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Autor Tema: Enfrentarse a la crisis de la deuda en Europa...  (Leído 233 veces)

OCIN

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Enfrentarse a la crisis de la deuda en Europa...
« en: Julio 13, 2011, 06:02:08 pm »
Por...  Damien Millet,  Eric Toussaint

Uno de los avatares de la crisis del sector financiero que comenzó en 2007 en Estados Unidos, y que se extendió como reguero de pólvora en Europa, es la energí­a que desplegaron los bancos del oeste europeo (sobre todo alemanes y franceses,[1] pero tambiíén belgas, neerlandeses, británicos, italianos, luxemburgueses, irlandeses…) para utilizar los fondos prestados o donados masivamente por la Reserva federal y el BCE. Con ellos lograron aumentar, entre 2007 y 2009, sus príéstamos a varios paí­ses de la zona euro (Grecia, Irlanda, Portugal y España), de los que obtuvieron esplíéndidos beneficios producidos por unos altos tipos de interíés. Como ejemplo: entre junio de 2007 (comienzo de la crisis de las subprime) y septiembre de 2008 (quiebra de Lehman Brothers), los príéstamos bancarios privados de Europa occidental a Grecia habí­an aumentado en un 33 % , pasando de 120.000 millones a 160.000 millones de euros. Los banqueros de Europa occidental se dieron codazos para otorgar príéstamos a la Periferia de la Unión Europea, que deseaba endeudarse. No contentos de arriesgarse en forma extravagante al otro lado del Atlántico en el mercado de las subprime con el dinero confiado por los ahorradores, repitieron la misma operación en Grecia, en Portugal, en España… Efectivamente, la pertenencia a la zona euro de algunos paí­ses de la Periferia convenció a los banqueros de los paí­ses del Oeste europeo de que los gobiernos, el BCE y la Comisión Europea los ayudarí­an en caso de problemas. Y no se equivocaron.
 
Cuando la zona euro fue sacudida por fuertes turbulencias, a partir de la primavera de 2010, el BCE prestaba con un interíés ventajoso del 1 % a los bancos privados, que a su vez exigí­an a paí­ses como Grecia un interíés netamente superior, entre el 4 y 5 % para príéstamos a tres meses, y alrededor del 12 % para los tí­tulos a 10 años. Los bancos y los otros inversores institucionales justificaron tales exigencias por el riesgo de cesación de pagos que pesaba sobre los llamados paí­ses de riesgo. Una amenaza tan fuerte que los tipos de interíés aumentaron considerablemente: el príéstamo concedido por el FMI y la Unión Europea a Irlanda en noviembre de 2010 alcanzaba el 6,7 %, contra el 5,2 % concedido a Grecia seis meses antes. En mayo de 2011, el tipo de interíés para Grecia, para príéstamos a 10 años, sobrepasaba el 16,5 %, lo que obligó a este paí­s a tomar príéstamos a tres o seis meses, o dirigirse al FMI o a otros paí­ses europeos. Desde entonces, el BCE debe garantizar las acreencias tenidas por los bancos privados comprándoles los tí­tulos de los Estados… a los que, en principio tiene prohibido prestar directamente.
 
Para tratar de disminuir los riesgos, los bancos franceses disminuyeron en 2010 su exposición en Grecia, que se redujo en un 44 %, pasando de 27.000 millones a 15.000 millones de dólares. Los bancos alemanes efectuaron un movimiento similar: su exposición directa bajó un 60 % entre mayo de 2010 y febrero de 2011, pasando de 16.000 millones a 10.000 millones de dólares. Fueron el FMI, el BCE y los gobiernos europeos los que reemplazaron progresivamente a los bancos y otras entidades financieras privadas. El BCE posee en forma directa 66.000 millones de euros de tí­tulos griegos (o sea, el 20 % de la deuda pública griega) que adquirió en el mercado secundario a los bancos. Aunque, hasta mayo de 2011, el FMI y algunos gobiernos europeos ya habí­an prestado 33.000 millones de euros, sus príéstamos continuaron aumentando. Sin embargo esto no se detiene allí­, el BCE aceptó de los bancos griegos 120.000 millones de euros en tí­tulos de la deuda griega como garantí­as (colaterales) de príéstamos que habí­a otorgado con un tipo de interíés del 1,25 %. El mismo procedimiento se reprodujo con Irlanda y Portugal.
 
Nos encontramos, por lo tanto, con todos los ingredientes de la gestión de la crisis de la deuda del Sur, mediante el Plan Brady.[2] A comienzos de la crisis que estalló en 1982, el FMI y los gobiernos de las grandes potencias, Estados Unidos y Gran Bretaña a la cabeza, fueron al rescate de los bancos privados del Norte que se habí­an arriesgado enormemente prestando, en forma compulsiva, a los paí­ses del Sur, sobre todo en Amíérica Latina. Cuando paí­ses como Míéxico se encontraron al borde de la cesación de pagos como resultado del efecto combinado del aumento de los tipos de interíés y del descenso en los ingresos por exportaciones, el FMI y los paí­ses miembros del Club de Parí­s les concedieron príéstamos con la condición de que continuaran reembolsando sus deudas y que aplicaran planes de austeridad (los famosos planes de ajuste estructural). Pero, como el endeudamiento del Sur aumentaba por el efecto de bola de nieve (como está pasando en este momento en Grecia, Irlanda, Portugal, y en otros paí­ses de la UE), pusieron en marcha el Plan Brady (llamado así­ por el secretario del Tesoro estadounidense de esa íépoca) que implicó una reestructuración de la deuda de los principales paí­ses endeudados mediante un intercambio de tí­tulos. El volumen de la deuda se redujo en un 30 % en ciertos casos y los nuevos tí­tulos (los tí­tulos Brady) garantizaron un tipo fijo de interíés de cerca del 6 %, lo que fue muy favorable para los banqueros. Eso tambiíén aseguró la prosecución de las polí­ticas de austeridad bajo el control del FMI y del Banco Mundial. Sin embargo, a largo plazo, el monto total de la deuda aumentó y las sumas a reembolsar fueron enormes. Si se tiene en cuenta sólo el saldo neto entre las sumas prestadas y las reembolsadas desde la implantación del Plan Brady, los paí­ses en desarrollo transfirieron a los acreedores el equivalente a más de seis planes Marshall, es decir cerca de 600.000 millones de dólares. ¿No se tendrí­a que evitar que suceda algo similar? ¿Por quíé se debe aceptar que los derechos económicos y sociales de los pueblos sean una vez más sacrificados en el altar de los banqueros y de otros actores de los mercados financieros?
 
