Llega la revolución industrial del siglo XXI
por Tino Fernández en Expansión
Las profesiones que tendrán íéxito en un lustro aún no existen. La velocidad a la que se transforma el mercado laboral permite hablar de un cambio en el que no habrá puestos de trabajo, sino creadores de ideas y de valor que funcionarán en una organización o por su cuenta.
"Debemos hacernos a la idea de que tener un buen trabajo y mantenerlo durante mucho tiempo, disfrutando de una vida confortable, se acabó". Esta grave premonición de Kevin Hallock, profesor de economía del trabajo y director del Instituto de Estudios de la Compensación en la Universidad de Cornell, se corresponde con la evidencia de un cambio en la forma en la que trabajamos, una de las grandes revoluciones para los próximos años que ya está afectando a nuestras vidas: bienvenidos a la revolución industrial del siglo XXI, que llega con un boom del trabajo independiente y que transforma la forma en la que vemos y entendemos nuestras carreras y profesiones.
Algunos hablan de gigeconomía; otros acuñan el tíérmino de Nación Freelance o "auge de la clase creativa", y hay quien utiliza el tíérmino e-conomy, otorgando un protagonismo especial a la "e", que señala específicamente a los emprendedores y hace referencia a las nuevas tecnologías. Es la economía más allá de los trabajos, tal y como se entienden de manera tradicional. En un escenario en el que la gente pierde ese empleo deseado para toda la vida, la cuestión es si los desempleados pueden crear su propia carrera soñada como freelance hiperconectados.
En un escenario en el que la gente pierde ese empleo deseado para toda la vida, la cuestión es si los desempleados pueden crear su propia carrera soñada como freelance hiperconectados
Fórmulas revolucionarias
Jorge Cagigas, socio de Epicteles, coincide en la relevancia de los cambios en el concepto de trabajo: "Los modelos de control y protección del empleo clásico ya han saltado por los aires, y pasamos a una fórmula de protección -por parte del Estado o de mi empresa– a otra de responsabilidad individual del trabajo. Es el gran cambio, y costará mucho en modelos que han evolucionado hacia una relación laboral excesivamente protectora".
Josíé María Gasalla, profesor de dirección de recursos humanos de Esade, cree que "la gran revolución es la aparición de una necesidad como la autodeterminación psicológica: se trata de un nivel de independencia por el que soy dueño de mi vida y hago lo que me gusta. Es trabajo individual. Aporto valor, soluciones y creatividad, y nadie pregunta si lo he hecho en dos horas o en veinte. Lo que importa son las ideas que pueden llevarse a la práctica, y no un estatus determinado, y esa creatividad surge hoy desde cualquier persona gracias a las tecnologías".
Gasalla añade que "el mundo que viene va a respetar más a cada individuo", algo en lo que coincide Josíé Manuel Casado, presidente de 2C, para quien el individuo es el elemento central de la globalización 3.0: "Si en el pasado fueron protagonistas los países, y en una segunda fase de globalización dejaron paso a las empresas, ahora son las compañías las que comienzan a entregar el testigo de la responsabilidad de la acción a los individuos".
Gasalla advierte de que "seguimos hablando de puestos de trabajo, y cada vez tiene menos importancia la posición concreta y más los creadores de ideas y de valor que trabajarán en una organización o por su cuenta".
Los modelos de control y protección del empleo clásico ya han saltado por los aires, y pasamos a una fórmula de protección -por parte del Estado o de mi empresa– a otra de responsabilidad individual del trabajo
Por su parte Cagigas coincide en que "seguimos formando generaciones con un modelo basado en aportar laboralmente a una sola bandera. En España se premia la fidelidad a la empresa y el empleo para toda la vida. Esto crea ineficiencias en la aportación de valor y genera funcionarios de clase B. En el nuevo modelo, la cuestión de los horarios no es relevante y el presentismo no tiene importancia".
Cada uno debe inspirar confianza en su entorno y lograr que esta permita que los demás se impliquen. Será difícil que la gente se comprometa con una marca, y la tendencia será más bien a hacerlo con un proyecto. Cagigas insiste en que cada uno tenderá a crear su propio proyecto empresarial, y se podrá dar el caso de relaciones laborales concurrentes.
Casado utiliza el símil del tríébol de Charles Handy para explicar que los trabajadores principales, los que son indispensables –están en la primera hoja– forman un núcleo de organización con trabajadores a tiempo completo y dedican su vida a la empresa (un 20% hace el 80% de las funciones principales). Es un núcleo central que se muestra como el más selecto, mejor pagado y más productivo. Son los que entienden el negocio. La segunda hoja se refiere a los trabajos externalizados hacia empresas especializadas subcontratadas que hacen outsourcing. Se trata de compañías que dan mucha flexibilidad a la organización. La tercera hace referencia a la ayuda que solicitamos, al apoyo profesional que contratamos... Se habla aquí de los trabajadores freelance, a tiempo parcial, autónomos... Son los que no quieren o no pueden conseguir trabajo en el núcleo central de la organización, con más flexibilidad en su relación con el trabajo, y que ofrecen un servicio de calidad.