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Autor Tema: La salida del euro de Grecia amenaza a todo el club  (Leído 316 veces)

Eguzki

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La salida del euro de Grecia amenaza a todo el club
« en: Septiembre 13, 2011, 07:37:35 am »
El peligro de contagio podrí­a acabar desintegrando la Unión Monetaria.
Ni contigo ni sin ti. El futuro de la zona euro parece ligado inexorablemente al de Grecia. Y la posible expulsión del dí­scolo socio que tan alegremente esgrimen algunos polí­ticos alemanes y holandeses podrí­a abocar a la desaparición de la Unión Monetaria Europea solo 13 años despuíés de su nacimiento.

La mayorí­a de los escenarios manejados en Bruselas o Washington apuntan que la salida de un paí­s de la zona euro desencadenarí­a una versión extrema de la inestabilidad generada por una potencial reestructuración de la deuda. Y que tanto el paí­s saliente como los que continuaran compartiendo moneda afrontarí­an una sacudida económica difí­cilmente soportable.

Los efectos para Grecia serí­an devastadores, con una depreciación de su nueva moneda de hasta el 50% (según cálculos del ministerio alemán de finanzas citados por Spiegel) y una fuga de capital que provocarí­a la quiebra de la banca griega o el establecimiento de un corralito para impedir a ahorradores e inversores retirar sus fondos.

La salida de la Unión Monetaria harí­a inevitable la reestructuración de una deuda asumida en euros e imposible de reembolsar en una nueva moneda en previsible depreciación continuada y sin ninguna credibilidad internacional. La quita a los acreedores privados, que algunos cálculos sitúan en el 80%, dejarí­a a Grecia sin acceso a la financiación de los mercados durante una larguí­sima temporada, por lo que seguirí­a estando a merced del Fondo Monetario Internacional.

La recuperación de la dracma condenarí­a al paí­s, además, a una recesión aún más profunda y prolongada que la provocada por las medidas de austeridad exigidas por la troika (FMI, BCE y Comisión Europea) a cambio de los príéstamos bilaterales concedidos a Atenas. El banco holandíés ING calculó el año pasado, tras el primer rescate de Grecia, que su salida del euro provocarí­a una caí­da adicional del crecimiento en Grecia del 7,5% (este año, con una recesión del 5%, ya empieza a ser insostenible la situación social). Y en un reciente estudio, el banco suizo UBS cifra el coste de la salida del euro para cualquier paí­s meridional en una cifra equivalente al 40% del PIB nacional es decir, unos 115.000 millones de euros en el caso de Grecia. UBS tambiíén augura un estancamiento y caí­da del comercio internacional para el paí­s que regrese a su moneda nacional.

Las consecuencias polí­ticas de una salida del euro no serí­an mucho menores. Para empezar, no hay ningún mecanismo previsto para llevarla a cabo. Algunos analistas dudan incluso que Grecia pudiera continuar en la Unión Europea, al menos, en condiciones normales, porque para evitar una fuga masiva de ahorradores e inversores Atenas tendrí­a que restablecer un control de la libre circulación de capitales incompatible, en principio, con el Tratado de la UE. Con todo, resulta previsible que el mayor impacto no lo sufrirí­a Grecia sino el resto de la zona euro. Por lo pronto, se quebrarí­a la irreversibilidad de los tipos de cambio pactados con cada paí­s para su adhesión a la Unión Monetaria (1 euro=166,386 pesetas en el caso de España). Con Grecia fuera del euro, los inversores se preguntarí­an quíé paí­s puede ser el siguiente. Y, lógicamente, empezarí­an a calcular las deudas de Portugal en escudos; las de Italia, en liras; o las de España, en pesetas, con el inevitable incremento de las primas de riesgo de la deuda de cada paí­s.

