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Autor Tema: “Estamos viendo como el sistema se destruye a sí­ mismo”...  (Leído 290 veces)

OCIN

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Por...  Slavoj Zizek


El filósofo esloveno Slavoj Zizek, considerado uno de los pensadores contemporáneos más prominentes sumó su apoyo y simpatí­a con los participantes en la ocupación de la plaza de Wall Street. Autor de innumerables libros y sujeto de varios documentales, Zizek se presentó en la plaza el domingo 9 para ofrecer esta intervención:
 
Somos todos perdedores, pero los verdaderos perdedores están allí­ en Wall Street: ellos gozaron de una fianza con millones de millones de nuestro dinero. Nos llaman socialistas, pero aquí­ siempre hay socialismo para los ricos. Dicen que no respetamos la propiedad privada, pero en la crisis de 2008 se destruyeron más propiedades duramente obtenidas que si todos nosotros estuviíéramos destruyíéndolas durante semanas. Nos dicen que somos soñadores, pero los verdaderos soñadores son los que piensan que las cosas pueden seguir indefinidamente como están hoy. No somos soñadores; nos estamos despertando de un sueño que se ha convertido en pesadilla.
 
No estamos destruyendo, estamos presenciando cómo el sistema se destruye a sí­ mismo. Conocemos la escena clásica de los dibujos animados: el gato llega a un precipicio pero sigue caminando en el aire hasta que mira para abajo, se da cuenta y cae. Es lo mismo que ocurre ahora; le estamos diciendo a los de Wall Street. "¡oye, mira p'abajo!
 
A mediados de abril de este año el Gobierno chino prohibió en televisión, cine y literatura cualquier tema relacionado con realidades alternas o viajes en el tiempo. Es una buena señal sobre China: los chinos son gente que todaví­a sueña con alternativas, así­ que deben prohibí­rselo. Aquí­ no hace falta, no necesitamos prohibiciones, porque el sistema imperante ha jodido hasta la capacidad de soñar. Miren las pelí­culas que vemos todo el tiempo: es fácil imaginar el fin del mundo, o un asteroide destruyendo la vida, pero no podemos imaginar el fin del capitalismo.
 
"...Nos están dando tinta roja"
 
Entonces, ¿quíé hacemos aquí­? Díéjenme contarles un maravilloso chiste de los tiempos del comunismo. Un tipo es enviado de Alemania Oriental a trabajar en Siberia. í‰l sabí­a que los censores iban a revisar sus cartas, así­ que les dijo a sus amigos: "Hagamos un código. Si escribo una carta con tinta azul, todo es verdad. Si la tinta es roja, es todo falso". Un mes despuíés los amigos recibieron la primera carta, en tinta azul. Decí­a: "Todo es maravilloso aquí­. Las tiendas están llenas de buena comida. Los cines exhiben buenas pelí­culas occidentales. Los apartamentos son grandes y lujosos. Lo único que no se puede conseguir es tinta roja". Así­ vivimos; tenemos todas las libertades que queremos, pero no tenemos tinta roja: el lenguaje para articular nuestra no-libertad. La forma en que nos enseñan a hablar acerca de la libertad -la guerra contra el terrorismo, por ejemplo- falsifica la libertad. Y esto es lo que ustedes están haciendo aquí­: nos están dando tinta roja.

Pero hay un peligro. No se enamoren de ustedes mismos; lo estamos pasando bien, pero recuerden que los carnavales salen baratos. Lo que cuenta es el dí­a despuíés, cuando todos tenemos que volver a nuestras rutinas ¿Habrá cambios entonces? No quisiera que en el futuro ustedes recordaran estas jornadas así­ como "íéramos jóvenes y todo era hermoso". Recuerden que nuestro mensaje básico es: "Estamos autorizados para pensar en alternativas". Hay un largo camino por delante, lleno de dificultades. Sabemos lo que no queremos, pero ¿quíé es lo que queremos? ¿Quíé organización social puede reemplazar al capitalismo? ¿Quíé tipo de lí­deres necesitamos?
 
