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Autor Tema: Argentina: Cambiar de modelo energíético o apuntalar el actual?...  (Leído 233 veces)

OCIN

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Por...  Juan Nicastro


En Argentina hay señales positivas y hechos concretos en el camino de la transición energíética para abandonar el petróleo, pero se corre el riesgo de innovar sin atacar el problema de fondo. Una clave es debatir para quíé se necesita la energí­a: ¿para satisfacer la gigantesca demanda de la sociedad de consumo o con la aspiración de cambiar de matriz energíética y de modelo de sociedad, buscando consumir menos? El debate reciíén comienza.

En la matriz energíética argentina más del 90% de la energí­a es de origen fósil, esencialmente gas, petróleo y un pequeño volumen de carbón mineral. La electricidad se genera principalmente ví­a combustión (usinas tíérmicas), 30% de represas, 6% nuclear y menos del 2% por fuentes renovables, según datos de la Secretarí­a de Energí­a.

De acuerdo con la Asociación Argentina de Energí­as Renovables y Ambiente, ese “menos de 2%” producido con renovables representa 553 Mw instalados, de los cuales 427 Mw se generan con minicentrales hidroelíéctricas, 65 Mw con parques eólicos, 58 Mw con biomasa (leña), y sólo 1.2 Mw con paneles solares.

La ley 26190, aprobada en diciembre del 2007, declara de interíés nacional la generación de energí­a elíéctrica a partir del uso de fuentes de energí­a renovable y establece que para el 2016 el 8% del consumo de electricidad nacional deberá ser abastecido con energí­as renovables.

Carlos Saint James, fundador y presidente de la Cámara Argentina de Energí­as Renovables, dijo en declaraciones a Noticias Aliadas que se siente “claramente optimista, por la abundancia de recursos que tenemos en nuestro paí­s. Si miramos un mapa mundial del viento, todo el viento está en nuestra Patagonia. Si buscamos energí­a solar, el noroeste argentino tiene un altí­simo potencial”.

Para alcanzar la meta del 8%, Saint James indica que “en cinco años deberí­an invertirse US$5.5 millardos”, y considera que se crecerá en lo eólico, porque “la rentabilidad allí­ es muy alta”.

Ejemplos de renovación energíética
Para Sergio Vera, investigador de la Universidad de General Sarmiento e integrante del Equipo de Investigación de Heladeras Solares —proyecto compartido por esta universidad, el Instituto Nacional de Tecnologí­a Agropecuaria (INTA), el Instituto Nacional de Tecnologí­a Industrial (INTI) y el Movimiento Campesino de Córdoba—, “la realidad es que la crisis energíética es fuerte y nos faltan muchos años en Argentina para desarrollar las energí­as limpias. Si nos comparamos con la situación en otros paí­ses o con otras legislaciones a nivel mundial, nos falta mucho, pero hay caminos iniciados”.

Ya se pusieron en marcha programas como el Proyecto de Energí­as Renovables en Mercados Rurales (PERMER) y Generación por Energí­as Renovables (GENREN). El primero tiene como objetivo principal el abastecimiento de electricidad a un significativo número de personas que viven en hogares rurales, y a aproximadamente 6,000 servicios públicos de todo tipo (escuelas, salas de emergencia míédica, destacamentos policiales, etc.) que se encuentran fuera del alcance de los centros de distribución de energí­a. El segundo, busca promover la adjudicación de contratos a 15 años de abastecimiento de energí­a elíéctrica a partir de fuentes renovables por un total de 1,015 Mw de potencia. Los proyectos presentados por 22 empresas superan en 40% la potencia solicitada y corresponden a energí­a eólica, tíérmica con biocombustibles, solar fotovoltaica, pequeños aprovechamientos hidroelíéctricos, biomasa y biogás.

Hay muchos otros ejemplos de proyectos de energí­a renovable que ya se encuentran en marcha en el paí­s.

