Cada vez encuentro más interesante rescatar el castigo popularizado en las películas del lejano Oeste de untar a los criminales con brea caliente y plumas y pasearos a modo de humillación por la ciudad. Aunque se que hoy en día vivimos en un mundo mas civilizado, y este tipo de castigos no son posibles y probablemente no son tampoco recomendables si podrían ser un buen desincentivo para las grandes fortunas que se dedican a evadir impuestos y en donde probablemente en muchos de estos casos su honor pesa más que una multa.
Hecha la introducción, entremos en materia. Así tenemos a día de hoy a la cúpula del Banco Santander, el principal banco español y uno de los más grandes del mundo. Tenemos a su principal ejecutivo, Alfredo Sáenz, condenado a prisión e inhabilitación para ejercer cargos en la banca por el Tribunal Supremo por un delito de acusación falta y estafa procesal y al presidente del Santander, Emilio Botín y su familia, con un patrimonio que podría rondar entre los 1.000 y 2.000 millones de euros “ocultados†en Suiza a la Hacienda Pública española, un hecho que es un delito fiscal, así ahora haya sido “regularizado voluntariamente†o en caso de no hacer hubiese sido complicado imputarle dicho delito debido a que las pruebas fueron obtenidas de un listado robado. Lo que queda claro es que se pueda probar o no, la familia Botín ha estado ocultando un importante patrimonio a la Hacienda Pública Española.
Repasemos algún punto del Código í‰tico del Grupo Santander:
†2.3. Además, desarrollarán una conducta profesional recta, imparcial, honesta y conforme con los principios de responsabilidad social corporativa del Grupo. Se abstendrán de participar en actividades ilegales o inmorales o de atraer negocios al Grupo realizándolas. Se estima desaconsejable la asistencia frecuente a los casinos de juego y, en general las apuestas. En ningún caso podrán realizarse con personas que mantengan cualquier tipo de relación profesional o comercial con el Grupo. “
Francamente cuesta entender que Alfredo Sáenz, Don Emilio o incluso su hija Patricia Botín sigan desempeñando sus funciones en el Banco, cuando o bien han sido condenados en sentencia firme por el Tribunal Supremo en el caso de Sáenz o cuando la familia, en mi opinión, ha demostrado una actitud no íética en el caso de una evasión fiscal o ocultación de patrimonio durante varias díécadas.
Puedo entender, aunque no compartir, el porque una persona con un patrimonio de 3, 4 o 6 millones de euros, pueda intentar evadir dinero al fisco, la cantidad de dinero no es lo suficiente grande como para garantizarse su patrimonio el resto de su vida, y pagar impuestos puede mermar significativamente esa capacidad (no lo estoy justificando). Pero no entiendo porque grandes fortunas con más de 1.000 millones de euros deciden evadir u ocultar dinero a Hacienda, no le veo el sentido por ninguna parte, yo de tener ese dinero francamente preferiría dormir tranquilo y estar al día con Hacienda, por deber íético y por una cuestión de honor. A partir de ciertas magnitudes, 50, 100 o 2.000 millones de euros, me sería casi indiferente el dinero que tengo.
Ahora, hay unas cuantas voces, que defienden a los Botín. Los argumentos son varios. Primero que hicieron la regularización de forma voluntaria, y ya están al día con Hacienda. Cierto, fue voluntaria y ya están al día, peor la hicieron porque Hacienda recibió una lista de personas con cuentas en el HSBC en Suiza. Para hacerla voluntaria tuvieron más de 18 años, desde que en 1993 murió el patriarca de los Botín y al que le pasan el muerto como responsable de haber creado las cuentas durante la guerra civil española. De voluntaria la regularización no ha tenido nada.
La segunda, es que la filtración o la actual acusación de la Fiscalía para que no prescriba el caso, ha sido interesada y un movimiento del Gobierno para desviar la atención de la información pública. No lo síé, y francamente no me importa. Esto no cambia que los Botín tenían entre 1.000 y 2.000 millones de euros ocultos al fisco español, lo cual es en mi opinión sencillamente un robo al Estado y al resto de ciudadanos. Mi simpatía con los defraudadores es cero y no le veo ni atenuante ni excusa que valga. Los Botín serán muchas cosas en este caso pero lo que no son es precisamente víctimas.