El retraso del ajuste en EE UU, la crisis europea y los problemas de Japón llevan el endeudamiento al nivel más alto desde la Segunda Guerra Mundial
El capitalismo se basa en la extraña convicción de que personas odiosas obrarán de alguna manera por motivos odiosos para actuar en el bien de todos. No está claro que Keynes pensara directamente en el Fondo Monetario Internacional al escribir esa frase, pero el FMI certificó ayer su reinvención en el papel de Casandra para anunciar que Estados Unidos, la economía más grande del mundo, tambiíén está con el agua al cuello. Por segunda vez en dos días, el FMI le reclamó medidas creíbles para reducir el díéficit y presionó a la Casa Blanca para contener la deuda y evitar desórdenes en los mercados mundiales. Las cifras así lo avalan: pese a la oleada de austeridad en Europa, la deuda de los países avanzados está en el momento más alto de la historia en tiempos de paz. El endeudamiento público en los países ricos romperá la barrera del 100% del PIB este año por primera vez desde la II Guerra Mundial: los Estados del mundo desarrollado deberán más de lo que producen sus países en un año, según el Fondo. Pese a que los mercados, por ahora, han disparado contra la deuda europea, EE UU y Japón son los principales culpables de esa situación.
El FMI criticó la "demora" en la consolidación fiscal en EE UU, que ha preferido apuntalar el crecimiento económico antes de acometer una salida de la crisis a la alemana. "EE UU ha dejado en suspenso el ajuste fiscal y debe acelerar la adopción de medidas para reducir los niveles de deuda", dijo el director de asuntos fiscales de la institución, Carlo Cottarelli. El díéficit público norteamericano rozará el 11% del PIB este año (casi el doble que España). La deuda oficial supera el 90% del PIB (30 puntos más que la española). Si se añade el endeudamiento local y el de empresas públicas como Fannie Mae y Freddie Mac, alcanza el 124% del PIB.
"Lo más preocupante es que el perfil de esa deuda sigue aumentando y ya ha superado el anterior máximo, de allá por 1947. A esos niveles, y con las familias y empresas en pleno proceso de desendeudamiento, lo más probable es que -sin dramas, pero de forma constante- la recuperación se vea afectada y sobre todo que aumente la presión de los mercados, con efectos nocivos en todo el mundo", aseguró Carmen Reinhart, del Peterson Institute.
El FMI resucita así los cisnes negros. Un cisne negro es un suceso altamente improbable cuyas consecuencias pueden llegar a tener un impacto demoledor. Así fue calificada al principio la crisis financiera, que se adentra ya en su cuarto año. Y así de improbable era hasta ahora el contagio de la crisis fiscal de Europa a EE UU. Ante la constatación de que el viento ha cambiado, el presidente de EE UU, Barack Obama, tiene previsto anunciar hoy un paquete de medidas en la dirección que indica el FMI, pese a que demócratas y republicanos no acaban de ponerse de acuerdo: unos reclaman subidas de impuestos a los ricos; los otros, un fuerte tijeretazo del gasto público. La presión sobre EE UU ya ha empezado: Bill Gross, gestor del principal fondo de deuda pública del mundo, aseguró ayer que la deuda norteamericana está "artificialmente cara", debido a las compras masivas del banco central estadounidense.
Pero los problemas no son una exclusiva de EE UU. La deuda federal estadounidense superará el 110% del PIB en 2016: ese año, la japonesa alcanzará el 250%, y en Europa rebasará el 100% en Italia, Irlanda, Grecia y Portugal. "Los díéficits públicos están mejorando en 2011 con la excepción de EE UU y Japón, pero ni aun así cabe descartar riesgos por sacudidas en el sistema financiero, subidas de los intereses de la deuda o incumplimientos en los planes de ajuste", explicó Paulo Mauro, economista del FMI.
La mala situación fiscal en las economías avanzadas es consecuencia de los ambiciosos planes de estímulo que permitieron evitar una reedición de la Gran Depresión, y de las numerosísimas ayudas que ha recibido la banca: solo en 2010 se inyectaron 820.000 millones de euros en los bancos, con Irlanda (casi el 30% del PIB) a la cabeza seguida de Alemania (10,7%), Reino Unido y Holanda (6%), Grecia (5%), Bíélgica (4%), Estados Unidos (3,4%) y España (2%). El informe fiscal del Fondo nada dice, por cierto, de echar el freno en lo relativo a esas ayudas, que contrastan con la necesidad imperiosa de extender las políticas de austeridad. Los bancos son diferentes. En Washington, en Madrid y en Tombuctú.