La Comisión Europea tiene previsto aprobar en las próximas semanas el proyecto de impuesto sobre las transacciones financieras, con el que se espera recaudar anualmente miles de millones de euros en el conjunto de la UE. Para evitar que el pago de esa tasa beneficie desproporcionadamente a los mayores centros financieros, como Londres, el impuesto se liquidará en el país de origen de la entidad financiera que ejecuta la operaciLa llamada tasa Tobin, ideada por el economista estadounidense James Tobin para gravar las transacciones financieras internacionales, está un poco más cerca de hacerse realidad en la UE. "Alguien tiene que tomar el liderazgo y Europa puede hacerlo", indicaron ayer fuentes comunitarias muy próximas a la elaboración del proyecto para el nuevo impuesto.
Los trabajos están tan avanzados que ya parece resuelto el escollo sobre el lugar de imposición de una tasa que, por su naturaleza, afectará en muchas ocasiones a operaciones transfronterizas o ejecutadas en un país distinto al de los protagonistas de la transacción.
El proyecto elaborado por el departamento de Algirdas Semeta, comisario europeo de Fiscalidad, prevíé que la tasa se liquide en el domicilio principal de las entidades financieras que participen en la operación, con independencia de la plaza donde se lleve a cabo física o virtualmente. Si un banco español, por ejemplo, realiza una compraventa de acciones o bonos con un banco finlandíés en la Bolsa de Fráncfort, cada entidad deberá liquidar su parte del impuesto ante las autoridades fiscales de Madrid y Helsinki, respectivamente.
La propuesta de Bruselas evita que los recursos generados por el nuevo impuesto se concentren en los países europeos con mayores centros financieros. Los datos manejados por la Comisión indican que un impuesto sobre transacciones de acciones, bonos y derivados financieros aplicado en el lugar de ejecución de la operación reportaría a las arcas públicas de Londres 10 veces más que a las francesas y cinco veces más que a las alemanas.
La diferencia sería mucho menor si se eximiera del impuesto a los derivados. Pero la propuesta de Bruselas, según fuentes comunitarias, prevíé una tasa "con la base imponible lo más amplia posible, incluyendo tambiíén los derivados". Curiosamente, quedaría exenta la compraventa de divisas, que era el objetivo de la tasa Tobin original. El motivo de esa exclusión sería la posible incompatibilidad de la tasa con la libre circulación de capitales que impera en el seno de la UE.
El codiciado destino de varios miles de millones de euros
La tasa Tobin ha pasado de ser una quimera de los movimientos alternativos a convertirse en el objeto de deseo de las Administraciones europeas. Su enorme potencial de recaudación ha desencadenado ya una lucha sobre el destino de unos ingresos que podrían oscilar entre 20.000 y 150.000 millones de euros. La propuesta que la Comisión Europea aprobará en las próximas semanas aboga por destinar esos recursos al presupuesto comunitario, una posibilidad que no cuenta con demasiados adeptos en las capitales europeas. Para intentar ganar apoyo, Bruselas ofrecerá a los Gobiernos la posibilidad de gravar las transacciones con una tasa superior a la mínima (del 0,1% y 0,01% para los derivados) y quedarse con los ingresos adicionales. París y Berlín parecen más bien partidarios de que la tasa vaya a parar a las arcas nacionales.
La cifra
0,1% de gravamen mínimo para operaciones con bonos y acciones prevíé la propuesta de la Comisión, y del 0,01% para derivados.
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