Las casas encantadas no son un fenómeno ni nuevo, ni fruto de la industria cinematográfica. De hecho podemos remontarnos a la antigí¼edad en nuestra búsqueda de posibles casos de casas encantadas.
Ya en algunas obras de Plinio el Joven aparecen relatos de sucesos paranormales, o por lo menos muy inusuales, en alguna casa de Roma: ruidos extraños, apariciones, etc. No se trataron de casos aislados. Durante toda la edad media se ha registrado un goteo de casos de poltergeist, encantamientos, en el interior de casas, casos que frecuentemente eran relacionados con prácticas de brujería.
Deberemos esperar hasta el siglo XVIII para encontrar las primeras investigaciones sobre este tipo de fenómenos, siendo el siglo XIX el momento de mayor apogeo. Como simple ejemplo tenemos el caso de una rectoría inglesa en Epwort en la cual se producían sobrecogedores fenómenos: gritos desgarradores, muebles que se movían solos, cristales que se caían de las ventanas, etc. Ya en el siglo XX los casos registrados se multiplican.
¿Quíé hay de cierto tras los fenómenos de poltergeist? Pues me temo que en esto hay diversidad de opiniones.
Por un lado existe una posición completamente escíéptica que tacha dichos fenómenos de montajes o alucinaciones. Es algo comprensible pues en no pocas ocasiones realmente lo son, y además no es fácil para nuestra mente racional aceptar la existencia de fenómenos como fantasmas, encantamientos, maldiciones, etc.
Otra posición menos escíéptica acepta la existencia de fenómenos que podríamos considerar como poltergeist, o por lo menos es incapaz de negar la totalidad de la casuística registrada, pero siempre los asocia a una persona viva. Esta persona, en muchas ocasiones un adolescente, causaría involuntariamente los fenómenos paranormales mediante algún tipo de energía psíquica, poderes mentales, o como deseemos llamarlo. Los defensores de esta teoría plantean que determinados individuos, situados en situaciones angustiosas o de estríés, podrían llegar a causar o propiciar fenómenos de índole paranormal. Algunos estudios encontraron una relación directa entre los fenómenos y la presencia de jóvenes con problemas emocionales en la casa, en el momento en que los jóvenes mejoraban, los fenómenos desaparecían.
Y aun podemos encontrar una tercera posición. La de aquellos que admiten la existencia de fenómenos poltergeist, y admiten además que no todos pueden explicarse relacionándolos con uno o varios habitantes de la casa.
Los defensores de esta tercera opción explican algunos de estos fenómenos mediante el tíérmino encantamiento o infestación: se producen apariciones fantasmales que podemos llegar a percibir. En estos casos la casa puede llegar a parecer que tiene vida propia.
¿Quíé desencadena el fenómeno? Difícil de decir. En ocasiones un acontecimiento traumático o desagradable, como por ejemplo una muerte dolorosa o un crimen, puede dejar tras de sí un rastro de energía latente en el lugar donde ha tenido lugar. Una energía que parece activarse en el momento en que llega una persona especialmente sensitiva, de ahí que en ocasiones pueda pensarse que es la persona quien provoca los sucesos.
Como podemos ver se trata de un debate que no se encuentra cerrado ni mucho menos. Hay numerosas explicaciones sobre la mesa, la mayoría difíciles de demostrar o comprobar. Quizá solo el tiempo consiga dar la razón a unos u otros.
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