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Autor Tema: La función de las Coincidencias  (Leído 1210 veces)

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La función de las Coincidencias
« en: Agosto 17, 2011, 05:28:10 pm »
La función de las Coincidencias

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Decir que las coincidencias son mensajes codificados provenientes de la inteligencia no circunscrita, plantea a la vida como una novela de misterio.

Presta atención, busca pistas, descifra su significado y; al final, la verdad será revelada. En muchos sentidos, eso es exactamente lo que pasa. Despuíés de todo; la vida, es el misterio más grande.

Lo que hace que la vida sea misteriosa, es que nuestro destino parece estar oculto para nosotros; y sólo al final de la existencia estaremos en posición de mirar hacia atrás y ver el camino recorrido.

En retrospectiva, la historia de nuestra vida parece perfectamente lógica. Es fácil seguir el hilo de continuidad; alrededor del cual, hemos trenzado nuestras experiencias.

Incluso ahora; en cualquier punto que te encuentres de tu vida, puedes mirar hacia atrás y ver con cuánta naturalidad ha fluido tu vida de un hito a otro, de un lugar o empleo a otro, de un conjunto de circunstancias a otro completamente diferente.

Observa cuan sencillo pudo haber sido para ti; de sabido, hacia dónde conducí­a tu camino. La mayorí­a se pregunta: " ¿Por quíé me preocupaba tanto? ¿Por quíé fui tan duro conmigo, con mis hijos?"

Si pudiíéramos vivir en el nivel de la mente todo el tiempo, no necesitarí­amos esperar a ver en retrospectiva para conocer las grandes verdades de la vida. Las sabrí­amos de antemano.

Participarí­amos en la creación de la aventura de nuestra vida.

El camino serí­a evidente; y no necesitarí­amos señales, pistas ni coincidencias.

Sin embargo, la mayorí­a no vive en el nivel del alma. Por eso, lo único que puede mostrarnos la voluntad del Universo, son las coincidencias. Todos hemos experimentado coincidencias en nuestra vida. La palabra misma describe perfectamente su significado: co significa con; incidencia significa suceso.

Así­ pues, las coincidencias son sucesos que ocurren con otros acontecimientos, dos o más sucesos que pasan al mismo tiempo. Como la experiencia de la coincidencia es universal, la mayorí­a tendemos a restarle importancia. Son momentos extraños de la vida que nos maravillan; y olvidamos, al poco tiempo.

Las coincidencias, son mucho más que una fuente de diversión. Una coincidencia, es una pista que nos indica la intención del espí­ritu universal y; como tal, es rica en significados.

Algunas personas utilizan la frase "coincidencia significativa", al hablar de sucesos que ocurren al mismo tiempo; y que tienen algún significado especial, para quien los experimenta.

Sin embargo, creo que la frase «coincidencia significativa» es redundante, pues todas las coincidencias los son. Si no fuera así­, no existirí­an. El hecho mismo de que ocurran ya es significativo; sólo que a veces, somos capaces de entender su significado y otras no.

¿Quíé significan las coincidencias? La parte más profunda de tu ser lo sabe; pero hay que atraer ese conocimiento a la superficie. El significado no proviene de la coincidencia misma; sino de ti, de la persona que la experimenta.

De hecho, sin nuestra participación, ningún suceso tendrí­a significado, el Universo entero carecerí­a de significado. Somos nosotros quienes damos significado a los acontecimientos; y lo hacemos, a travíés de la intención.

Las coincidencias son mensajes del ámbito no circunscrito, que nos indican cómo actuar para hacer que nuestros sueños -intenciones- se manifiesten.

Así­ pues, primero debes tener una intención; y luego, ponerte en contacto con tu ser espiritual. Sólo entonces, podrás utilizar las coincidencias para satisfacer tus intenciones.

Tener una intención es fácil, tan fácil como formular un deseo. Ser más espiritual, es difí­cil. Muchas personas que se creen espirituales no se han sumergido aún en el vasto ocíéano de la fuerza espiritual; más bien, nadan en la superficie alejadas de las profundidades de la experiencia universal.




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Re: La función de las Coincidencias
« Respuesta #1 en: Agosto 17, 2011, 05:32:08 pm »
MILAGROS EN EL MUNDO REAL

Los milagros son un fenómeno real. En todas las tradiciones se habla de milagros; pero cada una, utiliza un lenguaje diferente. Decimos que un suceso es milagroso, cuando el resultado deseado se manifiesta de manera sorprendente:

Queremos sanar de una terrible enfermedad, adquirir riquezas materiales o hallar nuestro objetivo. Cuando esto sucede, decimos que es milagroso.

