¿Repite la econonomía mundial el mismo patrón previo a la crisis de 2008?
Fuente: El Economista
Dicen que el hombre es capaz de caer tres veces sobre la misma piedra. De momento, algunas de las señales demuestran que el panorama actual comienza a parecerse peligrosamente al mismo cuadro macroeconómico que en 2007 comenzó a levantar las alarmas y un año despuíés provocó el colapso momentáneo del capitalismo. Por aquel entonces, como sucede actualmente, la renta variable ignoró por completo los signos de peligro.
Si hace más de tres años, fue el mercado inmobiliario y las tóxicas hipotecas subprime las que tambalearon primero la economía de EEUU para posteriormente disparar un efecto dominó en el sector bancario de medio mundo, ahora la deuda soberana se postula como la punta del iceberg. Como sucedió con las hipotecas de alto riesgo, la hecatombe se cocinó a fuego lento y pasaron varios meses antes de llegar a su punto álgido, en otoño de 2008.
No debemos olvidar que cuando el presidente de la Reserva Federal, Ben Bernanke, hablaba sobre el comienzo de una posible crisis inmobiliaria en EEUU siempre utilizaba la expresión "contenida" para referirse a la situación, mientras negaba que el sector de la vivienda o la economía estuvieran en peligro. Por aquel entonces, cifró las píérdidas derivadas de la deuda tóxica en 100 millones de dólares.
Ahora, según algunos analistas geopolíticos como Claus Vogt, otro burócrata, pero esta vez del Banco Central Europeo, Jí¼rgen Stark, es el encargado de edulcorar la situación. Al fin y al cabo, el economista jefe del BCE se empeña en reconocer que "la discusión sobre la reestructuración de deuda en la eurozona se basa en la falsa asunción de que algunos miembros de la UE son insolventes". Sin embargo, sólo hay que remitirse a la situación de las finanzas griegas para determinar que la situación no es la que parece.
Desde el punto de vista de Vogt, los países perifíéricos de la UE como Irlanda, Grecia o Portugal tienen un problema de solvencia no de liquidez, por lo que la solución no es inyectar críédito. Tanto Vogt como Stark coinciden en un punto, el impago de deuda de cualquier miembro de la UE desataría una crisis bancaria mucho mayor a la que en 2008 provocó la quiebra de Lehman Brothers. Aunque desde el BCE niegan que Grecia no sea capaz de cumplir sus obligaciones de deuda, es cierto que los bonos a dos años del gobierno heleno operan muy por encima del 20 por ciento.
¿Cuál es la solución?
Teóricamente existen seis posibilidades sobre la mesa para poner fin a la crisis de deuda soberana: que la economía crezca milagrosamente por encima de sus niveles actuales, recortes en los tipos de interíés, rescates por parte de otros gobiernos, devaluación de la moneda, austeridad o reestructuración de deuda. En el caso de Grecia, Portugal e Irlanda sólo la austeridad y los rescates de la UE y el FMI son soluciones hasta ahora viables. Sin embargo, como demuestra el caso heleno, los rescates no siempre funcionan y no hacen más que fragmentar el seno político del Viejo Continente. Las medidas de austeridad, por su parte, acabarán por provocar revueltas populares en el caso de no demostrar resultados claros a medio plazo.
En medio de esta situación no debemos olvidar a EEUU. Aunque su situación fiscal es harto complicada sus herramientas son múltiples y variadas. Bernanke y la Fed pueden seguir devaluando la moneda e imprimiendo dólares, es un país más flexible política y socialmente hablando y cuenta con más grasa que cortar a la hora de aplicar medidas de austeridad.