Alrededor de un centenar de ciudadanos chinos, todos hombres, dejaron sus puestos de trabajo en la región de Primorye, en el Extremo Oriente de Rusia, y se dirigieron a pie a China cuando su empresa se negó a llevarles mujeres a la obra donde trabajaban de forma legal.
"Noventa y siete obreros chinos fueron retenidos en una pueblo de la zona fronteriza con China. Declararon que dejaron el trabajo por un conflicto con el empresario y que quieren volver a su casa", informó la Dirección de Interior de Primorye citada hoy por la agencia Interfax.
Los agentes policiales convencieron a los hombres de que volvieran al lugar de su residencia legal en Rusia para negociar con el empresario que los tenía contratados.
El director general de la constructora, de capital conjunto ruso-chino, que empleaba a estas personas, Alexandr Ralkó, explicó que los trabajadores no informaron a la administración de su intención de abandonar sus puestos.
"Con anterioridad, habían exigido a la dirección china de la empresa garantías de que no se les castigaría por contraer matrimonio, ni por cometer faltas disciplinarias. Además, pidieron que se les llevara mujeres a la obra. Debe ser que no llegaron a un acuerdo", explicó Ralkó.
Los socios rusos tuvieron conocimiento de las negociaciones sólo despuíés del incidente, añadió el directivo.
"Los obreros empezaron a trabajar a finales de mayo. La empresa no tiene ninguna deuda salarial con ellos, ni nos han presentado reclamación material alguna", concluyó Ralkó, quiíén añadió que 74 de estos trabajadores ya han sido deportados a China