Alguien tiene una intención, un deseo o un pensamiento y entonces eso ocurre. Un milagro, es un ejemplo dramático de lo que pasa cuando una persona es capaz de aprovechar el ámbito espiritual; y de aplicar una intención, para manifestar su destino.

Díéjame darte un ejemplo de una notable coincidencia.

David estaba enamorado de una mujer llamada Joanna. í‰l la amaba profundamente, pero no estaba seguro de querer comprometerse y casarse. Finalmente, decidió que la llevarí­a a un parque y que ahí­ se le declararí­a. Todaví­a recelaba del compromiso; pero esa mañana, al despertar, se sintió invadido por una sensación de paz, de que todo estarí­a bien. David extendió el mantel sobre el pasto; y mientras reuní­a el valor para formular la pregunta, pasó sobre ellos un avión con un cartel publicitario. Joanna volteó a verlo y preguntó: «¿Quíé dirá el letrero?» Sin pensarlo, David contestó: «Dice: „Joanna, ¿quieres casarte conmigo?‟» Ambos miraron con más cuidado y en efecto el letrero decí­a: «Joanna, ¿quieres casarte conmigo?» Ella se echó en sus brazos, se besaron y, en ese momento, David supo que casarse con ella era lo mejor que podí­a hacer. Al dí­a siguiente, leyeron en el periódico que otra persona se habí­a declarado a su novia Joanna con un letrero en el parque; el avión pasó en el momento justo, para David. Esta notable coincidencia fue una pista, un milagro, que le indicaba a David su futuro. Ellos siguen felizmente casados hasta ahora.

Las personas que no se interesan en la espiritualidad, atribuyen esta clase de sucesos a la suerte. Creo que la suerte; al menos como normalmente la entendemos, no tiene nada que ver con esto. Lo que la mayorí­a llama suerte, no es nada más ni nada menos que la aplicación de la sincronicidad en el cumplimento de nuestras intenciones.

Luis Pasteur; el cientí­fico que descubrió que los microbios pueden provocar enfermedades, afirmó: "El azar favorece a la mente preparada".

Esto puede trasladarse a una sencilla ecuación: «Oportunidad + Preparación = Buena Suerte». A travíés de las lecciones del sincrodestino, es perfectamente posible adoptar un estado de ánimo que permita ver; que en la vida existen momentos oportunos y que cuando los identificamos y aprovechamos, pueden cambiar todo. «Suerte» es la palabra que utilizamos en el mundo moderno para nombrar, lo milagroso.

Así­ pues, sincronicidad, “coincidencia significativa”, milagro o buena suerte, son distintas formas de referirse al mismo fenómeno. Como hemos visto, la inteligencia del cuerpo se manifiesta a travíés de la coincidencia y la sincronicidad. Tambiíén, la inteligencia más amplia de la naturaleza y el ecosistema -la gran red de la vida- y la inteligencia fundamental del Universo.

Cuando empezamos a considerar las coincidencias como oportunidades, cada una adquiere significado. Cada coincidencia se convierte en una oportunidad, para la creatividad. Cada coincidencia se convierte en una oportunidad, para convertirte en la persona que el Universo quiere que seas.

Esta es la verdad última del sincrodestino: La suma total del Universo está modificándose para crear tu destino personal. Para ello utiliza «conexiones no circunscritas y no causales».

¿Quíé son las conexiones no causales?

Si analizamos todos los sucesos inconexos de nuestra vida, todos tienen una historia entrelazada con un destino personal.

No causal significa, que los sucesos están relacionados entre sí­; pero no por una, relación directa de causa y efecto, por lo menos en la superficie. Son no causales sin causa.

Es imposible imaginar siquiera, la complejidad de las fuerzas que están detrás de cada acontecimiento de nuestras vidas.

Existe una combinación de coincidencias; el ámbito no circunscrito teje la red del karma o destino, para crear la vida personal de cada individuo, tu vida o mi vida. La única razón por la que no experimentamos la sincronicidad en nuestra vida diaria, es porque no vivimos desde el nivel en donde está ocurriendo. Normalmente percibimos sólo relaciones de causa y efecto: Esto causa eso, que causa esto otro, que causa aquello: Trayectorias lineales. Sin embargo, debajo de la superficie ocurre algo más. Existe toda una red de conexiones; invisibles, para nosotros. Cuando se hacen evidentes, vemos cómo nuestras intenciones están entretejidas en esta red, que es contextual, condicional, holí­stica y rica, a diferencia de nuestra experiencia superficial.

Con frecuencia, caemos en comportamientos rutinarios; seguimos los mismos patrones y actuamos de manera predecible, dí­a tras dí­a. Programamos nuestra mente; y sólo continuamos poniendo un pie, delante del otro. ¿Cómo podrí­an ocurrir milagros si simplemente marchamos mecánicamente por la vida, sin pensar ni estar conscientes?

