Por... Juan Josíé Perfetti Del Corral
La regularidad y las características del denominado ciclo ganadero han sido objeto de estudio por parte de distintos acadíémicos en Colombia y el mundo. Estos estudios tratan de entender la relación que hay entre el sacrificio de ganado y el de las hembras, el comportamiento de los precios de la carne bovina y la evolución del hato ganadero.
En esencia, lo que se ha encontrado es que el factor determinante del ciclo ganadero es el precio esperado de la hembra, ya que esta adquiere una característica muy especial que consiste en que ella es, a la vez, tanto un bien de consumo, animal que se sacrifica, como un bien de capital, vientre para cría. Cuando el precio del ganado está al alza, la hembra se valoriza como bien de capital y, por tanto, se retiene para la cría. Por el contrario, cuando el precio baja es más rentable dedicar la hembra al sacrificio. Esto determina que el ciclo ganadero se distinga por dos fases: retención y liquidación. En la primera fase, precios al alza, se retienen las hembras para la cría y en la segunda, precios a la baja, las hembras se destinan al sacrificio.
El ciclo ganadero está afectado, además, por diferentes variables exógenas, como el nivel de ingreso de los hogares, los avances tecnológicos, el precio de bienes sustitutos en el consumo, etc.
Las políticas públicas tambiíén pueden afectar el comportamiento del ciclo ganadero, aunque la realidad es que, en Colombia y en muchos países, las intervenciones gubernamentales han terminado siendo un verdadero fiasco. En el país, anteriores gobiernos intentaron, entre otras medidas, afectar las exportaciones de ganado a Venezuela, imponer la veda al sacrificio de hembras y estimular el críédito para la retención de vientres. Al final, la lógica interna del ciclo ganadero, los altos costos de mantener las políticas y la incapacidad de estas de afectar de manera permanente el ciclo terminaron imponiíéndose.
Infortunadamente, los gobiernos no aprenden de las lecciones pasadas y ahora, de nuevo, se quiere restringir la exportación de ganado en pie aduciendo las mismas razones utilizadas en ocasiones anteriores, cuando dichas intervenciones resultaron infructuosas. Estas razones son: la necesidad de garantizar el abastecimiento interno, no permitir el despoblamiento del hato nacional, la importancia de exportar carne con valor agregado y evitar un alza exagerada del precio interno.
La diferencia entre un negocio dinámico que se proyecta a los mercados y que tiene en la innovación un puntal del mismo y uno que se desarrolla gracias al proteccionismo que le otorgan las políticas públicas es que para el primero es vital el dinamismo y el tamaño de los mercados así como el acceso permanente a nuevo conocimiento que pueda incorporarse a sus procesos productivos y comerciales. Para el segundo, el objetivo es mantener las rentas que se derivan de la protección, que están en función de la capacidad de lobby que se tenga frente al gobierno.
Dado el potencial que tiene el sector y las oportunidades que ofrecen los mercados externos, frente a la restricción a las exportaciones, los ganaderos y su gremio, en vez de estar aplicando el mismo libreto utilizado en pasadas ocasiones, deberían centrar sus esfuerzos en lograr que el gobierno apoye las políticas que faciliten el acceso amplio y permanente a los mercados externos y dirigir recursos crecientes a la investigación y a la innovación ganadera.
Estos dos factores, mercados y mejoramiento de la productividad, por actuar bajo la lógica interna del ciclo ganadero, son más poderosos y eficaces para desarrollar el sector que hacer lobby para aplicar medidas equivocadas. Infortunadamente, lo primero no da para mucha prensa, asunto este que parece tanto le importa a la dirigencia gremial.