Por... JULIE PACE
WASHINGTON -- Los giros en la negociación para aumentar la capacidad de endeudamiento del gobierno han obligado a la Casa Blanca a explicar, minimizar o incluso ignorar declaraciones del presidente Barack Obama y sus asesores que ya no eran útiles en este impredecible debate.
Primero la Casa Blanca quería que la votación sobre el tope de endeudamiento no estuviera acompañada por la reducción del gasto público. Ahora quiere que estíén ligadas. Luego, Obama se negó firmemente a un acuerdo temporal para elevar el tope de la deuda. Ahora la Casa Blanca admite que podría hacer una salvedad. Y Obama prometió reunirse a diario con los legisladores hasta que se alcanzara un acuerdo. Pero los encuentros diarios han cesado o por lo menos desaparecido de la agenda presidencial.
Los cambios en la actitud de la Casa Blanca han sido menos un asunto de deslices, sino más bien se deben a giros imprevistos en las negociaciones que han obligado al gobierno a reacomodar su posición a medida que se acerca el vencimiento del plazo, el 2 de agosto, para aumentar el tope de endeudamiento gubernamental. El viernes por la tarde las negociaciones entraron en barrena cuando el presidente de la Cámara de Representantes, el republicano John Boehner, abandonó abruptamente el diálogo y no respondió las llamadas telefónicas del mandatario, según dijo íéste.
La disposición de la Casa Blanca a cambiar deja ver los esfuerzos por mostrar a Obama como un negociador flexible y razonable, y tildar de intransigentes a los republicanos.
Quizá el cambio más significativo en la posición de la residencia presidencial ha sido su aceptación de uno de los elementos básicos del debate: ligar el aumento de la deuda con la reducción del gasto público.
En un principio, la posición del mandatario fue un no rotundo.
"No tenemos por quíé jugar a ver quiíén cede primero con nuestra economía al ligar el aumento en el tope de endeudamiento a cosa alguna", sostuvo Jay Carney, vocero de la Casa Blanca, el 11 de abril.
Pero en cuestión de días, Obama inició el cambio de actitud de la Casa Blanca y dijo en una entrevista con The Associated Press que el aumento de la deuda no ocurriría sin algunas reducciones del gasto público.
Tres meses despuíés, la Casa Blanca ha tenido que aceptar la realidad política, no solamente reconociendo que los republicanos impedirían un aumento en el endeudamiento federal a no ser que vaya acompañado por una reducción del gasto público, sino tambiíén resaltando los beneficios de que ambos estíén ligados.
"La dinámica creada aquí, para bien o para mal -y creemos ahora que para bien- que ha ligado estos dos conceptos ha estado centrada en la necesidad de hacer algo importante en la reducción del díéficit", dijo Carney el miíércoles.
La Casa Blanca tambiíén tuvo que reajustar su posición sobre si Obama respaldaría un aumento temporal en el tope de endeudamiento para no incurrir en mora.
En una conferencia de prensa del 11 de julio, el presidente insistió que una medida temporal no es una alternativa que estaría dispuesto a considerar.
"Lo que no consideraríé es una extensión temporal de 30 días, de 60 días, de 90 días o de 180 días para solucionar el problema", advirtió Obama. "Somos los Estados Unidos de Amíérica, y no manejamos nuestros asuntos en incrementos de tres meses".
Ahora sus asesores sostienen que Obama estaría dispuesto a aprobar un aumento en el límite de endeudamiento por un par de días, siempre y cuando sea acordada una solución a largo plazo y solamente por el tiempo necesario que requieran los procedimientos burocráticos.