Recuerden: el problema no es la corrupción ni la codicia. El problema es el sistema, que te obliga a corromperte. Hay que estar atentos no sólo de los enemigos, sino de los falsos amigos que están trabajando ya para diluir este proceso. Del mismo modo que uno obtiene cafíé sin cafeí­na, cerveza sin alcohol, helado sin grasas, ellos van a intentar hacer de esto una protesta moral, inofensiva. Un proceso descafeinado. Pero la razón por la que estamos aquí­ es que ya tenemos suficiente de un mundo en que al reciclar una lata de Coca-Cola, o donar un par de dólares a una institución o comprar un capuccino de Starbucks para que un 1% vaya a los niños hambrientos del tercer mundo, basta para sentirnos tranquilos. Hemos visto que se tercerizan el trabajo y la tortura, las agencias de matrimonios tercerizan nuestra vida sentimental, y ahora vemos que desde hace mucho tiempo nuestros compromisos polí­ticos tambiíén se tercerizan. Queremos recuperarlos.
 
"Se terminó el matrimonio entre democracia y capitalismo"
 
No somos comunistas, si comunismo significa el sistema que colapsó en 1990. Recuerden que esos comunistas son hoy los más eficientes, despiadados capitalistas. En la China de hoy vemos un capitalismo aun más dinámico que el capitalismo estadounidense, pero no necesita democracia. Lo que señala que cuando se critica al capitalismo, no debemos dejarnos chantajear con que estamos contra la democracia. Se terminó el matrimonio entre democracia y capitalismo. El cambio es posible.
 
¿Quíé percibimos como posible? Hay que prestar atención a los medios. Por un lado, en tecnologí­a y sexualidad, todo parece posible. Se puede viajar a la Luna, se puede ser inmortal con la biogeníética, se puede tener sexo con animales, todo es posible, menos en el terreno de la sociedad y la economí­a: allí­ casi todo es considerado imposible. Si se quiere subir un poquito los impuestos a los ricos, te dicen que es imposible: perdemos competitividad. Si se piden más recursos para la salud, te dicen: "imposible, esto implicarí­a un estado totalitario". Algo falla en un mundo donde te prometen la inmortalidad, pero no se puede gastar un poco más en el sistema de salud. Tal vez deberí­amos fijar nuestras prioridades aquí­: no queremos un estándar de vida más elevado, queremos un mejor estándar de vida. El único sentido en que somos comunistas es que nos preocupamos por los bienes comunes: los de la naturaleza; los privatizados por la propiedad intelectual; los de la geníética. Por esto, y solo por esto debiíéramos luchar.
 
 El comunismo falló en todo, pero los problemas de los bienes comunes están aquí­. Nos dicen que no somos estadounidenses. Pero a esos fundamentalistas conservadores que se reivindican como los genuinos estadounidenses se les debe recordar algo: ¿Quíé es el cristianismo? Es el espí­ritu santo ¿Y quíé es el espí­ritu santo? Es una comunidad igualitaria de creyentes ligados por el amor mutuo, y que sólo tienen su propia libertad y responsabilidad para hacerlo. En este sentido, el espí­ritu santo está aquí­ hoy con nosotros. Y allá en Wall Street están los paganos que veneran í­dolos blasfemos. Así­ que todo lo que necesitamos es paciencia. Lo único que me asusta es que algún dí­a vayamos a casa, nos veamos una vez al año, tomemos cerveza y recordemos con nostalgia "quíé bien lo pasamos aquella vez". Promíétanse que esto no ocurrirá. Sabemos que a menudo la gente desea algo, pero realmente no lo quiere. No tengan miedo de querer lo que desean. Muchas gracias.
 
Traducción: Alejandro Kirk


•... “Todo el mundo quiere lo máximo, yo quiero lo mínimo, poder correr todos los días”...
 Pero nunca te saltes tus reglas. Nunca pierdas la disciplina. Nunca dejes ni tus operaciones, ni tu destino, ni las decisiones importantes de tu vida al azar, a la mera casualidad...