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Autor Tema: Lo que España no es pero es conveniente que los españoles crean  (Leído 288 veces)

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Les dejo hoy un escrito de Santiago Niño-Becerra, Catedrático de Estructura Económica en la Facultad de Economí­a del IQS (Universidad Ramon Llull). Como de costumbre, es demoledor…

“Estoy percibiendo que aquí­, en España, se está generando, de forma consciente y predeterminada, un estado de opinión que, pienso, es intrí­nsecamente insano. Consiste en propagar que España es un paí­s rico que, debido a una serie de circunstancias, ha estado viviendo por encima de sus posibilidades. Sin embargo, como España tiene muchos resortes, podrá soportar sin problemas los descensos que se van a producir en su renta a fin de sanear los problemas que España ha ido acumulando. Será un poco duro, sí­, aunque no demasiado y, en cualquier caso, superable, de forma que en muy pocos años ‘España volverá a ir bien’. Este mensaje, curiosamente, no lo están propagando polí­ticos, sino expertos, y utilizan cualquier tipo de foro que posibilite la extensión del mensaje, incluidos medios de difusión media o, incluso, reducida.

Bien, la realidad, pienso es absolutamente diferente. España tuvo su oportunidad en el siglo XVI y la desaprovechó, la desaprovechó porque desde el siglo XIII las partes que despuíés compondrí­an España habí­an estado haciendo cosas incorrectas y, además, de forma incorrecta, y cuando a finales del XV se formó España, España continuó haciendo cosas parecidas de forma muy semejante.

Cuando llegó el siglo XIX España estaba totalmente descapitalizada y gobernada por una oligarquí­a terrateniente que utilizaba idíénticos instrumentos que sus antepasados; la escasí­sima industria que habí­a estaba fragmentada, anticuada, no innovaba y existí­a gracias al proteccionismo; y la banca que empezaba a despuntar se hallaba más preocupada de negociar con el Estado que con una burguesí­a raquí­tica y caciquil. ¿La población española?, mí­sera, como todas las europeas, pero más por el estado en que se hallaba la educación y de la cultura.

El siglo XX un perí­odo que para España pasa en blanco hasta su última díécada. La burguesí­a de pequeñas zonas (las mismas que antes) serpentean, tras la independencia de Cuba y con el comercio del mineral de hierro con Inglaterra como trasfondo, entre el tráfico de la Gran Guerra y la postguerra civil, con un pie en la capital y otro en su comarca, el resto “-polvo, sudor y hierro- el Cid cabalga” (Manuel Machado). Despuíés de eso, la emigración de los 50 y 60, la interior y la exterior, el boom del ladrillo de los 60 y los bochinches financieros: ¿alguien se acuerda de Sofico, de Matesa, de Redondela?, las horas extras, el 600, las suecas en bikini, los mantecados de vainilla: ‘España fue bien’, pero detrás sólo habí­a eso.

A España empezaron a dejarle ser algo en los 80: España habí­a alcanzado una masa crí­tica tal que posibilitaba la realización de negocios -en España- a gran escala, es decir, España ya estaba madura para ir introduciíéndola en el circuito de financiero-productivo internacional. Tras la deriva hacia un enfoque monetarista: España fue pionera: el Sr. Abril Martorell, la ‘reconversión industrial’ -¿la recuerdan?-: 3 B de pelas de entonces, la introducción del IVA -sin transición-, la reforma laboral, … la entrada en Europa, y a partir de aquí­ la Expo, las Olimpiadas, la inversión extranjera, el boom del ladrillo, el críédito, la segunda reconversión, el new boom del ladrillo, el hiperendeudamiento, cinco millones de inmigrantes, el ‘España va más que bien’, el Mundial de Sudáfrica.

