S&P actuó de manera oportuna
La bajada de calificación de la deuda estadounidense por parte de Standard & Poor's no podría haber llegado en mejor momento. Puede que los mercados se tambaleen, pero las tasas de interíés están en mínimos históricos y no faltan compradores para los bonos como la mejor garantía ante otro posible hundimiento financiero. Habrá turbulencias cuando las Bolsas vuelvan a la actividad hoy, pero si la agencia hubiera esperado a que los mercados actuaran en primer lugar las consecuencias habrían sido mucho más severas.
Despuíés de todo, la decisión no es ninguna sorpresa. S&P no ocultó lo que esperaba de la batalla sobre el techo de deuda de las últimas semanas. Quería una reducción del díéficit de cuatro billones de dólares y un plan creíble a largo plazo. No tuvo ninguna de las dos cosas.
Pese a las expectativas de una rebaja en la calificación, la pasada semana los inversores compraron deuda estadounidense. Los bonos a diez años cayeron al 2,34%. Con pocas alternativas, hará falta más que la rebaja de una sola agencia para cambiar el estatus estadounidense de reserva segura en tiempos de duda. Además, la triple A que mantienen Fitch y Moody's justificará que no se produzcan ventas entre los operadores con órdenes de conservar únicamente deuda con la máxima calificación.
Es difícil pensar una decisión de S&P que hubiera tenido un efecto más saludable sobre los mercados. Conservar la AAA+ despuíés de sus afirmaciones previas hubiera dañado la credibilidad de la firma ante los inversores incluso más que el error de dos billones de dólares cometido.
Aún peor hubiera sido enviar a Washington el mensaje de que sus líos podrían cerrarse sin consecuencias. Es preferible para S&P señalar los errores de los líderes estadounidenses antes de que lo hagan los inversores. Las tribulaciones de la eurozona sirven ahora como admonición sobre la velocidad a la que se pierde la confianza, y cuán difícil es recobrarla.
La rebaja sirve, en suma, para que los legisladores estadounidenses se den cuenta de que su incapacidad de gobernar y su deseo de mantener rehenes a los acreedores tiene consecuencias. Mejor perder la triple A como aviso que esperar a que los mercados desencadenen su ira.
Por Agnest T. Crane