Desde hace treinta y cinco años, Hanta trabaja en una trituradora de papel prensando libros y reproducciones de cuadros. En cada una de las balas de papel que prepara conviven libros, litografías, ratoncillos aprisionados y su propio esfuerzo, que se manifiesta en una relación absolutamente amorosa con los libros que destruye por oficio y salva por pasión. En Una soledad demasiado ruidosa se entrecruzan reflexiones sobre el sentido de la creación artística, la evocación de una soledad existencial totalmente asumida y la complacida exploración del universo literario. Con la maestría de Kafka o de Hasek , Hrabal hace aparecer con toda su fuerza la magia de una ciudad cuya atmósfera casi indefinible atenaza progresivamente el alma. Y del mismo modo que Hanta jamás olvida algunas de las frases que lee, nosotros conservaremos siempre en la memoria estos fragmentos de belleza arrancados al tiempo que constituyen Una soledad demasiado ruidosa.