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Autor Tema: Tarjetas prepagadas, nuevo mecanismo de lavadores de dinero...  (Leído 388 veces)

OCIN

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Por...    FRANK BAJAK
 
BOGOTA -- Los criminales del mundo moderno parecen cada vez menos dispuestos a usar el dinero en efectivo: Es pesado, difí­cil de esconder y se puede mojar. Simplemente no es el medio más conveniente para que un lavador del siglo XXI traslade fondos de un lado al otro del planeta.
 
Una alternativa cada vez más atractiva y menos riesgosa para estos delincuentes son las tarjetas prepagadas, que disponen de bandas electrónicas. No requieren estar vinculadas con una cuenta bancaria y muchos tipos se pueden usar de forma anónima.
 
Las agencias policiales de Estados Unidos consideran a estas tarjetas como una amenaza floreciente que los reguladores no han encarado correctamente.
 
En el último año las tarjetas se han convertido en el medio preferido para pagarle a los correos que transportan drogas ilí­citas a travíés de Estados Unidos, dijo John Tobon, un alto funcionario del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de Estados Unidos (ICE, por sus siglas en inglíés).
 
Nadie sabe cuánto de los más de 20.000 millones de dólares en ingresos por tráfico de drogas -que las autoridades de Estados Unidos estiman son contrabandeados cada año de Estados Unidos a Míéxico- se mueven mediante tarjetas de prepago.
 
Aunque cualquiera que cruce esa frontera con 10.000 dólares o más debe declararlos a las autoridades aduanales, las tarjetas prepagadas están exentas legalmente.
 
"Las autoridades pierden vidas en todas partes del mundo tratando de que esta gente no tenga financiamiento y las tarjetas prepagadas les están ofreciendo una alternativa para colarse en nuestro sistema financiero", dijo Tobon.
 
Fueron los registros bancarios y de transferencias bancarias los que le permitieron a la Policí­a identificar a los secuestradores de aviones del 11 de septiembre de 2001 y sus cíélulas en el extranjero.
 
"Si los terroristas del 11 de septiembre hubieran usado tarjetas (prepagadas) para cubrir sus gastos", dijo un informe de 2005 del Departamento del Tesoro de Estados Unidos, "no se hubiera conseguido ninguna de sus huellas terroristas".
 
A simple vista, las tarjetas de prepago apenas se pueden distinguir de las de críédito y díébito. Las más versátiles permiten al usuario recargarlas de dinero desde localidades remotas y retirarlo en cualquier parte del mundo sin tener que revelar la identidad, usando dinero en efectivo o los servicios de pago en lí­nea moneygrams, PayPal y otros.
 
Algunas pueden procesar decenas de miles de dólares al mes. Sólo se cargan de dinero en Connecticut o Texas, con lo recaudado por las ventas de cocaí­na en Estados Unidos, y se puede retirar en pesos colombianos en un cajero automático en Medellí­n, Colombia, o en cualquier otra parte de Amíérica Latina.
 
"No estoy seguro de que tengamos un entendimiento sofisticado de cómo lidiar con esto", afirmó Richard Stana, quien supervisó un informe sobre accesos prepagados para la Oficina de Investigación de Contabilidad (GAO por sus siglas en inglíés), el brazo de investigaciones del Congreso de Estados Unidos. "Es una forma completamente nueva de hacer negocios", agregó.
 
Uno de los primeros casos que hizo evidente la nueva amenaza de estas tarjetas ocurrió con una compañí­a con sede en Dallas, llamada Virtual Money Inc., que las entregó a personas que ayudaron a los narcotraficantes colombianos a mover al menos 7 millones de dólares a Medellí­n durante tres meses en 2006, dijeron los fiscales.

El dinero se movió de manera digital -tal y como lo hacen por estos dí­as la mayorí­a de los capitales legí­timos- pero sin atravesar cuentas bancarias tradicionales, dificultando su rastreo.
 
Virtual Money presuntamente violó leyes bancarias estadounidenses al no reportar transferencias mayores a los 10.000 dólares y otras actividades que sugieren movimientos ilegales de dinero.
 
