Si vamos al fondo de nuestras actuales miserias, que no son pocas, nos encontramos con dos elementos que cuando coinciden, reaccionan y explosionan. Uno es el excesivo endeudamiento y, el otro, la ausencia de crecimiento. Además, los dos están relacionados, de tal manera que si no crecemos lo suficiente, no podemos generar los ingresos que necesitamos para hacer frente a los compromisos que hemos ido adquiriendo. La ecuación, no me lo negarán, es diabólica ya que intentando reducir el endeudamiento, los poderes públicos rebajan el gasto hasta alcanzar el límite de nuestra paciencia, tratando al mismo tiempo de aumentar los ingresos a travíés de las subidas de tipos, asustados como están por las dificultades, la incertidumbre y la lentitud que conlleva el ensanchar la base imponible.
Pero la ecuación empeora aun más cuando vemos que las medidas adoptadas para reducir los gastos atacan en primera instancia al crecimiento. Y, quizás tambiíén en segunda. Todo lo que una Administración no compra es una venta menos para la empresa suministradora y todo empleo que elimina la Administración es un parado más, además, por el otro lado ocurre lo mismo. Aumentar la presión fiscal supone restar dinero para el consumo y la inversión, es decir, menos ventas, consecuentemente menos ingresos y en última instancia menos empleo. Siendo así de complicado, la única manera de desatar el nudo, me parece a mí que es priorizando, sabiendo y admitiendo que los sacrificios preceden y precederán siempre a las soluciones y contando además que la desagradable evidencia de que los sacrificios son ciertos pero las soluciones son imprevisibles.
Miren lo que pasa en Grecia. Han reducido gastos, pero han terminado por deprimir tanto a su economía, que esta no crecerá y, por lo tanto, no podrá cumplir con los compromisos adquiridos de díéficit. Y claro, ustedes se preguntaran, ¿quíé deberían hacer los griegos? ¿Olvidarse de que no pueden hacer frente al díéficit y buscar el crecimiento? Pues no síé, ya que esto dificultaría aun más la obtención de las ayudas prometidas por Europa. Claro que insistir en los recortes, es una medida que contenta a los alemanes, pero acerca la posibilidad de una quiebra social.
¿Quíé fue primero? El despilfarro. Entonces, ¿Dónde actuar primero? En la recuperación de la sensatez. Vamos digo yo.
Nos vemos en nuestro foro de bolsa y economía.