Las coincidencias son señalamientos en el camino que atraen nuestra atención hacia algo importante de nuestras vidas, atisbos de lo que ocurre más allá de las distracciones cotidianas. Podemos ignorar esas señales y seguir adelante; o podemos prestarles atención, y vivir el milagro que está esperándonos.

Cuando estaba concluyendo mi formación como míédico, supe que me especializarí­a en neuroendocrinologí­a, el estudio del funcionamiento de las sustancias quí­micas del cerebro. Desde entonces, sabí­a que íése es un lugar donde la ciencia y la conciencia se tocan, y querí­a explorarlo.

Solicitíé una beca, para estudiar con uno de los endocrinólogos más prominentes del mundo. Este respetado cientí­fico estaba realizando investigaciones dignas del premio Nobel; y ansiaba poder aprender de íél. Entre miles de solicitantes, fui uno de los seis elegidos para trabajar con íél, ese año.

Poco despuíés de que empezamos, percibí­ que su laboratorio tení­a más que ver con la gratificación del ego que con la verdadera ciencia. Los tíécnicos íéramos tratados como máquinas; y se esperaba que produjíéramos trabajos de investigación en serie, listos para publicarse. Aquello era tedioso y frustrante. Era terrible y decepcionante trabajar con alguien tan famoso, tan respetado y sentirse tan desdichado como me sentí­a. Habí­a asumido muy ilusionado el puesto; pero no hací­a nada más que inyectar sustancias quí­micas a las ratas, todo el dí­a. Cada mañana, revisaba la sección de anuncios clasificados del periódico Boston Globe; consciente de mi desilusión, pero pensando que el camino que estaba siguiendo era el único posible.

Recuerdo haber leí­do un pequeño anuncio de un puesto en la sala de emergencias de un hospital local. De hecho; cada mañana, cuando abrí­a el periódico, veí­a ese pequeño anuncio. Aunque lo hojeara rápidamente, siempre lo abrí­a en la misma página, en el mismo sitio. Lo veí­a e inmediatamente lo sacaba de mi mente. En el fondo, me imaginaba a mí­ mismo trabajando en esa sala de emergencias y ayudando a las personas en vez de seguir inyectando ratas; pero mi sueño habí­a sido tener esa beca, con el renombrado endocrinólogo.

Un dí­a, ese endocrinólogo me trató de manera cruel y degradante. Discutimos y salí­ a la sala e espera para calmarme. Sobre la mesa estaba el Boston Globe abierto en la página del pequeño nuncio, ese mismo anuncio que habí­a estado ignorando durante semanas. La coincidencia era demasiado evidente como para ignorarla.

Todo cayó finalmente en su lugar. Supe que estaba en el lugar equivocado, haciendo las cosas equivocadas. Estaba harto de la rutina, del ego de ese endocrinólogo, de las ratas, del sentimiento de no estar haciendo lo que mi corazón querí­a hacer.

Regresíé a la oficina y renunciíé. El endocrinólogo me siguió al estacionamiento gritando a los cuatro vientos que mi carrera estaba acabada, que íél se encargarí­a de que nadie me contratara.

Con su voz retumbando todaví­a en mis oí­dos; subí­ a mi auto, fui directamente a aquella pequeña sala de emergencia, solicitíé el puesto y empecíé a trabajar ese mismo dí­a. Por primera vez, pude tratar y ayudar a personas que realmente estaban sufriendo; por primera vez en mucho tiempo, me sentí­ feliz.

El anuncio del Boston Globe me habí­a hecho señas durante semanas, pero las habí­a ignorado. Finalmente, me di cuenta de la coincidencia y pude cambiar mi destino. Aunque parecí­a que el trabajo de laboratorio era lo que habí­a deseado toda mi vida; el hecho de prestar atención a esta coincidencia, me permitió romper con mis patrones habituales. Era un mensaje sólo para mí­, una señal personalizada. Todo lo que habí­a hecho hasta ese momento, eran preparativos para ese cambio. Algunos pensaron que la beca misma habí­a sido un error, pero si no la hubiera obtenido; tal vez, no habrí­a estado en Boston. Y si no hubiera estado trabajando en el laboratorio del endocrinólogo; tal vez, no habrí­a visto ese anuncio y nunca hubiera escuchado el llamado de mi corazón. Tuvieron que ocurrir muchas cosas para que esta parte de mi vida, se desarrollara como lo ha hecho.