David Zapp, un abogado en Nueva York que representa a un condenado a 45 meses en prisión por el caso de esas tarjetas, dijo que su cliente fue un participante menor en una confabulación en el que íél sabí­a que las tarjetas tení­an un lí­mite relativamente bajo, de unos 1.000 dólares.
 
El truco estaba en el volumen y en la capacidad de las tarjetas de ser recargables.
 
"Pudo haber lavadores que probablemente pudieron tener 400 a 500 tarjetas", dijo. "Algunas veces vendí­an las tarjetas, algunas veces las rentaban o algunas veces utilizaban la tarjeta para su propia clientela", agregó.
 
Funcionarios declinaron comentar el caso porque el presidente de Virtual Money, Robert Hodgins, sigue prófugo. Agentes gubernamentales estadounidenses se incautaron en 2008 de su residencia en Oklahoma City, más de 250.000 dólares y dos automóviles.
 
Los investigadores dijeron que lograron conseguir un informante dentro de Virtual Money. En general, los casos tienden a ser más difí­ciles de construir debido a que los movimientos de dinero deben estar vinculados a un delito.
 
Las autoridades locales y estatales en Estados Unidos apenas se están dando cuenta de la importancia de las tarjetas, por lo cual el ICE publicó un boletí­n informativo que está distribuyendo más allá de los agentes de Aduanas y Fronteras.
 
"Estamos involucrados en un caso mucho mayor que el de Virtual Money", dijo Paul Campo, jefe de la unidad de delitos financieros del Departamento Estadounidense Antidrogas (DEA, por sus siglas en inglíés). Sólo detalló que el caso está en el suroeste de Estados Unidos y que tambiíén tienen casos activos en Nueva Inglaterra y el estado de Georgia.
 
Además de ofrecerle más opciones a los lavadores de dinero, las tarjetas de prepago tambiíén están cambiando la forma en la que los ciudadanos comunes y respetuosos de la ley, así­ como las empresas e incluso los gobiernos, manejan su dinero.
 
Compañí­as como Wal-Mart usan tarjetas prepagadas para pagar las nóminas de empleados. Las oficinas gubernamentales tambiíén las usan para pagar prestaciones, como ayudas alimentarias. Los trabajadores en paí­ses ricos las usan para enviar remesas a sus familias en otras naciones.
 
Sólo en Estados Unidos se calcula que se cargaron en transferencias unos 107.000 millones de dólares el año pasado en esas tarjetas, de acuerdo con Aite Group, una empresa de investigación financiera. A nivel mundial, la firma Boston Consulting Group prevíé que las transacciones con tarjetas prepagadas recargables alcanzarán unos 840.000 millones de dólares para 2017.
 
Las tarjetas ganan adeptos por su flexibilidad y seguridad, particularmente para los que están fuera del sistema bancario o entre personas con preocupaciones por su privacidad o temerosas de robos.
 
Un informe de la Fuerza de Trabajo de Acción Financiera -FATF, que reúne a 34 naciones y establece polí­ticas globales contra el lavado de activos- citó en octubre una decena de casos con las tarjetas, cada uno involucrando de 200.000 a cinco millones de dólares, la mayorí­a en Estados Unidos.

Pero Tobon dice que las tarjetas se están volviendo la forma más común para pagarle a los narcotraficantes por trasladar drogas a lo largo de Estados Unidos.
 
"El pago se les está dando a travíés de esas tarjetas", dijo Tobon, quien dirige el departamento de ingresos ilí­citos del ICE.
 
En Colombia, el jefe de la unidad de investigaciones financieras dice temer que los narcotraficantes estíén repatriando enormes sumas de dinero procedentes de Europa y Asia mediante tarjetas de prepago de lí­mites altos obtenidos allí­.
 
"Ingresas con cinco tarjetas en el bolsillo y son un cuarto de millón de dólares", dijo Luis Suárez. "Y, por supuesto, se puede recargarlas de manera remota", agregó.
 
Hay diferencias tíécnicas entre las tarjetas de valor almacenado y las tarjetas de prepago: Las primeras tienen un chip que contiene la suma que guardan y las segundas una banda magníética para verificar y almacenar la suma en una computadora central.
 
