Los grandes fondos internacionales ya contemplan el peor de los escenarios para España. Los inversores institucionales que estudian la compra de activos en el mercado español incluyen entre los escenarios macroeconómicos posibles a corto plazo la potencial intervención del país, fruto de la deriva provocada por el deterioro de la actividad económica y la falta de eficacia de las reformas estructurales puestas en marcha por el Gobierno, según responsables de algunos de los private equity extranjeros más importantes.
La actual situación de Grecia mantiene en vilo al resto de países perifíéricos, el cinturón bautizado bajo el acrónimo PIGS. El bloqueo de la inyección de críédito por parte de la Unión Europea, condicionada a la moción de confianza que finalmente ha superado el primer ministro Papandreu y a la ejecución de un severo plan de ajuste, se ha convertido en el penúltimo muro de resistencia para que la desconfianza de los mercados no termine por concentrarse en España, según explican desde uno de los principales inversores internacionales.
En la actualidad, es una opinión extendida que España es el mercado distressed de referencia a escala mundial. Es decir, la economía española ofrece posibilidades de inversión con grandes rentabilidades potenciales, pero no por las expectativas de crecimiento, sino por la penalización en el valor que tienen los activos expuestos al factor riesgo Spain. Esta opinión generalizada de desconfianza, llevada al extremo, hasta hace poco impensable, es la que está llevando a incluir a los inversores la posibilidad real de intervención.
“Nosotros trabajamos con riesgoâ€, explica el gestor de uno de estos fondos a su paso por Madrid. “Sería una temeridad por nuestra parte no contemplar como posible una eventual intervención de España por parte del resto de socios de la UE. Por más que no sean países equivalentes, lo ocurrido recientemente en Portugal y la evolución del rescate de Grecia ponen en cuestión la viabilidad de la economía española. Si la prima de riesgo se dispara por encima de los 300 puntos básicos será difícil evitar la intervenciónâ€.
En tíérminos generales, la prima de riesgo es el equivalente al sobreprecio que los inversores exigen por comprar la deuda que emite un país en comparación al precio al que lo hace la alemana, utilizada como base o referencia por ser considerada como la más segura y la menos sujeta a bandazos en función de factores coyunturales. Según cálculos de BBVA, por cada 100 puntos básicos del diferencial, el sobrecoste en la financiación de la economía y empresas españolas se sitúa en los 10.000 millones de euros.
La semana pasada la prima de riesgo española llegó a los 282 puntos al albur de la evolución de la crisis griega. Tras estabilizarse entre los 260-270 durante las siguientes jornadas, ayer jueves sufrió otro repunte, hasta tocar casi los 280 puntos, cerca de la línea roja de los 300. Esta referencia es considerada por los inversores como el límite para valorar la posibilidad de una intervención, como ya ocurrió con los países auxiliados (Irlanda, Portugal y Grecia), que tras superar ese techo quedaron casi incapacitados para emitir deuda de forma sostenible.
Esta situación de tensión en el mercado es, por ejemplo, el principal hándicap al que tienen que hacer frente las cajas de ahorro que pretenden salir a bolsa como Bankia o Banca Cívica. Más allá de opiniones sobre la rentabilidad de su negocio como entidades financieras, el principal factor que está determinando el precio para la colocación entre los inversores es el estado de la prima de riesgo española. Y en ese contexto, ninguno de los asesores implicados en las colocaciones espera una evolución positiva del mercado para otoño.