Fuerte presión de Merkel a Zapatero para que cierre ya un pacto laboral
Por Inma Pardo y Irene Rivas en El Economista
El telíéfono en Moncloa ha vuelto a sonar y la línea directa con Alemania parece que se ha convertido, de nuevo, en el día a día. La incertidumbre generada por la necesidad de Grecia ha hecho que Bruselas y Berlín vuelvan a intensificar su presión sobre España teniendo en cuenta las nuevas presiones de los mercados. El martes, la canciller alemana Angela Merkel insistió en que "todos los países necesitan de forma continua reformas".
La experiencia que vivió Zapatero hace exactamente un año ha hecho que no haya tardado en reaccionar. Ayer mismo, canceló un viaje a Oslo y convocó una reunión de urgencia con los agentes sociales para acelerar la reforma de la negociación colectiva. Un texto que debería haber entrado en el Parlamento en marzo y que todavía no ha sido consensuado.
Pero la reunión, prevista para esta tarde a eso de las 19:30 horas en Moncloa, tan sólo es un punto más de una estrategia que comenzó hace días.
Los ministros aterrizan
Las eternas dilaciones de la negociación llevaron a Zapatero a enviar a su batallón de combate a acelerar el acuerdo, presionando al presidente de la patronal, Joan Rosell, quien ha manifestado mayor reparo a la firma del pacto.
Según fuentes del diálogo, los vicepresidentes del Gobierno, Alfredo Píérez Rubalcaba y Elena Salgado, han entrado en las negociaciones, a pesar que la reforma de los convenios es una cuestión meramente bipartita entre trabajadores y empresarios. Las llamadas telefónicas tanto con los sindicatos como con la patronal son una constante en los últimos días e incluso ya se han dejado caer por alguno de los encuentros.
Algo más persistente en las citas entre los agentes sociales es la presencia del ministro de Trabajo, Valeriano Gómez. De hecho, la presión del ministro no sólo se hace patente en los encuentros, tambiíén en sus apariciones públicas. Gómez ha lanzado continuos mensajes sobre la urgencia del acuerdo. Y el pasado martes anunció que "en días" se conocerían los detalles.
Cara a cara con Zapatero
Casualmente, ese mismo martes, Rodríguez Zapatero había tomado la decisión de reunirse con los agentes sociales, una vez que la prima de riesgo de la deuda española se incrementó hasta los 223 puntos el lunes y teniendo en cuenta las dudas generadas a partir del dato adelantado del PIB en el primer trimestre que el Banco de España situó el viernes en el 0,2%, que, de confirmarse, cuestionaría la estimación de crecimiento del 1,3% en el conjunto del año.
El objetivo final de la reunión pasaría por lanzar un mensaje de calma a los mercados. Algo que, aunque el acuerdo no se materialice hoy, permitirá al presidente transmitir una imagen internacional de que España sigue trabajando en las reformas pendientes para insistir en que el nuevo modelo de la negociación colectiva está listo a falta de atar los últimos flecos.
De hecho, fuentes de Moncloa, que quisieron mantener en un principio la discreción de la reunión por "petición de la partes", no descartan que algún miembro del Gobierno comparezca al tíérmino de la reunión para constatar el avance en las negociaciones.
El Gobierno, que reconoce el empujón internacional del pacto, descarta, sin embargo, que haya presiones externas y pone en valor la importancia "del pacto con los agentes sociales" en el contexto europeo. Zapatero canceló a primera hora de ayer un viaje a Oslo para participar por tercer año consecutivo en el Foro de Líderes Progresistas que organiza el centro de estudios Policy Network, vinculado al Partido Laborista. A la cita está previsto que asistan, entre otros, el primer ministro griego o el viceprimer ministro irlandíés.
Con Rosell es más difícil
Aparte de las pequeñas discrepancias en aspectos tíécnicos, la CEOE debe debatir internamente la reforma. Para evitar presión con los plazos, el presidente de la patronal decidió posponer la Junta Directiva hasta despuíés de las elecciones, exactamente al 25 de mayo. Una maniobra que no sentó nada bien ni a Gobierno ni a sindicatos, que habían decidido cerrar el pacto antes de las elecciones.
Pero los interlocutores en la patronal han cambiado y esto se percibe en las negociaciones. A pesar de que la reunión que se celebrará esta tarde recuerda a la de julio de 2009, cuando un debilitado Gerardo Díaz Ferrán se esforzaba por no admitir una reforma laboral aguada, el interlocutor que se encontrará mañana Zapatero es diferente.
Aun así, el presidente intentará presionar a los empresarios a que la firma se produzca cuanto antes y mejor todavía si se celebrará antes del 22-M. No obstante, el jefe del Ejecutivo lo tiene bastante difícil. No sólo tendrá que debatir con un empresario que no tiene nada que perder si espera unas semanas más, sino que el entorno de Rosell es muy cercano al PP y a CiU. De hecho, al mismo tiempo que negocia con los sindicatos, la patronal mantiene conversaciones con la oposición para negociar el trámite parlamentario de la reforma de los convenios.
Los agentes sociales tienen previsto introducir los cambios legislativos para llevar a cabo la reforma a travíés de enmiendas a normas que se están tramitando en la actualidad. Así las cosas, las modificaciones a la Ley de Mutuas se harán a travíés de una enmienda a la reforma de pensiones y el resto de cambios se realizarán vía la Ley de Economía Sostenible (LES).
Aunque en las negociaciones no quedan demasiados escollos, todavía se deben cerrar las medidas para fomentar la flexibilidad interna de las empresas, que son necesarias para que las compañías se puedan adaptar a momentos de dificultad. En este aspecto, los agentes sociales han consensuado dejar un porcentaje de la plantilla para que la empresa pueda realizar ajustes sin tener que consultar a sindicatos. Aunque todavía no está definido dicho porcentaje, íéste no podrá ser superior al 10 por ciento en una empresa de menos de 50 trabajadores ni del 5 por ciento en empresas con más de 50 trabajadores.
Lo que sí parece que podría llegar a buen puerto es que la reforma incorpore una reducción de cuotas. Teniendo en cuenta que las Mutuas acarrean un excedentes de más de 4.400 millones de euros.