En una planicie patagónica cercana a la ciudad de Neuquíén se levantan, separados por pocos metros, diversos prototipos de aerogeneradores pequeños y medianos. Es un parque de pruebas donde unos 20 fabricantes independientes ponen a prueba sus creaciones, con apoyo tíécnico del Estado. En poco tiempo más, las mejoras detectadas e implementadas les permitirán una mayor penetración en el mercado.

En la provincia de La Rioja funciona el Parque Eólico Arauco, el más grande del paí­s. La primera fase del proyecto ya cuenta con 12 aerogeneradores, con una potencia instalada de 25.2 Mw. Para principios de 2012 estará habilitada otra lí­nea de 12 molinos que duplicará su capacidad generadora de energí­a, con una potencia total de 50.4 Mw.

Un grupo de campesinos del norte de Córdoba trabaja codo a codo con investigadores universitarios y tíécnicos del Estado instalando flamantes prototipos de heladeras solares y así­ lograr mantener frí­a la leche de cabra en las zonas donde la red elíéctrica no llega.

Un tanque negro de 3 m de altura por 3 m de ancho hace suponer un depósito de agua, pero se trata del cuerpo central de un generador de biogás. Acumula en su interior desechos orgánicos que al descomponerse liberan gas metano, que luego circula a travíés de una red y finalmente es aprovechado para las necesidades de calefacción o cocina. Generadores de este tipo se van multiplicando por el territorio argentino, tanto en ámbitos privados como públicos.

En la provincia de San Juan, sobre la cordillera andina, se encuentra el primer parque generador de energí­a solar del paí­s, un proyecto iniciado en el 2009 sin precedentes en Amíérica Latina que genera 1.2 Mw a travíés de sus casi 5,000 paneles sobre 6 Ha de superficie.

Pero al mismo tiempo, dentro de la Estrategia Energíética Argentina de la Secretarí­a de Energí­a, se ha reactivado el Plan Nuclear Argentino y el consiguiente crecimiento en energí­a atómica, lo que es criticado por sectores ambientalistas que piden abandonar la generación de energí­a nuclear, máxime frente a lo ocurrido en la central nuclear de Fukushima, Japón, tras el tsunami de marzo pasado. El movimiento antinuclear argentino no es nuevo. En 1990 se descartó la construcción de un basurero nuclear en Gastre, provincia del Chubut, gracias a la resistencia mostrada por quienes se oponen al desarrollo de este tipo de energí­a en Argentina.

Debate necesario
Argentina va dando pasos adelante en un nuevo camino energíético limpio y renovable; sin embargo, hay quienes sostienen que para lograr un cambio real habrí­a que pisar más a fondo.

“Pero para avanzar de verdad hay que meter el dedo en la llaga”, dice a Noticias Aliadas Roque Pedace, magí­ster en Polí­tica y Gestión de la Ciencia y la Tecnologí­a e investigador de la Universidad de Buenos Aires
“Si uno quiere hacer una transición, van a tener que afectarse intereses muy fuertes, como la industria automotriz o la minerí­a, que es un principal consumidor. La Argentina que proponemos los que hablamos de energí­as renovables no serí­a la misma que íésta. No se trata de que lo mismo que se producí­a quemando combustibles fósiles pase a producirse con energí­as renovables y listo”.

Pedace señala que en Argentina serí­a posible bajar a cero las emisiones de CO2 hacia el 2050 y vivir con renovables combinando con medidas de manejo de suelos, reforestando y aumentando la cantidad de carbono incorporada a las áreas agrí­colas, por ejemplo, con inversiones nada imposibles y en función de otros objetivos sociales tambiíén, como apoyar la agricultura familiar y mejorar la soberaní­a alimentaria.

Pero para íél como para muchos otros que aspiran a cambiar de matriz energíética junto con cambiar de modelo de sociedad buscando consumir menos, la sociedad argentina deberí­a evaluar cuáles son sus necesidades reales, lo cual implicarí­a un debate muy amplio y seguramente una serie de conflictos.

“Para que la transición sea justa, algunos consumos van a tener que disminuir. Pero más importante que eso es el cambio en el patrón de producción y consumo. Desgraciadamente las polí­ticas públicas siguen apuntando a que la gente siga comprando más autos”, concluye Pedace


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