La convergencia en precios dentro de la eurozona es ya una realidad. Pero la evolución no ha sido, sin embargo, nada homogíénea. En particular, en España y Grecia, que han dejado de ser países considerados baratos en relación a los estándares europeos. Por el contrario, ahora están muy cerca de la media de la eurozona en cuanto a carestía de la vida.
El caso español es significativo. Si en 2002, el año de la introducción física del euro, el nivel interno de precios (en tíérminos de poder de compra) representaba el 84,6% de la media de la Unión Europea, en 2010, según acaba de publicar Eurostat, suponía ya el 96,7%.
¿Quíé quiere decir esto? Pues que el coste de la vida en tíérminos reales (descontando la inflación) se ha encarecido en España un 14% más que en la media de la UE desde que el euro circula por los bolsillos de los españoles. Tan sólo en Grecia (96%) ha ocurrido algo parecido, aunque en este caso el avance es del 19%. No es que en España hayan subido los precios a ese ritmo, sino que el coste de la vida en tíérminos reales ha crecido un 14% más que en la eurozona.
España y Grecia son casos singulares, y eso puede explicar en parte las dificultades actuales de sus respectivas economías. Lo que en tíérminos coloquiales significa que han vivido ‘por encima de las posibilidades’. Incluso en países con enormes problemas como Portugal, el coste de la vida (lo que Eurostat denomina nivel de precios) apenas ha subido desde la introducción del euro en 1,3 puntos porcentuales. Mientras que en Irlanda (cuyo boom económico es anterior al español) se ha pasado de un 125% al 118% respecto de la media de la UE. Es decir, los precios no sólo no han subido, sino que incluso han bajado debido al duro proceso de ajuste al que ha obligado la crisis económica.
¿Y en quíé productos es España tan cara como en la UE? Según Eurostat, el nivel el 100 (el máximo) lo alcanzan los bienes electrónicos, mientras que, por el contrario, las bebidas alcohólicas y el tabaco apenas cuesta en España el 80% de la media de la UE. La comida cuesta ya casi lo mismo que en Europa (un 94%), mientras que los restaurantes y hoteles están ya tambiíén muy cerca de la media comunitaria (un 95%).
Convergencia con los países más caros y ricos
Los datos de la oficina estadística de la Unión Europea confirman de esta manera el proceso de convergencia en precios, tal y como se preveía con el lanzamiento del euro. Pero convergencia no hacia un punto medio o de equilibrio entre los países que forman parte de la moneda única, sino convergencia con los países más ricos de la eurozona.
El caso de Alemania es, en este sentido, relevante. Si cuando se introdujo el euro vivir en el país de la canciller Merkel era un 26% más caro que en la España de Zapatero, el año pasado la distancia había caído hasta el 8%. A este ritmo, en pocos años será más barato vivir en Alemania que en España. A mediados de los años 90 la distancia era sideral. Nada menos que un 33%.
La convergencia en precios tanto en la eurozona como en la UE es una evidencia a la luz de los datos de Eurostat. Esta estadística refleja que en la Unión Europea a 27 la distancia en el nivel de precios (incluyendo impuestos al consumo) era al comenzar el euro de 32 puntos, pero en 2010 ya había bajado a 25. Si se tiene en cuenta sólo la eurozona, la convergencia en precios es más que evidente en los doce países que constituyeron la moneda única. La distancia se limita a 9,4 puntos, cuando a mediados de los años 90 rozaba los 15 puntos porcentuales.