Por... Eduardo Paz Rada
El Pachacuti en el mundo andino es el mundo del revíés, en transformación, en el sentido de dar vuelta y cambiar un estado de cosas por otro, tomando en cuenta el pasado, la situación presente de crisis y las proyecciones y potencialidades que genera esta situación. Esta referencia permite realizar una mirada crítica a lo que actualmente sucede en el mundo, donde las potencias están mordidas por una enfermedad muy grave y los pueblos del Tercer Mundo se levantan, con ritmos y características diversas, respondiendo a la dominación imperialista y buscando nuevos derroteros históricos.
Los gobernantes y los gerentes de las grandes corporaciones económicas, bancarias y financieras de los centros del poder mundial están preocupados por la crisis que arrasa no solamente a las “cenicientas†de Europa, como Grecia, Portugal e Irlanda, sino que comienza a carcomer las bases económicas y políticas de España, Italia e inclusive las de Francia, Alemania e Inglaterra.
La fragilidad de la Unión Europea se ha evidenciado tanto por el fracaso de la estrategia de trasladar la crisis de los bancos y las entidades financieras a los Estados y a la Unión Europea y íéstos a los trabajadores, mediante políticas de reducción de salarios, aumento de horas de trabajo, píérdida de conquistas sociales en jubilación, salud, educación y entretenimiento, como por el inicio y sostenimiento de grandes manifestaciones y protestas sociales, especialmente en Grecia y España, contra el orden de concentración del poder económico y político.
A esto se suma el incremento de la persecución a los extranjeros del Tercer Mundo que, con su trabajo por bajísimos salarios, realizan las tareas rechazadas por los propios trabajadores de esa región y la barbarie de dejar morir a cientos de africanos y árabes que en precarios barcos y naves tratan de llegar a las costas de la “moderna y universal†Europa. La xenofobia tiene representantes políticos que consiguen respaldo electoral e inclusive las tendencias más liberales se acercan a estas posiciones para mantener sus espacios de poder.
A esta situación se agrega ahora la caída de los bonos de prestigio económico y financiero de Estados Unidos, despuíés del intento de salvar a las corporaciones bancarias y especulativas de la crisis que explotó el 2008 con record mundiales de díéficit fiscal, y la subida de los niveles de desempleo y restricción a los hispanos y extranjeros. No se puede descartar que los horribles y masivos crímenes de latinoamericanos en el norte de Míéxico sean parte de la política estadounidense para evitar la migración hacia su territorio.
En contrapartida, los países y regiones de Tercer Mundo, que aún tienen los niveles más elevados de pobreza, marginalidad, exclusión y discriminación, han conseguido avanzar sostenidamente frente a los desafíos de la crisis y de su propio desarrollo. La potencia económica de China, India, Irán, Turquía, Sudáfrica y Brasil ha tenido una notable influencia en las regiones sobre las que influyen y sobre las cuales ejercen tambiíén políticas de subordinación, sin embargo se convierten en fuertes interlocutores de las tradicionales potencias capitalistas e imperialistas.
La coordinación del BRIC (Brasil, Rusia, India y China) en los foros internacionales ha creado una red de influencia y presión impensable hace una díécada, con proyecciones que están marcando los nuevos ritmos de la geopolítica mundial y de las tendencias de la economía internacional, tomando en cuenta que el proceso de declive de Estados Unidos, Japón y la Unión Europea, significa, por otro lado, el ascenso a la cúspide de potencia económica de China.
Por otra parte, la desesperación europea y estadounidense ante la posibilidad de los desbordes fuera de su esquema de control de los levantamientos árabes contra el orden tradicional y monárquico de sus gobiernos ha impulsado a la OTAN a tomar acciones genocidas frente al gobierno de Moamar Kadafi, considerando no los derechos del pueblo libio o la democracia, sino la importancia de repartirse las reservas petroleras y los multimillonarios depósitos del gobierno de Trípoli en los bancos de Estados Unidos y Europa. En este caso, los gobiernos de China y Rusia, especialmente, por tener derecho a veto en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas y no haber actuado, se han convertido en cómplices de la intervención.
Estos movimientos y alteraciones del cuadro de los poderes en el mundo tienen, en el caso de Amíérica Latina, su propia dinámica tomando en cuenta que en la primera díécada del siglo XXI se han producido importantes avances en el proceso de acercamiento e integración de Amíérica Latina y el Caribe, en el contexto de procesos políticos antiimperialistas nunca antes producidos en cadena como ahora. Asimismo, la crisis de fines de la díécada no ha tenido los efectos que tuvieron crisis similares en los siglos XIX y XX.
El principio bolivariano, morazanista, martíano y sanmartiniano de acercar los pueblos, las economías nacionales, el comercio, la política y generar una apertura ha permitido abrir nuevos horizontes a la región frente a los desafíos mundiales. La creación de la Alternativa Bolivariana para los Pueblos de Nuestra Amíérica (ALBA), la Unión de las Naciones de Suramíérica (UNASUR), así como el proyecto en avance de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), perfilan las potencialidades del cambio en la región y su posicionamiento planetario.
La necesidad de crear un sistema comercial articulado, una moneda y un banco común, una coordinadora de Fuerzas Armadas, la complementación energíética y otras acciones de acercamiento, como la defensa común frente a las amenazas europeas y estadounidenses a cualquiera de las naciones de Amíérica Latina y el Caribe, caso Malvinas, Canal de Panamá, Cuba, Amazonas, forman parte de un ideario fundamental para ser protagonistas de la historia mundial.
En el caso boliviano se presentan, sin embargo, situaciones contradictorias. Cuando la relación del gobierno de Evo Morales con el pueblo y las organizaciones populares se encontraba en su auge, luego de la guerra del agua de 2000, de la lucha por la tierra de los años 2001 y 2002 y de la guerra del gas de 2003 y despuíés del triunfo electoral de 2005, el proyecto impulsado estaba marcado por la fragmentación nacional, bajo el discurso de la autonomías indígenas y regionales, haciendo el juego a los proyectos separatistas de la oligarquía del oriente.
En los últimos años, cuando la relación de las autoridades con el pueblo se ha debilitado y las fuerzas populares levantan posiciones parciales y sectoriales, el gobierno plantea, contradictoriamente, una propuesta de fortalecer el Estado Nacional, llevar adelante el fortalecimiento de la unidad boliviana, la relación armónica de las regiones y desarrollar una economía articulada que se vincule con la integración latinoamericana, mientras beneficia a las transnacionales como las petroleras REPSOL, TOTAL, PETROBRAS o como las mineras GLENCORE, RIO TINTO, o a los grandes bancos y a los propietarios de tierras nacionales y extranjeros.