El pasado viernes 7 de octubre, Bankinter era el nuevo dueño de KBL, la división de banca privada del grupo financiero belga KBC, según fuentes financieras informadas del proceso. La entidad española, controlada por una rama de la familia Botín (24%) y participado tambiíén por el francíés Credit Agricole (20%), había resultado ganadora del proceso de subasta que se había iniciado en 2010, del que había trascendido la participación de firmas como la suiza Julius Baer, la brasileña Safra o la hindú Hinduja.
El equipo de Bankinter, bajo las órdenes del vicepresidente ejecutivo Alfonso Botín, que comandó la operación, trabajó el fin de semana para tener todo listo durante esta semana. En estos días, en Luxemburgo, debía tener lugar la firma de la transacción, por la que la entidad española pagaría una cifra próxima a los 1.000 millones de euros. Sin embargo, a última hora del domingo, la matriz KBC canceló la cita por una causa de fuerza mayor: el fondo qatarí implicado en el rescate de Dexia arrancó al Gobierno belga la contrapartida de KBL.
Por unas horas, Bankinter compartía los pasos iniciados por el Banco Popular el pasado viernes, cuando anunció el acuerdo de fusión por absorción del Banco Pastor. En el caso de la entidad naranja, su apuesta por crecer era alternativa, ya que apostaba por un banco que le reportaba diversificación geográfica (presencia en 9 países), un perfil de clientes de rentas altas (banca privada), una cartera de productos con márgenes más altos y un balance saneado tras la entrada de dinero público, lo que les permitiría mejorar su pasivo.
La operación, de la que estaba informado el Banco de España, tenía cerrada la estructura de capital para afrontar el desembolso necesario, una cantidad muy parecida a los 1.050 millones de euros pagados el fondo de Qatar para llevarse KBL, aunque inferior a la ofrecida por Hinduja (1.300 millones), rechazada por falta de solvencia, según las fuentes consultadas. Sin embargo, todo este trabajo y las proyecciones que se habían establecido para el futuro de Bankinter dentro del rompecabezas del sistema financiero han quedado ahora inservibles.
El movimiento frustrado de Bankinter coincide con el interíés de sus competidores de banca mediana Popular (Pastor) y Sabadell (finalista por CAM) por mover ficha en el proceso de restructuración del sistema financiero español. Estas tres entidades aprobaron por poco (5,3%, 5,3% y 5,7% de core capital, respectivamente, para el escenario más adverso contemplado para 2012) las pruebas de resistencia realizadas por la Autoridad Bancaria Europea y el Banco de España a mediados de julio de este año.
La banca mediana, en la diana
Estos resultados han colocado a la banca mediana española, al margen de las cajas, en el punto de mira del mercado. No en vano, hace sólo unas semanas, el Financial Times atribuyó a un alto cargo francíés una información según la cual la Autoridad Bancaria Europea contemplaba un plan para recapitalizar a 16 entidades europeas (además de las 9 que suspendieron las pruebas de estríés). Aunque la existencia del plan fue desmentido de inmediato, las tres entidades españolas han quedado señaladas ante los inversores.
Dentro del proceso de reestructuración en marcha, tanto Popular como Sabadell y Bankinter están llamados a ser protagonistas. Las opciones se reducen a dos: participar de manera activa, siendo ellos líderes de alguna operación de absorción, o por el contrario, como explican distintas fuentes del mercado, como sujetos pasivos pasando a formar parte de algún grupo financiero de mayor tamaño, es decir, a integrarse bajo el paraguas de Santander, BBVA, Caixabank o alguna entidad extranjera.
Por otro lado, KBL no es un desconocido en el mercado financiero nacional. La filial de KBC ha estado presente en España desde hace más de una díécada. Aterrizó en 1997 con la compra de un 70% del Banco Urquijo a la familia March, entidad de banca privada que terminó vendiendo en 2006 al Banco Sabadell por 760 millones de euros. Hace menso de un año, la firma belga volvió a operar en nuestro país con un nuevo equipo dirigido por Rafael Grau (exdirector general de Banco Urquijo) e Iñigo Colomo (exdirector de Fonditel).