De acuerdo con un poema de Rumi, uno de mis literatos y filósofos favoritos: "íésta no es la realidad real. La realidad real, está detrás del telón. En verdad no estamos aquí­; íésta es nuestra sombra". Lo que experimentamos como realidad cotidiana, es sólo una representación de sombras. Detrás del telón está un alma viviente, dinámica e inmortal, que está más allá del tiempo y el espacio. Si actuamos desde ese nivel, podemos influir conscientemente en nuestro destino. Esto ocurre a travíés de la sincronización de relaciones, aparentemente no causales, que dan forma a un destino. De aquí­ el sincrodestino. En el sincrodestino participamos conscientemente en la creación de nuestras vidas, por medio del entendimiento del mundo que está más allá de nuestros sentidos, el mundo del alma.


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Re: La función de las Coincidencias
« Respuesta #2 en: Agosto 17, 2011, 05:34:09 pm »
LA COINCIDENCIA DEL UNIVERSO

Nada existirí­a; absolutamente nada, de no haber sido por una notable serie de coincidencias. Una vez leí­ un artí­culo en el que un fí­sico describí­a el Big Bang; que dio origen, a nuestro Universo. En ese momento, el número de partí­culas que se crearon fue ligeramente mayor, al número de antipartí­culas. Las partí­culas y las antipartí­culas chocaron; y se aniquilaron entre sí­, llenando el Universo de fotones.

Debido al desequilibrio inicial hubo algunas partí­culas que sobrevivieron a la aniquilación; y íéstas dieron origen a lo que conocemos como mundo material. Tú, yo y el resto del Universo -incluyendo estrellas y galaxias- somos restos del momento de la creación. El número total del partí­culas que quedaron es de 10m (Esto es, el número 1 seguido por 80 ceros). Si el número de partí­culas hubiera sido un poco mayor, las fuerzas gravitacionales hubieran forzado al joven Universo a colapsarse en sí­ mismo formando un enorme hoyo negro, lo que significa que no habrí­a tú y yo, estrellas ni galaxias. Si el número de partí­culas de materia hubiera sido un poco menor; el Universo se habrí­a expandido tan rápidamente, sin opción para que las galaxias se formaran como lo hicieron.

Los primeros átomos fueron de hidrógeno. Si la poderosa fuerza que sostiene el núcleo de un átomo hubiera sido un poco más díébil, el deuterio -estado por el que atraviesa el hidrógeno antes de convertirse en helio- no habrí­a existido y el Universo hubiera continuado siendo hidrógeno puro. Si, por otra parte, las fuerzas nucleares hubieran sido un poco más fuertes, todo el hidrógeno se habrí­a quemado rápidamente dejando a las estrellas sin combustible. Así­ pues, tal como las fuerzas gravitacionales necesitaban tener exactamente la fuerza que tuvieron, las fuerzas electromagníéticas que mantienen los electrones en su lugar, necesitaban ser exactamente como fueron, ni más fuertes ni más díébiles, para que las estrellas se convirtieran en supernovas y los elementos pesados se desarrollaran.

El proceso del carbono y del oxí­geno, esenciales para el crecimiento de organismos biológicos, requirió y requiere muchas coincidencias desde el momento del Big Bang. El hecho de que tú y yo existamos, y que el Universo, las estrellas, las galaxias y los planetas existan, ¡es un suceso muy improbable! ¡Una absoluta coincidencia! Un milagro que se remonta al principio del tiempo.

De haber podido ver el Universo en un momento determinado de esa íépoca, hubiera sido imposible distinguir el patrón general que estaba desarrollándose. Cuando las estrellas se estaban formando, no habrí­amos podido imaginar a los planetas; por no mencionar a las jirafas, las arañas, las aves y los humanos. Cuando el espermatozoide se unió al óvulo para crear al ser humano que eres ahora, nadie podí­a haber imaginado la increí­ble historia de tu vida, las fantásticas vicisitudes de tu pasado, las personas que conocerí­as, los hijos que tendrí­as, el amor que generarí­as, la huella que dejarí­as en este mundo.

No obstante; aquí­ estás, una prueba viviente de los milagros cotidianos. El hecho de que no podamos ver los milagros como vemos los trucos de magia; con su gratificación instantánea, no significa que no estíén ocurriendo. Muchos milagros necesitan tiempo para revelarse y poder ser apreciados.

Voy a contarte otro ejemplo de mi vida, para ilustrar el funcionamiento pausado de la sincronicidad. Todo empezó cuando tení­a diez u once años; un dí­a en que mi padre nos llevó a mi hermano y a mí­ a ver un partido de criquet, entre la India y las Indias Occidentales. Los paí­ses del Caribe tení­an maravillosos jugadores de criquet; algunos podí­an lanzar la pelota a 95 millas, por hora. Las Indias Occidentales estaban apaleando a India por cinco carreras, lo que es un desastre en criquet. Fue entonces, que entraron en escena dos jóvenes jugadores. Para proteger su privacidad, los llamaríé Saleem y Mohán.

