Por... Alberto Tovar
Todos actuamos diferente ante una eventualidad o un desafío, y esto se debe a la infinidad de personalidades que nos hacen reaccionar en forma especial. Implica entonces que las decisiones financieras dependan en buena medida de la forma en que cada quien perciba su propio contexto.
Este tema es de los psicólogos, pero vale la pena entrar a ese terreno en la administración familiar, porque demuestra que no existen las recetas únicas. Reconocer nuestra propia personalidad y la de nuestra pareja es muy útil para interactuar, con el fin de ponerse de acuerdo.
Hay un sinnúmero de propuestas sobre cómo evaluar la personalidad, y en esta ocasión nos referiremos a una muy utilizada y clásica, se trata del indicador de Myers-Briggs. Es un test diseñado para ayudar a los individuos a identificar algunas de sus preferencias más importantes y aceptar las de sus semejantes.
Siempre habrá controversia cuando se intenta "etiquetar" con una determinada personalidad o comportamiento; sin embargo, si lo consideramos como un punto de referencia, nos puede ser útil para aceptar la diversidad de enfoques para enfrentar un mismo problema o toma de decisión.
Según la metodología clásica de Myers-Briggs, hay cuatro posibles posiciones que implican 16 combinaciones, pues cada quien podría tener una mezcla especial entre esas cuatro. En esta perspectiva, todos tenemos algo de cada personalidad y hay una combinación que nos hace diferentes a los demás. Aquí les presento algunas reflexiones en ese sentido:
1) Un primer aspecto es cómo enfocamos nuestra atención u obtenemos la energía, y las opciones son "extrovertido o introvertido". El extrovertido primero actúa y luego piensa, además de relacionarse en mayor medida con las personas que lo rodean.
Vinculando con las finanzas, sería alguien que ante un problema tendería a querer resolverlo rápidamente y compartirlo con otros. Por su parte, el introvertido llevaría a cabo un diálogo interno, con reserva hacia los demás.
2) Todos percibimos y recolectamos la información en forma diferente y puede ser en forma "sensorial o intuitiva". Alguien sensorial sería proclive, en un contexto económico, a buscar cosas tangibles y medibles; mientras que la intuitiva se inclinaría hacia su propia inspiración y diría frases como: "me late" o "me suena", sin un sentido de comprobación.
3) A la hora de tomar decisiones lo hacemos bajo dos canales posibles: "racional o emocional". En este caso, resulta obvia la diferencia en la elección de situaciones de administración personal; en tanto alguien racional elaboraría todo un análisis, el emocional se dejaría llevar por el agrado o desagrado de las opciones y elegiría por "me gusta", "lo deseo" o "me emociona".
4) Tambiíén tenemos una actitud respecto al mundo exterior y se puede tender a ser "Juez o perceptual". Quien juzga tiende a planear, a ser sistemático y metódico con sus finanzas; mientras el perceptual sería espontáneo y flexible.
Si el lector se percata, alguien en el extremo: "introvertido, sensorial, racional y juez", analizaría y reaccionaría en forma muy diferente en relación a su administración si se compara con un: "extrovertido, intuitivo, emocional y perceptual".
De ahí se desprenden las 16 combinaciones que nos llevan a pensar que, como dice el dicho: "cada cabeza es un mundo", sobre todo porque hay grados dentro de cada personalidad y la combinación se hace prácticamente infinita.
Es importante señalar que esta prueba no mide aptitudes, sino simplemente una tendencia hacia cómo reaccionamos ante situaciones. Estas reflexiones, lejos de buscar etiquetar, son una buena forma de conocernos a nosotros mismos y entender cómo y por quíé nuestros semejantes son diferentes, sobre todo cuando compartimos las decisiones, como sucede en una familia.
Entre mortales...
Un lector pregunta sobre la posibilidad de invertir comprando joyería y relojes de oro.
Hay una serie de opciones que traspasan la línea de lo que podría llamarse "inversión", para convertirse en un negocio y, por lo cual, debe ser evaluado con un matiz totalmente distinto.
Es el caso de la compra de joyería y relojes de oro, que si bien sus precios se encuentran ligados al metal precioso, tambiíén tienen un componente de demanda y de apreciación subjetiva sobre la pieza en cuestión.
En este sentido, es fundamental que a la hora de decidir aclare muy bien el motivo de la compra de prendas, que si bien tienen un valor de rescate o un mercado para ellas, puede estar más en función de hobbies o preferencias, alejadas de una determinación de invertir.