Por... Luciano Figari.
En un mundo hiperacelerado en el que el virus de la prisa lo ha contagiado todo, el canadiense Carl Honoríé apuesta por intercalar ritmos de trabajo rápidos con otros más lentos para aumentar la productividad y la creatividad de las empresas.
"Esta cultura del correcaminos está haciendo daño en todos los aspectos de la vida: la salud, las relaciones afectivas, la economía y hasta el sexo", afirmó Honoríé durante una entrevista con Efe en el marco de la Feria Internacional del Libro de Bogotá.
Y es que Honoríé dejó claro que "millones de dólares se pierden cada año a causa de esta obsesión por el tiempo".
En su libro "Elogio de la lentitud", presentado esta semana en Bogotá, cita un estudio del Consejo Nacional de Seguridad de Estados Unidos que revela que un millón de ciudadanos de ese país deja de acudir a diario a su lugar de trabajo por el estríés laboral, con un coste para la economía de 150.000 millones de dólares anuales.
"La gran ironía es que ralentizando el ritmo de forma racional y en los momentos oportunos se favorece que se trabaje mejor", señaló Honoríé, quien antes de adoptar esta filosofía lenta trabajó como periodista para The Guardian y The Economist, entre otros prestigiosos medios de comunicación.
"No significa hacerlo todo a paso de tortuga, eso sería absurdo, sino hacerlo a la velocidad adecuada, hay momentos para ser rápido y otros para ser lento", precisó.
La clave, indicó, consiste en "aprender el arte de cambiar las marchas".
Pero el malestar de los empleados no es el único contratiempo del culto a la rapidez, ya que, según el escritor, "otra desventaja es que las empresas terminan cayendo en la trampa del cortoplacismo, es decir, no miran al futuro porque siempre están tan enfocadas en cumplir la próxima tarea que no tienen una visión más panorámica".
Así es como las compañías "pierden la capacidad de analizar los problemas y buscan soluciones superficiales sin llegar a la raíz del asunto", con lo que los obstáculos persisten, apuntó.
Honoríé cree que ritmos de trabajo más racionales tambiíén servirían a las empresas para reconvertirse y no quedarse ancladas en modelos productivos del pasado.
En ese sentido, abogó por extender culturas corporativas como la del gigante de Internet Google, una de las empresas más exitosas del mundo, que concede a sus empleados el 20 % de su tiempo para desarrollar proyectos con total libertad y sin miedo al fracaso.
Algunos de los negocios más rentables del buscador preferido por los internautas salieron de esos espacios, como la publicidad de AdSense o el servicio de correo electrónico Gmail.
"El proceso de conversión hacia esta mentalidad llevará años", vaticinó Honoríé, dado que, "muchas veces los jefes se ponen reacios porque consideran que lentitud es sinónimo de falta de productividad, hay que llegar con ejemplos contundentes de empresas que han abrazado esta idea 'slow' (lenta) y se han beneficiado".
El canadiense advirtió a los potenciales seguidores de esta filosofía que "no pueden declarar un 'slow' unilateralmente, llegar y decir: acá está la bandera de la lentitud".
"Tienes que irle explicando a la gente que si te tomas un día más pero entregas un trabajo mejor no es una derrota, no es una píérdida, sino todo lo contrario", concluyó.
Carl Honoríé es autor de "Elogio de la lentitud" y de "Bajo presión", en el que critica la sobreprotección y la exigencia desmedida de los padres a los hijos.
Su próximo libro tratará sobre cómo solucionar problemas sin caer en las soluciones a corto plazo, anticipó a Efe.