Pero lo más importante es la versatilidad de las tarjetas.
 
Las más flexibles son aquellas, como las de Mastercard y VISA, que se pueden usar en cajeros automáticos y para hacer compras por internet y en tiendas. Otra variedad son las tarjetas que sólo se pueden usar en ciertas tiendas y que no son recargables.
 
Algunas se pueden utilizar en cualquier lugar donde se acepten tarjetas de críédito o díébito, pero no en cajeros automáticos. De este tipo incluyeron la mayorí­a de 280 tarjetas decomisadas durante el último año en tres distintas paradas policiales en Nuevo Míéxico, de acuerdo con el ICE. Algunas de esas tarjetas fueron emitidas por Wal-Mart.
 
El Departamento del Tesoro de Estados Unidos quiere obligar a cualquier negocio que venda tarjetas que puedan ser utilizadas a nivel internacional que mantenga registros de identidad de sus clientes e informe de transacciones sospechosas. Eso afectarí­a a más de 43.000 negocios en Estados Unidos, desde tiendas pequeñas y kioscos en centros comerciales hasta grandes cadenas como Wal-Mart.
 
La industria del prepagado se opone a tales reglas y afirma que enfrentará costos onerosos que terminarán pagando los clientes.
 
Las normas del Tesoro propuestas, sin embargo, no harí­an obligatorio declarar tarjetas cargadas con más de 10.000 dólares durante los cruces de frontera, una idea defendida por las fuerzas policiales y los senadores Diane Feinstein, de California, y Charles Grassley, de Iowa.
 
No obstante, la regulación de las tarjetas prepagadas y su cumplimiento pueden variar mucho en otros paí­ses, donde pueden ser muy laxos.
 
"Es como en el Viejo Oeste, se puede hacer casi cualquier cosa que quieras", dijo Campo, del DEA.
 
Una gran preocupación son las tarjetas anónimas de alta capacidad de carga, que se ofrecen a la venta en lí­nea.
 
La tarjeta prepagada "GMT Offshore Prepaid Mastercard", por ejemplo, que figura en linea, asegura tener un lí­mite anual de 240.000 dólares y sin ví­nculo "a su nombre o cuenta bancaria", según su cibersitio.
 
"Emitidas por un banco offshore y administrado en Panamá" cuestan unos 500 dólares conseguirla, dice su página de internet. No fue posible contactar la firma tras varios intentos. Mensajes dejados en números telefónicos en Los Angeles no fueron respondidos, como tampoco mensajes de correo electrónico.
 
"Si yo quisiera podrí­a tomar un millón de dólares en efectivo en Dubai (en Emiratos Arabes Unidos), entrar en un banco y depositarlos... transferirlos a la tarjeta y mover el dinero desde Dubai al lugar que yo quiera", dijo Campo.
 
Saif Hadef al-Shamsi, funcionario del banco central de los Emiratos, dijo que "las cuentas de tarjetas prepagadas, como cualquier otra cuenta, están sujetas a las obligaciones contra el lavado de dinero y la supervisión de los EAU".
 
Los probables clientes deben presentar en persona "pruebas confiables de identidad", como copia del pasaporte o de su tarjeta nacional de identidad, agregó a The Associated Press.
 
Al-Shamsi dijo, sin embargo, que no hay un lí­mite en el número de tarjetas que una persona puede conseguir y que los bancos no tienen la obligación de reportar cuando una persona posee varias tarjetas.
 
En su informe más reciente, que data de 2008, la oficina del Medio Oriente de la FATF aseguró que los Emiratos carecen de un "conjunto de regulaciones" para asegurarse de que los clientes no estuvieran usando falsas identidades, no sólo para conseguir tarjetas prepagadas, sino tambiíén servicios financieros en general.
 
Dubai ya ha sido escenario de abusos con tarjeta prepagadas. Fueron usadas por presuntos agentes israelí­es para ocultar su rastro al asesinar el año pasado al principal comandante del grupo miliciano palestino Hamas.
 
Los nuevos míétodos de pago que preocupan a las autoridades apenas comienzan con las tarjetas prepagadas. Los telíéfonos celulares y los esquemas de pagos en la red son la nueva frontera.




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