Estos jugadores eran sorprendentes. Refinaron el juego, defendieron cada pelota y anotaron «sixers» una y otra vez. Gracias a ellos, el equipo hindú ganó este juego imposible. Las celebraciones casi terminan en motí­n; la gente, quemó los palos de criquet. Para mi hermano y para mí­, estos dos jugadores se convirtieron en híéroes. Todo lo que hadamos era soñar en el criquet. Formamos un club de este deporte, y empezamos un álbum de recortes para coleccionar información sobre Mohán y Saleem.

Cuarenta años despuíés viajaba por Australia en compañí­a de tres amigos. Era imposible tomar un taxi hacia el aeropuerto, porque estaban saturados debido a un partido de criquet entre los equipos de Australia y las Indias Occidentales. Tampoco siquiera podí­amos rentar un auto, porque todos estaban alquilados. Finalmente, el portero del hotel nos dijo que habí­a una limusina que iba rumbo al aeropuerto; habí­a otras personas en ella, pero estaban dispuestas a compartirla.

Nos sentimos afortunados por conseguir el aventón; y nos subimos al vehí­culo. En íél estaban una mujer llamada Kamla y un hombre. Durante el camino al aeropuerto, escuchamos al chofer gritar una y otra vez; y nos preguntamos, quíé estarí­a ocurriendo. Nos dijo que las Indias Occidentales estaban vapuleando al equipo australiano. En ese momento, mi mente se inundó totalmente con los recuerdos de aquel juego de mi infancia. Fue un sentimiento tan increí­ble, que no pude evitar comentarlo con los demás pasajeros. Aunque habí­a ocurrido varias díécadas atrás, aún podí­a relatarlo con detalle.

Cuando finalmente llegamos a la taquilla del aeropuerto, el agente le dijo a Kamla que su vuelo estaba programado para el dí­a siguiente. ¡Ella se habí­a equivocado de fecha! Preguntó si habí­a boletos para ese dí­a, pero todos los vuelos estaban vendidos.

Luego llamó a su hotel para reservar otra noche, pero íéste tambiíén estaba lleno debido al juego de criquet.

Nosotros le sugerimos que nos acompañara a Brisbane. Uno de mis amigos le habló de la combinación de improbabilidades, de que las coincidencias son pistas que nos indican la voluntad del Universo. Ella terminó subiíéndose a nuestro vuelo.

En el avión, un pasajero hindú que estaba sentado a mi izquierda, me reconoció y sacó un ejemplar de uno de mis libros, «Las Siete Leyes Espirituales Del í‰xito».

Me pidió que se lo autografiara y yo le preguntíé su nombre.

-Ramu- contestó.

-Bien, Ramu, ¿cómo te apellidas?

-Menon -contestó.

-No eres hijo de Mohán Menon, ¿o sí­?

í‰l contestó que sí­.

¡Mohán Menon, habí­a sido mi híéroe díécadas atrás en ese partido de criquet! Hablíé con Ramu durante más de dos horas. Estaba totalmente sobrecogido por la emoción. Para mí­, era como estar hablando con el hijo de Babe Ruth. Le preguntíé si jugaba criquet; y me contestó que ya no, pero que en su momento habí­a alternado con algunos excelentes jugadores. Cuando le preguntíé con quiíénes, íél contestó: «Ravi Mehra». En ese momento, Kamla, que estaba sentada detrás de mí­, hizo una exclamación. Ravi Mehra era su hermano. Cuando empezaron a hablar, resultó que cada uno tení­a contactos de negocios que podí­an servir al otro; y más tarde pudieron ayudarse de tal modo que ambos obtuvieron grandes ganancias. Y yo fui el afortunado catalizador que transformó las vidas de estos dos extraños a los que acababa de conocer.

Cuarenta años despuíés de ese partido de criquet, la compleja e impredecible red de relaciones dio origen a una serie de oportunidades iníéditas. Uno nunca sabe cómo y cuándo reaparecerá una experiencia; uno nunca sabe cuándo una coincidencia nos guiará a la oportunidad de nuestra vida.

Atención e intención. La conciencia organiza su actividad en respuesta a la atención y a la intención. Aquello en lo que pones tu atención se llena de energí­a; aquello de lo que apartas tu atención pierde fuerza. Por otro lado, la intención es la clave para la transformación, como ya vimos. Puede decirse que la atención activa el campo de energí­a; y que la intención activa el campo de información, lo que da lugar a la transformación.

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Re: La función de las Coincidencias
« Respuesta #3 en: Agosto 17, 2011, 05:35:26 pm »
Cada vez que hablamos, transmitimos información a travíés de un campo de energí­a usando ondas sonoras. Cada vez que enviamos o recibimos un correo electrónico, utilizamos información y energí­a. La información está en las palabras que eliges; y la energí­a, es el impulso electromagníético que viaja por el ciberespacio. La información y la energí­a están inextricablemente unidas.

