Si Internet y el comercio electrónico representan el futuro para buena parte de las empresas, esa tendencia puede significar la ruina para las arcas públicas. Tambiíén para las españolas. Inditex, la tercera compañía española por capitalización bursátil, ha decidido canalizar todas sus operaciones de comercio electrónico a travíés de una sociedad irlandesa, ITX E-Commerce Ireland Limited, con domicilio social en la quinta planta del edificio de oficinas Hainault House, en la calle de St. Stephen's Green de Dublín, justo enfrente del cíéntrico parque del mismo nombre. La elección de Irlanda no es baladí, ya que el país ofrece una fiscalidad muy beneficiosa, que ha atraído a numerosas multinacionales en los últimos años y que los distintos gobiernos irlandeses han luchado arduamente por mantener frente a las presiones de la Unión Europea.
La marca pionera de Inditex en la venta online es Zara Home, que arrancó sus ventas a travíés de Internet en 2007. En 2010, se unió el buque insignia de la firma, Zara, y la semana pasada, el resto de las marcas de la compañía que preside Pablo Isla (Uterqí¼e, Pull&Bear, Bershka, Massimo Dutti, Stradivarius y Oysho) iniciaron la comercialización online de sus productos en 15 países, con el objetivo de ir aumentando progresivamente a todos los mercados en los que el grupo estíé presente.
Un portavoz de la compañía señala que la decisión de canalizar las ventas online a travíés de una sociedad irlandesa no se ha tomado por las ventajas fiscales del país, sino por el hecho de que "Irlanda ha concentrado en los últimos años muchas actividades y empresas relacionadas con el comercio electrónico y cuenta con la especialización y los recursos tecnológicos que exigen este tipo de actividades". Además, recalca que "toda la gestión, operativa y logística se lleva desde España para todo el mundo". Lo cual significa, precisamente, que la sociedad irlandesa solo resulta operativa a efectos de facturación.
Las compañías que operan en Irlanda soportan un tipo único del 12,5% sobre sus actividades, a lo que cabe añadir varias desgravaciones fiscales por inversiones en I+D, formación y tecnología, entre otras. La Hacienda española grava los beneficios de las grandes empresas, como sería el caso de Inditex, con un tipo teórico del 30%, aunque el tipo efectivo real sea significativamente menor, aproximadamente entre el 24% y el 18%, según los casos.
En concreto, en el ejercicio de 2010, la compañía con sede en Arteixo (A Coruña) destinó el 25% -580 millones de euros- de sus beneficios brutos a impuestos, según consta en sus cuentas anuales. Inditex no desglosa quíé parte de los ingresos proceden del comercio electrónico, lo que impide concretar a cuánto asciende el ahorro. Según un informe de ING, Inditex obtendrá alrededor del 5% de su facturación de Internet, lo que supondrá una aportación de 743 millones de euros sobre una cifra de negocios total estimada de 14.010 millones de euros en el ejercicio 2011-2012. Desde su lanzamiento, la tienda digital de Zara ha superado en ventas a cualquiera de las tiendas físicas del grupo.
Lo cierto es que se trata de una tendencia generalizada dentro del sector del comercio electrónico. Apple factura el 99% de las ventas que realiza en España a travíés de su filial irlandesa, mientras que la rama española actúa como mera comisionista. Google, Microsoft y Facebook han usado una estrategia por la que sacan partido no solo de facturar desde Irlanda sus ventas europeas, sino tambiíén de que la ley irlandesa permite alojar los beneficios en filiales en el exterior, escapando incluso del 12,5% del tipo de sociedades irlandíés. Los beneficios acaban en sociedades radicadas en paraísos fiscales que no gravan las ganancias de modo inmediato.
La reciíén estrenada Amazon, que ayer arrancó su andadura en España, facturará sus ventas a travíés de una sociedad con sede en Luxemburgo, país que tambiíén cuenta con importantes ventajas fiscales.
Irlanda ha recibido presiones de sus socios comunitarios para poner fin a esas ventajas. Cuando Dublín solicitó el rescate financiero a las autoridades europeas, en octubre de 2010, Francia presionó con dureza para exigir, a cambio de la ayuda, el fin de lo que calificó como competencia fiscal desleal. El Gobierno se negó bajo el argumento de que una subida del impuesto sobre sociedades provocaría una fuga de empresas y las posibilidades de crecimiento de la economía. Dublín demoró el acuerdo hasta que Bruselas aceptó sus condiciones y prefirió acometer recortes por 15.000 millones de euros y subir los impuestos a sus ciudadanos antes que tocar la fiscalidad empresarial.
No solo la tributación de Inditex se ve afectada por las leyes irlandesas. Los contratos de compra de productos a travíés de cualquiera de las páginas web del grupo se regirán tambiíén por la legislación de aquel país, como recogen las condiciones de compra. Desde el grupo se subraya que "la legislación irlandesa está en línea con las directivas que marca la Unión Europea", aunque lo prioritario es que "el servicio [de venta online] está respaldado por las garantías que ofrece Zara".