Entre tanto artículo señalando que el cielo se va a desplomar, es necesario traer a estas páginas una opinión optimista y más si viene de la mano del profesor emíérito de Economía en la Universidad de Princeton y autor del famoso libro "Un paseo aleatorio por Wall Street", Burton Malkiel. A pesar de la gran cantidad de vientos en contra que sufre la economía global, Malkiel no cree que sea momento de vender sus acciones.
El crecimiento se ha reducido a una velocidad casi nula, y el Producto Interno Bruto creció menos de 1% anual en el primer semestre. El gasto real de los consumidores ha sido negativo en los últimos dos trimestres. Standard & Poor’s rebajó la calificación de riesgo crediticio de Estados Unidos, citando un progreso inadecuado en Washington en la solución de problemas fiscales de larga data. Los consumidores todavía están excesivamente endeudados y las finanzas de los hogares están en un equilibrio precario. Los precios de las viviendas, luego de drásticas caídas, amenazan con bajar todavía más. La tasa de desempleo está estancada por encima de 9% e incluso los analistas más optimistas divisan escasas posibilidades de un descenso significativo, aunque una tibia recuperación económica se reanude en la segunda mitad del año. Por si esto fuera poco, Europa no ha solucionado realmente sus problemas económicos. Las perspectivas de crecimiento son sombrías. En EE.UU., las políticas del gobierno son disfuncionales e impotentes para ayudar a reducir el desempleo. La política monetaria, que ha empujado a las tasas de interíés casi a cero y a las tasas de la deuda pública estadounidenses a 10 años a 2,5%, parece haberse quedado sin municiones. Y, por supuesto, la fuerte caída en los precios de las acciones tiene un efecto patrimonial negativo y consecuencias perniciosas para la confianza de los consumidores.
Todas estas razones que cita Malkiel deberían hacernos huir del mercado de acciones. Pero el profesor de la Universidad de Princeton cree que sería un grave error entrar en pánico y vender. Y cita las siguientes razones:
1. Las acciones hoy en día son baratas. La relación precio- ganancia supera apenas 13 y el cálculo de esa relación a futuro, que utiliza las ganancias pronosticadas, ha caído a menos de 12. Esos múltiplos son bajos en relación a los antecedentes históricos y son especialmente bajos en comparación con el rendimiento del bono estadounidenses a 10 años que se ubica en 2,5%. Los rendimientos de dividendos de 2,5% tambiíén se comparan favorablemente con los valores a 10 años. Los múltiplos no parecen baratos en relación a las ganancias promedio a 10 años, pero las utilidades de hoy son tanto más altas que un promedio de 10 años no es una buena estimación de la capacidad de ganar dinero de las empresas.
2. La estructura de las ganancias de las empresas estadounidenses refleja cada vez más la actividad económica en el extranjero— incluyendo a los mercados emergentes de crecimiento acelerado— más que la actividad en EE.UU. Esa es la razón por la que las ganancias corporativas han estado incrementándose tan rápidamente a pesar del tibio crecimiento en EE.UU.
3. Las cuentas de los hogares están mejorando. La relación entre deudas e ingresos ha mejorado considerablemente desde 2008, aunque todavía tienen mucho para mejorar. Los pagos por servicio de deuda de los hogares en relación a los ingresos han caído fuertemente a los niveles de los años 80 y 90. El reciente descenso en los precios del petróleo tambiíén ayuda a la situación financiera de los consumidores. Y los balances de las empresas están inusualmente saludables.
4. Si cree que los mercados no se equivocan recuerden la frase del fallecido economista Paul Samuelson: “La bolsa predijo nueve de las últimas cinco recesionesâ€.
El consejo de Burton Malkiel es que se mantengan firmes. “Nadie nunca se volvió rico por ser un pesimista a largo plazo sobre la evolución de EE.UU. y dudo que alguien lo vaya a hacer en el futuroâ€. Además está tan convencido de sus pronósticos que recomienda vendes algunos bonos y comprar acciones, si las alzas en los precios de los bonos y las caídas en los de las acciones han producido una asignación de activos que sobrepondera a la renta fija de lo que es apropiado según su horizonte de tiempo y su tolerancia al riesgo. “De aquí algunos años va a estar contento de que lo hizoâ€, concluye.