El Gobierno del Reino Unido mantuvo reuniones con representantes de 1.537 empresas en sus diez primeros meses en el poder, frente a 130 encuentros con representantes de los sindicatos y 833 con organizaciones no gubernamentales, según revela hoy "The Guardian".
El periódico considera que estas cifras indican un favoritismo del Ejecutivo de David Cameron hacia el mundo empresarial en un momento en que aumentan las acusaciones contra el Partido Conservador, que gobierna en coalición con los liberaldemócratas, por mantener una relación demasiado estrecha con grupos de presión.
Tras la dimisión el pasado viernes del ministro de Defensa, Liam Fox, por su relación con Adam Werritty, quien ejerció presión en favor de intereses políticos o comerciales, han proliferado en el Reino Unido los llamamientos para crear un registro público de personas y grupos de presión.
Esto es algo que los propios liberaldemócratas de Nick Clegg defendían en su manifiesto para las elecciones de mayo de 2010, cuando proponían crear tal registro para "asegurar la transparencia" en la actividad política y parlamentaria.
Tamasin Cave, portavoz de Spinwatch, organización que busca exponer la influencia de los grupos de presión, declaró al periódico que los registros de las reuniones ministeriales reflejan el alcance de las redes de influencia de las grandes empresas, pero advirtió de que podría haber muchos más encuentros no registrados si se produjeron en secreto.
Mañana se dará a conocer en el Reino Unido el resultado de la investigación gubernamental que se le hizo a Fox tras conocerse que Werritty, amigo personal suyo y su padrino de bodas, le acompañó en 18 viajes oficiales haciíéndose pasar por su asesor.
La prensa ha revelado que Werritty recibía dinero de empresas y donantes del Partido Conservador a travíés de una organización fundada por íél, Pargav, que supuestamente no tenía ánimo de lucro.
Además, estaba vinculado a otra entidad fundada por Fox, Atlantic Bridge, que recibía dinero de donantes por promover los lazos con Estados Unidos y tenía vínculos con la derecha de ese país.
Atlantic Bridge, en cuyo consejo de asesores figuraba el ministro de Exteriores, William Hague -que ha negado tener conocimiento detallado de las actividades de la organización-, ha sido clausurada tras comprobar los inspectores que no era una organización de beneficencia y tenía demasiados vínculos con el Partido Conservador