¿Has notado que cuando empiezas a prestar atención a una palabra, un color o un objeto en particular, suelen aparecer más frecuencia en tu entorno? Mi primer auto fue un Volkswagen Beetle. Yo nunca habí­a prestado mucha atención a los autos; y rara vez habí­a notado Volkswagens en la calle, pero despuíés de que compríé mi Beetle, empecíé a verlos por todos lados.

¡Parecí­a que uno de cada tres autos, era un Beetle convertible rojo! No es que estos autos estuvieran desempeñando un papel más importante en el Universo, pero mi atención hizo que cualquier cosa relacionada con ellos saltara a mi campo de atención.

Todos los dí­as ocurren millones de cosas que jamás entran en nuestra mente consciente: Sonidos de la calle, conversaciones de las personas que nos rodean, artí­culos del periódico que recorremos rápidamente con la vista, patrones en la ropa, colores de zapatos, aromas, texturas, sabores. Nuestra conciencia, sólo puede manejar una cantidad limitada de información, por lo que contamos con una atención selectiva.

Cualquier cosa en la que decidamos concentrar nuestra atención, atravesará el sistema de filtración de la mente. Por ejemplo, imagina que estoy hablando contigo en una fiesta. Tú y yo tenemos una conversación interesante; y el resto de la fiesta es sólo un murmullo de fondo. Entonces, algunas personas empiezan a hablar de ti en el otro extremo de la habitación; y de un momento a otro, empiezas a escuchar lo que están diciendo. El murmullo de la fiesta desaparece; y aunque yo estíé junto a ti hablándote al oí­do, tú no me escuchas. Así­ de poderosa es la atención.

En el mundo fí­sico, contamos con muchas maneras diferentes de obtener información: Periódicos, libros, televisión, radio, conversaciones por telíéfono, radios de onda corta. Todas estas formas de explotar esa clase de información -y muchas otras- están a nuestra entera disposición. Sólo tenemos que sintonizarlas con nuestros sentidos: Mirar, escuchar, sentir, oler y saborear el entorno que nos rodea. Pero si lo que queremos es explotar la información que está en el nivel del alma, necesitamos otra manera de obtenerla.

Normalmente no dirigimos nuestra atención hacia esa dimensión oculta; pero todo lo que ocurre en el mundo visible, ahí­ tiene sus raí­ces. Todo está conectado con todo lo demás. En el mundo espiritual esas conexiones se hacen visibles; pero en el fí­sico sólo las vislumbramos a travíés de las pistas que nos dan las coincidencias.

Así­ como la atención genera energí­a; la intención permite la transformación de esa energí­a. La atención y la intención son las herramientas más poderosas del experto en espiritualidad. Son ellas las que atraen una determinada clase díé energí­a; y una determinada clase de información.

Así­ pues, mientras más atención prestes a las coincidencias, más atraerás otras coincidencias que te ayudarán a aclarar su significado. La atención prestada a las coincidencias atrae la energí­a; y la pregunta «¿quíé significa?» atrae la información. La respuesta puede llegarte como una cierta idea, un sentimiento intuitivo, un encuentro o una nueva relación.

Puedes experimentar cuatro coincidencias aparentemente inconexas y comprender todo de repente al ver el noticiero de la noche: «Ah, ¡eso es lo que significaban!» Mientras más atención prestes a las coincidencias y más te preguntes por su significado, más frecuentemente ocurrirán y más evidente será su significado. En el momento en que eres capaz de percibir e interpretar las coincidencias, tu camino hacia la realización salta a la vista.

Para la mayorí­a de las personas, el pasado reside sólo en la memoria y el futuro sólo en la imaginación. Sin embargo en el nivel espiritual, el pasado, el futuro y todas las distintas probabilidades de la vida existen simultáneamente. Todo ocurre al mismo tiempo.

Es como si estuviíéramos reproduciendo un CD; el disco tiene 25 pistas, pero en este momento sólo estoy escuchando la número 1. Las demás pistas están en el disco en este mismo instante, sólo que no las estoy escuchando. Y si no soy consciente de ellas, puedo dar por hecho que no existen.

Si tuviera un reproductor de pistas de las experiencias de mi vida, podrí­a escuchar el ayer, el hoy o el mañana con la misma facilidad. Las personas que están sintonizadas con el yo profundo, pueden acceder a este ámbito profundo, porque ese yo no está separado del Universo.

Los budistas dicen, que tu «yo» es un «inter-ser»; que está interrelacionado, con todo lo que existe.

Eres una parte inseparable de la sopa cuántica, del cosmos.

