Por... PAUL WISEMAN
WASHINGTON -- Países acaudalados en todo el mundo están lidiando con deudas y problemas presupuestarios cuando tratan de recuperarse de la gran recesión y se preparan para el retiro de la generación de la posguerra, un fenómeno que desbarata todos los presupuestos.
Pero Estados Unidos está en peor situación que ningún otro.
La deuda federal estadounidense era igual a 95% de la economía global en los primeros tres meses del 2011, la quinta más alta en el Rastreador de la Economía Global de la Associated Press, un análisis de datos financieros y económicos de las 30 economías más grandes.
Cada año que el gobierno estadounidense se gasta más que lo que recauda por impuestos, registra un díéficit presupuestario. La deuda de 14,3 billones de dólares es la suma de todos los díéficit y superávit anuales.
Ahora que en Washington se discute sobre el incremento del límite de la deuda federal y el recorte del díéficit, Estados Unidos enfrenta obstáculos que no existen en otros países. La recaudación de impuestos está a niveles bajos de acuerdo con los patrones históricos del país y los internacionales. Los costos de la salud son enormes y siguen subiendo. El sistema político está empantanado.
Esos problemas indican que el actual atolladero sobre la elevación del límite de la deuda y la reducción del díéficit es un preludio de un combate político aún más intenso.
"Como sociedad, nosotros tenemos que pagar más por las funciones del gobierno, aceptar menos en servicios gubernamentales o ambas cosas", dice Douglas Elmendorf, director de la Oficina Presupestaria del Congreso (CBO por sus siglas en inglíés). "Para muchas personas, ninguna de esas opciones es atractiva, pero no se las puede evitar por mucho tiempo".
Se pronostica que los ingresos federales por impuestos este año equivaldrán a 14,4% del producto interno bruto, de acuerdo con la Oficina de Administración y Presupuestos.
Esa es la proporción más baja desde 1950, mucho antes de que el Congreso aprobase programas enormes como el Medicare, el seguro de salud para los ancianos. La recaudación de impuestos ha sido reducida por la recesión y por recortes de impuestos implementados en el 2001 y el 2003. Entre los 29 países clasificados por la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico, solamente Japón y España recaudaron menos que Estados Unidos como porcentaje de sus PIB.
Cuando se trata de salud pública, Estados Unidos gasta el equivalente de 17,4% de su PIB, el mayor porcentaje entre las naciones desarrolladas. Le sigue en ese sentido Holanda, donde los gastos en salud equivalen a 12% del PIB. Entre los 34 países que pertenecen a la OCDE, los gastos en salud pública promediaron menos de 9,55 del PIB.
El impasse político agrava los problemas de la deuda estadounidense. Entre los cinco mayores países con calificación crediticia máxima de AAA de la agencia Moody's, Estados Unidos es el único que no ha elaborado un plan serio para controlar la deuda gubernamental, dijo Steven Hess, analista de deuda soberana de la agencia.
Estados Unidos es además el único de los cinco que carece de un sistema parlamentario, que permite al partido o coalición en el gobierno aprobar su agenda sin importar la oposición. Por ejemplo, tras asumir el control el año pasado en Gran Bretaña, los conservadores aprobaron un plan de austeridad que incluyó aumentos de impuestos y recortes de gastos.
Estados Unidos tiene un gobierno dividido: los demócratas controlan la Casa Blanca y los republicanos la mitad del Congreso. El esfuerzo para reducir el díéficit presupuestario y la deuda se ha empantanado en las disputas partidistas.