Según los bancos de inversiones Morgan Stanley y J.P. Morgan, en mayo de 2011, los mercados consideraban que habí­a un 70 % de probabilidad de que Grecia entrara en cesación de pagos, contra un 50 % de dos meses antes. El 7 de julio de 2011, Moody’s colocó a Portugal en la categorí­a de deudas de alto riesgo. Unos dí­as despuíés, los especuladores atacaban a Italia. Por lo tanto, tenemos una razón suplementaria para pedir la anulación: es necesario auditar las deudas, con participación ciudadana, con el fin de anular la parte ilegí­tima. Si no se toma esta opción, las ví­ctimas de la crisis sufrirán a perpetuidad una doble condena en beneficio de los culpables, los banqueros. Se ve perfectamente en Grecia: las curas de austeridad se suceden sin que mejore la situación de las cuentas públicas. Pasará lo mismo con Portugal, Irlanda, España,... Una gran parte de la deuda es ilegí­tima puesto que proviene de una polí­tica que ha favorecido a una í­nfima minorí­a de la población en detrimento de una aplastante mayorí­a de ciudadanos y ciudadanas.
 
En los paí­ses que firmaron acuerdos con la Troica, las nuevas deudas no son sólo ilegí­timas sino tambiíén odiosas, y esto se debe a tres razones:
 
1) Los príéstamos están plagados de condiciones que violan los derechos económicos y sociales de una gran parte de la población.
 
2) Los prestamistas hacen chantaje a esos paí­ses (no hay una verdadera autonomí­a de voluntad del que necesita el príéstamo).
 
3) Los prestamistas se enriquecen en forma abusiva imponiendo tipos de interíés prohibitivos (por ejemplo, Francia y Alemania toman príéstamos al 2 % en los mercados financieros y prestan a más del 5 % a Grecia y a Irlanda; los bancos privados obtienen príéstamos al 1,25 % del BCE, y prestan a Grecia, Irlanda, Portugal a más del 4 % a 3 meses). Estos paí­ses o los de Europa del Este (y fuera de la UE, paí­ses como Islandia), es decir aquellos que son sometidos al chantaje de los especuladores, del FMI y de otros organismos, como la Comisión Europea, conviene que recurran a una moratoria unilateral del reembolso de la deuda pública. Es un medio inevitable para conseguir crear una relación de fuerza favorable. Esta propuesta es cada vez más popular en los paí­ses más afectados por la crisis.

 
Tambiíén, se deberí­a efectuar, bajo control ciudadano, una auditorí­a de la deuda pública. El objetivo de la auditorí­a es conseguir una anulación /repudio de la parte ilegí­tima u odiosa de la deuda pública y reducir fuertemente lo que reste de deuda.
 
La reducción radical de la deuda pública es una condición necesaria pero no suficiente para que los paí­ses de la UE salgan de la crisis. Es necesario completarla con toda una serie de medidas de gran amplitud en los diferentes ámbitos (fiscalidad, transferencia de las finanzas al dominio público, resocialización de otros sectores claves de la economí­a, reducción del tiempo de trabajo con el mantenimiento de los salarios y contratación compensatoria, etc.).[3]
 
La flagrante injusticia que domina las polí­ticas regresivas actualmente implantadas en Europa alimenta la poderosa movilización de indignados en España, en Grecia o en otros lados. Gracias a estos movimientos, que se inspiraron en los levantamientos populares de ífrica del Norte y del Próximo Oriente, estamos viviendo una aceleración de la historia. La cuestión de la deuda pública debe ser afrontada de manera radical.
 
Damien Millet es portavoz del CADTM Francia (www.cadtm.org), Eric Toussaint es presidente del CADTM Bíélgica. Conjuntamente dirigieron la obra La deuda o la vida que será próximamente publicado por Icaria Editorial, Barcelona, en octubre de 2011.


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[1]A fines de 2009, los banqueros alemanes y franceses poseí­an el 48 % de los tí­tulos de la deuda externa española (los bancos franceses el 24 %), 48 % de tí­tulos de la deuda portuguesa (los bancos franceses el 30 %) y el 41 % de los tí­tulos de la deuda griega (los franceses a la cabeza con el 26 %).
[2] Eric Toussaint, Banco Mundial. El golpe de Estado permanente, El Viejo Topo, Mataró, 2007, capí­tulo 15.
[3] Víéase http://www.cadtm.org/Ocho-propuestas-urgentes-para


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