Cí“MO FOMENTAR LAS COINCIDENCIAS

Ya sabemos que la atención que prestamos a las coincidencias atrae más coincidencias y que la intención revela su significado. De este modo las coincidencias se convierten en pistas que nos indican la voluntad del Universo y nos permiten su sincronicidad y aprovechar las infinitas oportunidades de la vida.

Sin embargo, con todos esos billones de fragmentos de información que nos están llegando en todo momento ¿cómo sabemos a quíé prestar atención?, ¿cómo evitamos estar buscándole significados a cada tasca de tíé, a cada comercial de televisión, a cada mirada de un desconocido en la calle? A la vez ¿cómo evitamos pasar por alto información valiosa?

Estas preguntas no tienen una respuesta fácil. Parte de aprender a vivir el sincrodestino consiste en aprender a ser instrumentos sensibles en nuestro entorno. Cierra los ojos un momento. Trata de percibir todo lo que hay en el ambiente. ¿Quíé sonidos escuchas? ¿Quíé estás oliendo, sintiendo o saboreando en este preciso instante? Pon tu atención en cada uno de tus sentidos individualmente y toma plena conciencia, de ellos.

Si no has practicado este ejercicio antes, es probable que hayas pasado por alto algunos de estos estí­mulos; no porque sean díébiles sino porque estamos tan acostumbrados a ellos que ya no les prestamos atención. Por ejemplo, ¿quíé sentiste?, ¿cuál era la temperatura?, ¿habí­a brisa o el aire estaba quieto?, ¿quíé partes de tu cuerpo estaban en contacto con la silla en la que estás sentado?, ¿notaste la presión en la parte posterior de tus muslos, en la parte baja de la espalda? ¿Quíé me dices de los sonidos? La mayorí­a podemos distinguir fácilmente el ladrido lejano de un perro o el ruido de niños que juegan en la habitación contigua, pero ¿quíé hay de los sonidos más sutiles? ¿Escuchaste el ruido del calentador o del aire acondicionado?, ¿percibiste tu respiración o los gruñidos de tu estómago?, ¿quíé me dices del barullo del tránsito?

Las personas sensibles a los acontecimientos y estí­mulos de su entorno, son sensibles a las coincidencias que les enví­a el Universo.

Las pistas no siempre vendrán a travíés del correo o de la pantalla de la televisión (aunque a veces lo harán).

Pueden ser tan sutiles como el olor del humo de una pipa que entra por una ventana abierta y te recuerda a tu padre, lo que a su vez te recuerda un libro que le gustaba; y que por alguna razón llega a desempeñar un papel importante en tu vida en ese momento.

Por lo menos; una vez al dí­a, concíéntrate durante uno o dos minutos en alguno de tus cinco sentidos: Vista, oí­do, gusto, tacto u olfato, y permí­tete apreciar tantos aspectos de este sentido como sea posible. Aunque al principio te cueste trabajo, pronto lo harás con toda naturalidad.

Clausura los otros sentidos si te distraen demasiado. Por ejemplo, prueba distintos alimentos mientras te tapas la nariz y cierras los ojos; concíéntrate en la textura de la comida sin distraerte con su aspecto u olor.

Naturalmente tu atención se verá atraí­da por los estí­mulos más poderosos e inusuales; estos son los que debes observar con detenimiento. Mientras más inverosí­mil sea la coincidencia, más vigorosa será la pista. Si estás considerando casarte y tomas conciencia de los anuncios de los anillos de compromiso, íésa es una coincidencia menor, pues dichos anuncios abundan.

Sin embargo, si estás ponderando pedirle matrimonio a Joanna y en ese momento pasa sobre tu cabeza un letrero que dice: «Joanna, ¿quieres casarte conmigo?», la situación es totalmente inaudita y constituye un mensaje muy poderoso sobre el camino que el Universo, tiene planeado para ti.

Cuando surja una coincidencia, no la ignores. Pregúntate: «¿Cuál es el mensaje? ¿Quíé significa esto?» No tienes que salir a buscar las respuestas. Formula la pregunta y las respuestas surgirán. Pueden llegar como la comprensión repentina de algo, como una experiencia creativa espontánea o como algo muy diferente.

Tal vez conocerás a una persona, que estíé relacionada de algún modo con la coincidencia. Una conversación, una relación, un encuentro casual, una situación o un suceso te darán inmediatamente una pista sobre su significado. «¡Ah, se trataba de esto!»

Recuerda, cómo la discusión final que tuve con el endocrinólogo le dio significado al anuncio del Boston Globe que habí­a estado viendo y que hasta ese entonces ignoraba. La clave está en prestar atención y preguntar.

