Respuesta de emergencia para salvar el euro
por Nuria Salobral en Cinco Días
El mercado ha vuelto a dictar con contundencia el guion esta semana a las instituciones europeas, incluido especialmente el BCE. La cumbre de líderes europeos del pasado 21 de julio, en la que los responsables políticos de la Unión Europea se congratulaban por haber alcanzado un segundo rescate para Grecia con el que dar un nuevo y determinante impulso a la supervivencia de la UE, se cerró en falso. Los mercados se han encargado de poner en evidencia que ese pacto no daba una respuesta profunda al problema del elevado endeudamiento de grandes economías de la zona euro, como la española y la italiana, y en estos días ha atacado con virulencia extraordinaria ese eslabón que había quedado suelto.
España e Italia se han asomado esta semana al abismo del default, con niveles de prima de riesgo que se acercan peligrosamente al punto en el que fue necesaria la intervención de los países ya vencidos, como Grecia, Irlanda o Portugal. Pero, una vez asegurada en la última cumbre europea la capacidad de pago de estos últimos, la UE aún no dispone de los mecanismos efectivos para frenar el ataque especulativo sobre España e Italia. Como sucede de forma reiterada desde el inicio de la crisis de deuda soberana, ha sido necesario que casi volvieran a romperse las costuras de la zona euro para que Bruselas reaccionara. Y su anuncio ha sido tener listo para septiembre la nueva versión de la Facilidad Europea de Estabilización Financiera (EFSF), en la que será posible que este fondo de rescate compre deuda de los países en mayores apuros en el mercado secundario, aunque sin comprometerse a elevar su cuantía. Los mercados ya han recordado estos días que para que su actuación sea realmente efectiva, y a la vista del elevado tamaño de las economías dañadas, su dotación debe ampliarse desde los 440.000 millones de euros actuales. Al menos sería necesarios 625.000 millones más, según cálculos de Merrill Lynch.
Antes será preciso contar con el aprobado parlamentario de los países que tendrán que contribuir a ese fondo común, trámite espinoso que promete revelar de nuevo la reticencia de países como Alemania u Holanda a acudir en socorro de los vecinos poco rigurosos con su deuda.
El tiempo vuelve a correr en contra, con los mercados pisando los talones a la UE. "El problema crítico es que las competencias de la EFSF tienen que ser modificadas y ratificadas por los Parlamentos nacionales", advierte Credit Suisse, que apunta que la fórmula con la que contener el ataque especulativo hasta que eso suceda está en la compra de bonos por parte del BCE. En ese relevo está la clave para que España e Italia no se desboquen a niveles irrecuperables, arrastrando con ellas al siguiente país en el disparadero, Bíélgica.
Jean-Claude Trichet, presidente del BCE, defraudó gravemente con su mensaje críptico sobre si estaba o no por la labor de comprar deuda española e italiana. Su ambigí¼edad enfureció al mercado, si bien poner freno a la marea vendedora es una tarea titánica que el BCE difícilmente podría resolver en solitario. De hecho, la entidad accedió a que la banca privada participe en la refinanciación de la deuda griega a cambio de no ser el único responsable de contener a los mercados a travíés de la compra de deuda y tendría intención de condicionar nuevas adquisiciones a que Italia y España profundicen en sus reformas. Hasta el momento, ha adquirido 74.000 millones de euros de bonos griegos, portugueses e irlandeses, que representan apenas el 12% del volumen de deuda soberana de los tres países. Y para un compromiso semejante con España e Italia sería necesario comprar bonos por unos 230.000 millones de euros, según Merrill Lynch. Motivo más que suficiente para dotar a la UE de más armas.
Más daño aún sin la divisa
El pulso que mantienen los mercados y las instituciones europeas, a las que ponen una y otra vez al límite, ha alcanzado esta semana una intensidad que hace temer por la misma supervivencia del proyecto de construcción europea. Credit Suisse concede solo un 10% de probabilidades reales a que la zona euro salte por los aires y advierte que el coste de su derrumbe sería mayor que el de su rescate. Así, apunta que el coste de reducir la deuda soberana a unos niveles sostenibles sería de unos 250.000 millones de euros, frente al impacto de 420.000 millones que calcula para una salida de España, Portugal y Grecia de la zona euro, dada la exposición de la banca europea a su deuda.
Añade además que Grecia hará lo posible por no abandonar la moneda única, ya que con la vuelta al dracma su PIB podría caer hasta un 20%.