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Autor Tema: Quiíén manda aquí­?...  (Leído 281 veces)

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Quiíén manda aquí­?...
« en: Septiembre 25, 2011, 12:18:49 pm »
Por...  Daniel Innerarity

Muchas cosas que nos están pasando parecen indicar que vivimos en un mundo offshore, de poderes deslocalizados, un mundo cuyos poderes relevantes no rinden cuentas a nadie, son irresponsables y están fuera del alcance de la autoridad polí­tica legí­tima. Como dirí­a Palan, un mundo de mercados soberanos, espacios virtuales y millonarios nómadas. Tenemos la sensación de que no gobiernan los que tendrí­an que gobernar y mandan quienes no tienen la legitimidad para ello. Me refiero, por supuesto, a los terroristas y a los señores de la guerra, pero tambiíén, por ejemplo, a los piratas informáticos, las agencias de rating y los evasores de capitales, que constituyen una especie de autoridad alternativa en los espacios desgobernados o allá donde la autoridad polí­tica es díébil o torpe.

El caso más grave y general de espacios desgobernados son lo que denunciamos con el tíérmino de Estados fallidos, para referirnos a sociedades donde los Estados nominales son incapaces de ejercer una soberaní­a efectiva. La preocupación por los espacios desgobernados en sentido estricto surge desde la premisa de que la soberaní­a de los Estados territoriales es la forma única y correcta de organización polí­tica capaz de garantizar el orden mundial. Este enfoque no atiende a los espacios desgobernados que existen en el sistema internacional y en otros ámbitos virtuales, con actores transnacionales y redes diversas, en el interior de los Estados organizados, en las periferias y centros de muchas ciudades.

Tendemos a ver el problema de los espacios peligrosos como algo exterior, lo que es un error porque incluso en los espacios bajo soberaní­a estatal legí­tima el territorio no está uniformemente controlado. Se ha vuelto demasiado normal la existencia de zonas donde es mejor no adentrarse, en el interior de algunas ciudades, o áreas rurales bajo control de los insurgentes.

El Estado no debe ser entendido únicamente como un espacio territorial, sino como un espacio funcional y regulatorio. Desde este punto de vista, la autoridad estatal fracasa siempre que no proporciona las prestaciones que se le exigen, cuando regula mal o insuficientemente. El problema de ingobernabilidad es más amplio si tomamos en cuenta no únicamente los casos extremos de vací­o de poder o fracaso estatal, sino como una propiedad general del mundo en el que vivimos. Existen espacios desgobernados allá donde los Estados han cedido soberaní­a a otras autoridades. Si entendemos que los espacios desgobernados son aquellos en los que el poder del Estado es ausente, díébil o contestado, entonces, además de referirnos a los territorios de poder tribal o insurgencia persistente, debemos extender esta perspectiva a los dominios de internet o a los “mercados”, donde operan los agentes económicos con una regulación pública insuficiente.

La ola de globalización neoliberal condujo a la desregulación del comercio y los mercados financieros, lo que contribuyó a comprometer significativamente la capacidad de los Estados para regular los flujos de bienes, servicios, información, personas, tecnologí­as, y daños medioambientales. La actual crisis financiera global tiene su origen en los instrumentos financieros que se desarrollaron en el espacio de los mercados desregulados e ilustra dramáticamente la relación entre globalización, soberaní­a difusa, los espacios de irresponsabilidad económica (como los bancos offshore, los paraí­sos fiscales y cierta jurisdicción del secreto bancario), y la generación de autoridades alternativas (entre las que destacan las agencias de rating, cuya independencia y sentido de responsabilidad son cada vez más cuestionados).

El otro caso de desregulación inquietante es Internet. Por supuesto que no se trata de un espacio completamente desgobernado, pues rige en íél al menos un partenariado “inoficial” entre Estados y empresas. A pesar de todo, el ciberespacio sigue siendo un lugar peligroso. Es una construcción transnacional, donde las demarcaciones y las fronteras tienen escasa relevancia; en relación con el carácter global de los flujos, las regulaciones son nacionales e incompletas; posee una epidemiologí­a propia similar a las pandemias de los espacios fí­sicos y unos delitos tambiíén peculiares especialmente difí­ciles de combatir. Aunque los Estados juegan aún un papel importante en el control de los espacios digitales (como se ha visto en las revueltas del norte de ífrica o en China), está claro que la gobernanza de Internet disminuirá la centralidad de la nación estado en la polí­tica global.

Los mercados y el ciberespacio serán cada vez más ingobernables si por gobernar entendemos el sistema de mando que operaba en el interior de los Estados tradicionales. Hay que volver a gobernar lo que el cambio social tiende a desformatear polí­ticamente.

- Daniel Innerarity es Catedrático de Filosofí­a Polí­tica y Social, investigador en la Universidad del Paí­s Vasco y director del Instituto de Gobernanza Democrática

Fuente: Centro de Colaboraciones Solidarias  (CCS), España



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