El aumento de los tipos de interíés obligarí­a a los paí­ses a mejorar su situación fiscal con más rapidez aún que la prevista en los radicales ajustes acometidos hasta ahora, porque solo así­ podrí­an evitar un deterioro de su nivel de deuda y prevenir nuevos castigos en el mercado de bonos. El pasado mes de julio, Peter Boone y Simon Johnson, en un estudio del Peterson Institut for International Economics, calculaban que Italia tendrí­a que mejorar su superávit primario en casi 40.000 millones de euros en el hipotíético caso de que el tipo de interíés de su deuda llegase al 5%. Solo un mes despuíés, en pleno rebrote de la crisis griega, la deuda italiana y la española alcanzaba ese nivel en el mercado secundario.

El mismo estudio describe la previsible espiral formada por el riesgo de reestructuración en un paí­s, las dudas sobre la solvencia de su banca (tenedora de la mayor parte de los bonos nacionales) y la consiguiente fuga de capital y agravamiento de los problemas fiscales. Boone y Johnson creen que la situación podrí­a llegar a ser tan insostenible que Alemania se verí­a tentada de abandonar la zona euro o de crear una nueva Unión Monetaria con los paí­ses del norte de Europa más solventes. La otra opción serí­a mantener el euro y expulsar a los paí­ses más frágiles. En ambos casos, advierten los dos analistas, "el euro acabarí­a siendo algo más parecido a la lira italiana o la peseta española que al poderoso marco soñado por los fundadores de la Unión".

A pesar de esos riesgos, no faltan partidarios de que Grecia abandone el euro, alguno de ellos tan prominente como Hans-Werner Sinn, presidente del influyente instituto de estudios alemán IFO. "Es mejor para todos, en particular para Grecia, que el paí­s salga temporalmente de la zona euro", señaló Sinn a finales de julio. "Podrí­a devaluar, ganar competitividad y regresar despuíés con un tipo de cambio más adecuado", sugirió el profesor alemán. El primer ministro holandíés, Mark Rutte, tambiíén ha propuesto que se prevea la salida de la zona euro de los paí­ses que no estíén dispuesto a someterse a la disciplina presupuestaria del club.

En el caso de Grecia no parece que la salida pueda ser tan inocua y amigable como pretenden Sinn o Rutte. El ministro griego de Finanzas, Evangelos Venizelos, se revolvió el domingo en Tesalónica y aseguró que las turbulencias actuales en el mercado de la deuda no son achacables a Grecia sino a la estructura fallida de la zona euro y "al cambio de actitud en algunos Estados miembros muy importantes", en una clara alusión a Alemania. "No vamos a permitir que se convierta a nuestro paí­s en el chivo expiatorio de unos acontecimientos que no dependen de nosotros", amenazó el ministro.

La amenaza no es baladí­ porque Grecia puede provocar un cataclismo en la zona euro y alrededores. La debacle de su sector financiero arrastrarí­a de entrada buena parte de los Balcanes, donde la banca griega tiene presencia de hasta el 20% de los activos en Bulgaria, Macedonia o Albania y de más del 15% en Serbia o Rumaní­a.

Y a partir de ahí­, el efecto dominó podrí­a hacer que Europa acabase teniendo que rescatar a una decena de paí­ses por haber gestionado mal un problema que afectaba al 2% del PIB de la zona euro.

Los recortes frenan la salida de la crisis
Los severos planes de ajuste aprobados por los paí­ses de la zona euro para rebajar sus abultados niveles de díéficit han frenado en seco el crecimiento de todas las economí­as que comparten la moneda única. Incluso las dos más grandes (Francia y Alemania) han sentido como la desaceleración en el mundo y los recortes en el gasto les han pasado factura. El PIB francíés no creció en el segundo trimestre y el de Alemania solo avanzó un 0,5% en tasa intertrimestral (un punto menos que entre enero y marzo).

La tercera y la cuarta mayor economí­a de la zona euro (Italia y España) tambiíén se están viendo afectadas por las polí­ticas de recortes y pueden entrar en tasas negativas ya en el tercer trimestre.

Ese es el gran debate que deben dilucidar los paí­ses del euro: seguir con los recortes o estimular la actividad para propiciar crecimientos, aunque modestos, del PIB y del empleo.

El regreso de la dracma harí­a temer a los inversores una vuelta de la peseta o de la lira italiana

"No vamos a permitir que se utilice a nuestro paí­s como chivo expiatorio", amenaza el ministro griego