Por... Xavier Ginebra Serrabou
Este es el gran dilema que enfrentan autoridades, acadíémicos, teóricos de las políticas públicas y empresarios en la industria química y farmacíéutica.
Existen posturas en uno y otro sentido: para unos, los grandes laboratorios, que destinan grandes cantidades en investigación y desarrollo, sólo se animarían a seguir invirtiendo si se les mantiene el monopolio temporal que les permiten el artículo 28 constitucional, los arts. 4 y 5 de la Ley Federal de Competencia Económica (LFCE) y la Ley de Propiedad Industrial (LPI); para otros, la investigación se daría de todos modos, aún en el caso de que no se otorgasen monopolios temporales, por lo que las patentes constituirían una ralentización a la innovación, que podría causar serios perjuicios a los consumidores y enfermos, sobre todo cuando se trata de medicamentos que salvan vidas (Joseph Stiglitz).
¿Por cuál de ellas debe inclinarse la autoridad? La respuesta a esta interrogante no es fácil; de su solución depende el enfoque que debería dar el gobierno mexicano, en las próximas negociaciones de la Organización Mundial de Comercio (OMC), en las que se discutan los acuerdos relativos a la propiedad intelectual e industrial.
Una muestra de la tensión anterior es el problema, ya platicado en un artículo anterior, respecto a la situación de los geníéricos frente a la protección de las patentes, en la pelea entre la empresa canadiense de geníéricos Apotex, respecto a su producto Apodefil, y el Sildenafil, de la empresa Pfizer. Pues sobre este asunto no hay nada resuelto todavía, y según nos informaron, Pfizer goza de una patente vigente, que impide a Apotex comercializar el producto. Pfizer se queja de que Apotex ha incumplido dos medidas cautelares ordenadas por autoridades judiciales, en contra de la comercialización del Apodefil. Menciona asimismo que ya ganó una sentencia de tribunales extranjeros que le da la razón a Pfizer, que podría replicarse en Míéxico. Habrá que esperar.
Mientras tanto, el problema subsiste: ¿debe promoverse la innovación, a costa de dificultar la entrada de productos geníéricos al mercado, o por el contrario, debe impedirse el otorgamiento de patentes, y facilitar la entrada de geníéricos?
Estimamos que el problema debería resolverse por el Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial: íéste debe ser estricto en el otorgamiento de patentes; otorgarlas despuíés de un análisis estricto de la novedad de las invenciones, como lo exige la propia LPI.
Mientras tanto, es lógico que empresas como Pfizer, busquen extender sus patentes, para poder compensar los altos gastos en investigación y desarrollo que llevan a cabo, frente a los fabricantes de geníéricos. Estimamos que, por otro lado, si el IMPI otorga nuevas patentes, dichas empresas están en su legítimo derecho de hacerlo.