Miguel, un aventurero empedernido, busca la palabra Java en Google desde su casa de Madrid. A la misma hora, pero en Nueva York, Steven, informático, introduce el mismo tíérmino en la misma herramienta.
Cada uno obtiene resultados muy distintos: el primero, sobre la isla de Indonesia; el segundo, sobre el lenguaje de programación llamado así.
¿Por quíé? Porque Google usa la localización, las búsquedas anteriores y toda la información que posee sobre el usuario para seleccionar de entre todos los resultados posibles los que considera que pueden interesarle más. Es decir, personaliza la información que ofrece.
Para ello emplea unos filtros que utilizan cada vez más webs y redes sociales, como Amazon o Facebook, y que, para muchos, sólo hacen más cómoda la navegación a travíés del ocíéano informativo que supone la Red.
Pero para otros, como Eli Pariser -gurú de las redes sociales y asesor de Barack Obama-, la proliferación y profundización de estos filtros es una involución de internet y puede llegar incluso a ser peligroso para la sociedad. "La personalización invisible de la web te hace pensar que tienes una visión total de un asunto, cuando lo que tienes es una visión distorsionada", dice.
"Y a nivel social, esto hace cada vez más difícil a la gente identificarse con distintos puntos de vista y tener un discurso democrático, lo que, al final, hace más complicado resolver los problemas sociales", advierte.
¿Muy dramático? Si empleamos los buscadores, redes sociales y webs de una manera "cómoda", dejándonos llevar, obtendremos sólo la información que los sitios deciden que nos interesa.
Google trabaja constantemente para afinar los algoritmos matemáticos que seleccionan los resultados supuestamente más relevantes para el usario.