Por... Kurtenbach
La comunidad internacional atraviesa por un momento de definición ante un reguero de problemas en la economía mundial que autoridades y mercados financieros parecen incapaces de enfrentar con eficacia.
Europa padece una crisis crediticia. La expansión económica de la dinámica China parece frenarse. Y en Estados Unidos, la parálisis política ha dejado a las autoridades con pocos instrumentos para contrarrestar una desaceleración.
La directora gerente del Fondo Monetario Internacional, Christine Lagarde, advirtió esta semana que el mundo ingresa a una "fase peligrosa". El titular del Banco Mundial reveló que diariamente pierde confianza en la economía mundial pueda evitar una nueva recesión.
Los mercados financieros temen lo peor. El principal indicador de Wall Street, el promedio industrial Dow Jones cayó casi 6% el miíércoles y jueves, aunque recuperó cierta calma el viernes. La calamidad tambiíén vapulea a los mercados en Europa y Asia.
En cualquier parte del mundo hay problemas económicos, como se puede observar en la siguiente descripción con detalles de región por región.
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EUROPA: ENFRENTA UNA CRISIS DE DEUDA MIENTRAS OBSERVA A GRECIA
Las autoridades europeas no han convencido a los mercados financieros de que pueden resolver una crisis generalizada de deuda pública. Los inversionistas temen que Grecia y otras naciones sean incapaces de pagar sus díébitos e incumplir los pagos, lo cual obligaría a los bancos a absorber píérdidas cuantiosas en bonos gubernamentales.
Grecia, Irlanda y Portugal ya han solicitado programas de rescate financiero a la Unión Europea y al FMI. Italia y España, que son economías mucho más grandes, pudieran tambiíén llegar a necesitar un rescate.
A los inversionistas les aterra la posibilidad de una oleada de pánico como la que sacudió a Wall Street en el 2008, cuando los bancos suspendieron los críéditos mutuos por el temor a la insolvencia. Esta eventualidad conlleva el riesgo de desaceleración en los dos lados del Atlántico.
Los gobiernos europeos han optado por medidas de austeridad, recortes al gasto y el aumento de impuestos, en lugar de adoptar medidas para reanimar el crecimiento económico ante los indicios de desaceleración.
Las presiones son cada vez mayores sobre el Banco Central Europeo para que cambie de rumbo y empiece a reducir las tasas de interíés. Hace apenas dos meses, el banco central estaba preocupado por la inflación y elevaba los tipos de interíés.
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ESTADOS UNIDOS: LA FED ACTUA, SIN MAYORES RESULTADOS
Los mercados financieros de Estados Unidos se hundieron esta semana aunque la Reserva Federal ofreció una dosis de estímulo económico mayor a la prevista por los inversores. La Fed planea reestructurar 400.000 millones de dólares de sus inversiones con la esperanza de inducir una reducción en las tasas de interíés en las hipotecas y en otros príéstamos de largo plazo.
Los consumidores y los negocios tienden a contratar príéstamos y a gastar cuando los tipos de interíés son bajos. La Fed proyecta tambiíén invertir ganancias de deuda del Tesoro vencida para apoyar al mercado de la vivienda.
Pero los economistas dicen que posiblemente esa decisión de la Fed no logre el objetivo buscado. Esa medida fue llamada Operación Twist debido a un programa similar que el banco central aplicó a principios de la díécada de 1960 cuando estaba de moda ese baile del Twist promovido por Chubby Checker.
Las tasas en hipotecas y otros críéditos son ya las más bajas en díécadas. Los estadounidenses, ahora atemorizados, podrían desear más una reducción de sus deudas que contraer príéstamos, mientras las empresas no tienen tantas ventas como para contratar personal y ampliar el negocio a pesar del costo ínfimo de los príéstamos.
El anuncio de la Fed evidencia el temor de que el banco central estadounidense se quedaba sin instrumentos para estimular a la economía.
Esa situación deja a la política fiscal —programas de gasto público y reducciones de impuestos— como la única forma restante de impulsar la expansión económica.
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CHINA: VISOS DE DESACELERACION ESTREMECEN A LOS INVERSIONISTAS
La poderosa economía china representaría este año un tercio del crecimiento mundial. En grado cada vez mayor, otros países dependen de la insaciable demanda que tiene China de materia prima y maquinaria para potenciar sus propias economías. Las comunidades mineras del occidente de Australia, por ejemplo, prosperan al tiempo que le venden a China cargamentos de hiero, zinc y carbón.
En consecuencia, cualquier indicio de que la economía china estíé frenándose le pone seguramente los nervios de punta a los inversionistas. Esta semana, el reporte que anunciaba una contracción en la manufactura de China provocó en mercados financieros una caída en picada.
Quizá eso no debió sorprender: El banco central de China ha estado incrementando los tipos de interíés para contener la expansión y controlar la inflación.
De acuerdo con analistas, los inversores tuvieron una reacción exagerada ante ese reporte, de alcance limitado. La segunda mayor economía del mundo podría estar desacelerándose, explicaron, pero todavía posee niveles envidiables de expansión.
"Desde una perspectiva global, la demanda interna de China es todavía de alguna manera muy pequeña como para amortiguar el impacto de una recesión" en Europa y Estados Unidos, dijo en un informe el economista Ma Jun, del Deutsche Bank.
Para compensar un caída de tres puntos porcentuales en el crecimiento de esas economías, China debería tener una expansión de 18% este año, consideró.
"Esta es una misión imposible".