIB, y en 2012 se elevará al 92,4%. "El aumento de la deuda llevará a un rápido incremento del gasto en intereses", avisaba Bruselas a finales del año pasado.
El díéficit público, que en 2007, antes de la crisis, ya era del 2,8 por ciento del PIB y por tanto coqueteba con el máximo teórico del 3 por ciento establecido por las normas de estabilidad de laUE, se disparó en 2009 al 9,3%. Bruselas calcula que en 2011 será del 4,9%, lo que sería una buena trayectoria para salir de la crisis si no fuera porque en 2012 volverá a subir para colocarse en el 5,1%.
Las estrecheces del sector público no lo son menos en el privado. Las últimas previsiones económicas de Bruselas advierten que "un elevado nivel de endeudamiento en el sector privado forzará a los hogares y a las empresas a realizar correcciones en sus balances". Conclusión: "Se espera que el consumo privado se reduzca sustancialmente en 2011 y 2012", lamenta Bruselas, que tambiíén subraya las restricciones de acceso al críédito de hogares y empresas; y que sólo ve remedio si se reforzaran las exportaciones