Otra cosa que puedes hacer para fomentar las coincidencias es llevar un diario de las coincidencias de tu vida. Despuíés de años de tomar notas las clasifico en pequeñas, medianas, bomba y doble bomba. Tú puedes hacerlo como se te haga más fácil. Para algunos; lo más sencillo es llevar un registro diario y subrayar o señalar palabras, frases o nombres de cosas que se manifiestan como coincidencias. Otros llevan un diario especial de coincidencias; utilizan una nueva página para cada coincidencia significativa, y apuntan en esa página otras conexiones con ese suceso.

A las personas que quieran ahondar con mayor profundidad en las coincidencias les recomiendo la recapitulación. í‰sta es una manera de tomar la posición de observador de tu vida y tus sueños, de modo que las conexiones, temas, imágenes y coincidencias se hagan más claras. Como nuestra conexión con el alma universal es mucho más evidente cuando soñamos, este proceso nos permite acceder a un nivel de coincidencias totalmente nuevo.

Cuando vayas a la cama por la noche; y antes de dormir, siíéntate unos minutos e imagina que estás viendo en la pantalla de tu conciencia todo lo que ocurrió durante el dí­a. Observa tu dí­a como si fuera una pelí­cula. Mí­rate despertando en la mañana, cepillándote los dientes, desayunando, conduciendo al trabajo, arreglando tus asuntos, regresando a casa, cenando; todo lo que haya ocurrido en el dí­a hasta el momento de ir a la cama. No tienes que analizar, evaluar o juzgar lo que ves; sólo ve la pelí­cula. Apríéciala completa. Incluso es posible que repares en cosas que no te parecieron importantes en su momento. Tal vez notes que el color del cabello de la mujer que estaba detrás del mostrador de la farmacia era el mismo que tení­a tu madre cuando eras niño. O tal vez prestes especial atención al chiquillo que lloraba; mientras su madre lo arrastraba, por el pasillo del supermercado. Es sorprendente la cantidad de cosas que puedes ver en la pelí­cula de tu dí­a, que tal vez no notaste conscientemente durante el dí­a.

Mientras ves cómo pasa tu dí­a en la pelí­cula, aprovecha la oportunidad de observarte objetivamente. Tal vez te veas haciendo algo que te enorgullece en especial; a veces te verás haciendo cosas, vergonzosas. Te repito: El objetivo no es evaluar, sino obtener un poco de información sobre el comportamiento del protagonista, de ese personaje que eres tú.

Cuando hayas concluido la recapitulación, que puede durar sólo cinco minutos o hasta media hora, di estas palabras para ti: "Todo lo que he observado, esta pelí­cula de un dí­a de mi vida, está guardada en un lugar seguro. Puedo evocar esas imágenes en la pantalla de mi conciencia, pero tan pronto como las dejo ir, desaparecen. La pelí­cula ha terminado".

Luego, cuando vayas a dormir, afirma: "Así­ como he recapitulado el dí­a, doy instrucciones a mi alma, a mi espí­ritu y a mi subconsciente para que observen mis sueños". Al principio tal vez no notes cambios, pero si practicas cada noche durante algunas semanas, empezarás a tener una experiencia muy ní­tida de que el sueño es el escenario y de que tú eres la persona que está observando todo.

Cuando despiertes en la mañana, recapitula la noche tal como recapitulaste el dí­a al anochecer.
Deepak Chopra

lauramsagra

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Re: La función de las Coincidencias
« Respuesta #4 en: Agosto 22, 2011, 10:59:16 pm »
Nada nos pasa por casualidad, bueno esto es mi teorí­a, siempre pienso que todo ocurre por algo, nos guste o no, las señales existen, nuestro futuro esta marcado en ellas, aunque cada vez me gusta mas lo de disfrutar el presente,
 Cuando algo pasa que no nos gusta, siempre lo aplicamos a mala suerte, Pero yo no lo creo asi, siempre pienso que de eso tengo que aprender algo,y si es desagradable pues a no propiciar mas esto en lo posible, hay que evitar lo que llamamos "mala suerte"
De todo tenemos que saber aprender , esto es un camino de enseñanza diaria que nunca acaba, de nada vale quejarse demasiado ya que aburres al de al lado, si nos vale para aprender, y sobre todo a valorar cualquier cosita y detalle aunque sea insignificante, esto te hara ser mejor persona y a sentirte muy bien, la vida es una autentica caja de sorpresas,  para mi son,:  vivir todos los momentos, disfrutarlos, lo mejor posible y compartirlos esto es muy importante , todo esta marcado con señales o como queramos llamarlo, nuestra intencion ,  atencion, guiaran siempre nuestro destino,
« Última modificación: Agosto 22, 2011, 11:52:44 pm por lauramsagra »
Si de todo aprendo, no hay paso equivocado.😉