¿Elevado desempleo? Sí. ¿Un mercado inmobiliario deprimido? Sí. ¿Elevadas probabilidades de una crisis de deuda global? Sí. ¿Un fuerte rally de las bolsas hasta fin de año? Sí... ¿Por quíé no?
Este es el escenario de los alcistas, que creen que las dificultades que acechan por todas partes no interrumpirán el camino de sus previsiones anteriores que pueden llevar al S&P 500 un 10% o un 13% más arriba de los niveles actuales.
Su argumento se basa en la noción de que todos los obstáculos de la economía resultarán ser temporales y han hecho que la renta variable estíé sobrevendida. Una vez que se desvanezcan estas preocupaciones, afirman, los inversores comprarán con las dos manos para aprovechar el nivel e impulsarán el mercado al alza con mucha fuerza.
Recuperar su momento
"Cuando el escenario macroeconómico se estabilice, la renta variable debería recuperar el momentum alcista", predice Barry Knapp, estratega jefe de Barclays Capital, en sus previsiones para el segundo semestre. "Recomendamos comprar renta variable nacional aprovechando los momentos de debilidad en verano", añade.
Las previsiones de Knapp están bastante en línea con el consenso, que prevíé un verano complicado seguido por cuatro factores que probablemente harán subir las cotizaciones hasta fin de año:
1. La subida del miedo:
Sabemos que el mercado es contrarian por naturaleza; es decir, cuando el sentimiento es demasiado optimista hay que apostar por una caída y cuando se aprecia pánico en los inversores sueles ser un buen momento para comprar acciones devaluadas. Citigroup tiene un Modelo de Pánico/euforia que muestra que los inversores están mucho más cerca del primero que de la segunda, una señal positiva para anticipar un rally del mercado.
A su juicio, el sentimiento se ha desplomado por el deterioro de los datos económicos de las dos últimas semanas, pero estamos muy cerca de tener una señal de compra como la del verano pasado o la de principios de 2009. Una de las claves para la caída ha sido una revisión a la baja de las previsiones de beneficios de las empresas del S&P 500; cuando las caídas del mercado basada en malas noticias de beneficios se detienen, anuncian un suelo y ofrecen una oportunidad de compra, según Citi.
En este sentido, la temporada de resultados de julio será clave.
2. Los beneficios todavía son sólidos:
Pese a las recientes revisiones a la baja de las previsiones de algunas empresas, la temporada del segundo trimestre debe seguir siendo positiva. Por tanto, un buen inicio de la misma puede hacer que los inversores se fijen en los resultados más que en las perspectivas económicas.
Hay quien asegura que estamos ante una repetición del verano de 2010, cuando el mercado cayó un 17% por los temores sobre la deuda europea y los desastres naturales. Aunque los problemas parecen todavía peores este año, los alcistas esperan que la economía los supere, lo que hará subir el mercado.
3. La economía está en un bache:
Para creer en la economía, hay que asumir la noción de que todos los factores anteriores que pesan sobre la economía son obstáculos temporales para la recuperación. En suma, el juego de Wall Street es que Bernanke tiene razón cuando etiqueta como "temporales" las subidas de las materias primas que han desatado una subida masiva de los alimentos y de los combustibles.
Es más, hay que creer que la economía puede sobreponerse a la falta de recuperación en el mercado inmobiliario, al estancamiento de las negociaciones políticas por el techo de deuda y los constantes cambios del viento en Europa. Bernanke ha llamado repetidamente a las condiciones actuales un 'bache' que se resolverá a medida que avance el año. Pero las nubes no se han despejado aún y habrá sustos por el camino.
4. Bajada de la gasolina y de la rentabilidad de los bonos:
Pese a la reciente caída del petróleo, la inflación sigue siendo la gran incógnita de la economía. Dicha caída ha dado esperanzas de que los consumidores no sufrirán en exceso y los tenedores de bonos no parecen temerosos de la inflación. Los alcistas se basan en la esperanza de que esa tendencia continúe y que el 2,6% de inflación subyacente se puede manejar.
Bank of America cree que se han reducido los riesgos de un shock petrolero o de tipos de interíés, pese a que han aumentado los riesgos relacionados con Grecia o el techo de deuda.