Por... Andríés Oppenheimer
Aunque mucho se ha escrito de que las economías latinoamericanas son en gran medida inmunes a las dificultades financieras de Estados Unidos, el acuerdo alcanzado por el presidente Obama con el Congreso para evitar caer en mora con la deuda norteamericana tendrá un impacto negativo en la región. Es cierto que las consecuencias habrían sido mucho peores si el gobierno no hubiese llegado a un acuerdo -ni siquiera a un mal acuerdo, como el alcanzado- y EE.UU. hubiese perdido su grado AAA de calificación.
Sin embargo, el acuerdo de la deuda norteamericana, un programa de reducción del díéficit de al menos $2.1 billones durante los próximos 10 años y recortes adicionales del gasto sugeridos por una comisión legislativa de 12 expertos que deberá expedirse antes del 23 de noviembre, muy probablemente retrase aún más la ya tímida recuperación económica y afecte en mayor o menor medida a todos los países latinoamericanos.
Osvaldo Kacef, el encargado de desarrollo económico de la Cepal, con sede en Santiago de Chile, me dijo que el acuerdo de la deuda afectará a Amíérica Latina en el corto plazo, porque producirá una desaceleración del crecimiento norteamericano que conllevará a una reducción de las importaciones y una disminución del flujo de turistas estadounidenses hacia la región.
"El impacto más inmediato lo van a recibir los países que tienen un comercio más intenso con Estados Unidos, que son Míéxico y los países de Centroamíérica", dijo Kacef.
Para los exportadores de materias primas de Amíérica del Sur, incluyendo los países petrodependientes como Venezuela o Ecuador, los exportadores de minerales como Chile y Perú, y los exportadores agrícolas como Brasil y Argentina, el impacto será indirecto. Según explicó Kacef, la disminución en el crecimiento estadounidense afectará a China, el principal comprador de las exportaciones de esos países sudamericanos.
Eduardo Borensztein, especialista en Sudamíérica del BID, con sede en Washington, me señaló que "las economías latinoamericanas crecerán a tasas más lentas, pero no será para nada catastrófico. El impacto será desigual: Míéxico y Amíérica Central serán más vulnerables que Sudamíérica".
Otros economistas temen que, tarde o temprano, los recortes presupuestarios incluyan la ayuda externa de Estados Unidos a países pequeños de Centroamíérica y el Caribe.
Entre los economistas más optimistas con los que hablíé está Alberto Bernal, de Bulltick Capital. Según íél, ni siquiera una desaceleración norteamericana podría afectar las exportaciones sudamericanas, siempre que la desaceleración no degenera en una recesión.
"Si el crecimiento de Estados Unidos se reduce del 2.5 por ciento al 1.7 por ciento anual, como se espera, tendrá un impacto mínimo sobre el crecimiento económico latinoamericano, con excepción de Míéxico", me dijo Bernal.
"Pero si Estados Unidos entra en recesión, eso sería otra historia."
Mi opinión: Soy razonablemente optimista con las perspectivas de Estados Unidos a mediano plazo. A diferencia de Europa, en Estados Unidos existe un cierto consenso social de que hay que ajustarse el cinturón. Mientras en Europa la gente sale a la calle para protestar contra los ajustes, en Estados Unidos los que más gritan son quienes quieren recortes aún mayores.
Y a diferencia de lo que ocurre en China, existe una relativa transparencia que permitirá que el dólar siga siendo la moneda mundial de último recurso para un futuro previsible. Además, espero que los economistas tengan razón al afirmar que existe un 70 por ciento de probabilidades de que Estados Unidos sufrirá una desaceleración, y no una recesión.