Por... CHRISTOPHER S. RUGABER y MARTIN CRUTSINGER
WASHINGTON -- Para muchos estadounidenses, estar sin trabajo se ha convertido en una condición semipermanente.
Casi un tercio de los desempleados -cerca de 4,5 millones de personas- no ha tenido un empleo durante un año o más. Muchos son trabajadores de edad avanzada para los en particular que ha sido difícil encontrar trabajo.
Y los economistas dicen que sus perspectivas no mejorarán mucho, ni siquiera despuíés de que la economía se empiece a fortalecer y la contratación levante. Incluso si pueden encontrar un trabajo, es probable que el salario sea mucho menor que el de sus antiguos empleos.
Difícilmente el panorama mejorará el viernes, cuando el gobierno emita su informe mensual de empleo. Los economistas predicen que mostrara que los empleadores añadieron 56.000 empleos netos en septiembre.
Eso es mucho menos de lo necesario para reducir el desempleo, cuya tasa se espera que se mantenga en un 9,1% por tercer mes consecutivo.
La semana pasada, el presidente de la Reserva Federal, Ben Bernanke, calificó el desempleo prolongado como una "crisis nacional" y dijo que debería ser una de las principales prioridades del Congreso.
Cuando la gente no tiene trabajo por un año o más, sus habilidades suelen disminuir, sus redes profesionales se reducen y las empresas dudan en contratarlos. El problema se retroalimenta.
"Es una amenaza seria", dijo Mark Zandi, economista jefe de Moody's Analytics. "Una creciente proporción de la fuerza laboral se está convirtiendo en marginados".
El desempleo prolongado diferencia esta recesión y su díébil recuperación de cualquier otro período desde la Gran Depresión. Aunque la economía ha sufrido "recuperaciones sin empleos" antes, en ninguna recuperación anterior había una proporción tan alta de desempleados sin trabajar por tanto tiempo.
Las cifras del Departamento del Trabajo muestran que durante el último año y medio, aproximadamente, uno de cada tres desempleados ha estado sin trabajo durante por lo menos un año. Eso es más del doble del máximo anterior, despuíés de la recesión de los años 1981-1982.
Las empresas tendrían que empezar a contratar mucho más rápido antes de que una mayor proporción de los desempleados a largo plazo encuentren un trabajo. Muchos empleadores los ven como más riesgosos que otras potenciales contrataciones. Algunos podrían necesitar capacitación adicional. Es poco probable que las compañías tomen ese tipo de riesgos hasta que la economía muestre una fortaleza consistente.