Ahora resten los fondos europeos recibidos, toda la deuda contraí­da: TO-DA, la inversión especulativa recibida, … ¿quíé queda?, pues lo cierto es que muy poco en el haber y mucho en el debe. Y esto que queda nos dicen que corresponde a un paí­s rico. Bueno, si comparamos a España con Albania, o con Malawi, o con Birmania, o con Surinam, pues si: España es un paí­s rico, y las españolas y los españoles deben estar satisfechí­simas/os, pero, ¿son esos los espejos en los que debemos mirarnos?.

¿Cómo va a ser rico un paí­s en el que su región más rica tiene una tasa de paro que aún siendo la menor de España es más del doble de la del paí­s europeo que la tiene más reducida?, ¿cómo va a ser rico un paí­s en el que el desempleo en algunas de sus regiones supera el 30%?, ¿cómo va a ser rico un paí­s en el que su modelo de protección social se halla a una distancia sideral del paí­s europeo que lo tiene mejor?, ¿cómo va a ser rico un paí­s en el que se da por sentado que la solución se halla en la exportación ya que el consumo interno estará liquidado durante muchos años?, ¿cómo va a ser rico un paí­s en el que su renta no llega al 90% de la media de los paí­ses más cotidianos del área económica a la que pertenece?, ¿cómo va ser rico un paí­s que ha basado el boom que ha vivido en hacer pisos baratos vendidos a precios astronómicos, en atender a turistas de bajo poder adquisitivo y en ensamblar automóviles de bajo valor en empresas que no eran de aquí­ y que eran exportados en su mayor parte?, ¿cómo va ser rico un paí­s que ha hecho todo lo que ha hecho a base de críédito y contrayendo una deuda total que es una de las más elevadas del planeta?.

España es un paí­s pobre, lo ha sido desde que entró la primera libra de plata en la Casa de Contratación de Sevilla, sin embargo se quiere hacer creer a su población que el paí­s es rico y que ellos: el pueblo, van a poder soportar sin problemas los recortes que inevitablemente van a tener que abordarse debido a que hay que pagar la fiesta de estos años pasados, un ajuste que, se dice, será poco más que un dí­a de dieta y tomarse un Alka-Seltzer.

¿Quíé me lleva a pensar esa pretensión?, pues que lo que viene va a ser dantesco, que tras el 22 M se desatará el infierno sobre España, que el saneamiento al que se enfrenta la economí­a española será monstruoso: recortes de gasto inimaginables hoy acompañados de aumentos de figuras fiscales y de precios de servicios. Todo ello con el objetivo de intentar devolver la deuda pública que España debe y de sostener la mayor cantidad posible de la deuda de las entidades financieras. Las empresas y las familias que se las compongan como buenamente puedan para pagar lo que deben.

España es un paí­s pobre que se va a empobrecer más. España seguirá exportando lo que ahora exporta si sus costes de producción son lo suficientemente bajos como para que lo que vende fuera sea competitivo, pero como lo que España fabrica es de bajo valor será a travíés de salarios reducidos, impuestos reducidos, despidos baratos y flexibilidad flexible como España logrará mantener su competitividad. España seguirá recibiendo turistas, pero como las capacidades de gasto de la mayorí­a de gentes que a España vienen van a menos, España necesitará abaratar más y más lo que España ofrece para que esos turistas cada vez más pobres continúen viniendo. Y, ¿quíé más exportará España?, algún bien y servicio de muy alto valor elaborado en los escasí­simos clusters tecnológicos que en España hay, y poco más, y con eso España va tener que crecer para pagar lo que debe, alimentar y cuidar a su ciudadaní­a, y hacer hucha para el futuro. Como que no, ¿verdad?.

Agárrense a la silla porque vienen curvas: rí­anse de las del Col de Turini. Cuanto más oigan que España es un paí­s rico, peor será; cuanto más se repita que las rentas medias españolas van a poder afrontar sin problemas los ajustes que vienen, más terrible será. Agárrense a la silla porque lo que viene es fuerte, y lo peor: es inevitable, por lo que aquello de que ‘Virgencita: que me quede como estoy’, es imposible. Amíén.”




Nos leemos en el foro de bolsa…