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Autor Tema: Cómo relacionarnos con las personas “difí­ciles”  (Leído 741 veces)

Scientia

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Cómo relacionarnos con las personas “difí­ciles”
« en: Octubre 22, 2011, 08:54:35 pm »
Cómo relacionarnos con las personas “difí­ciles”



La concentración humana en pueblos y ciudades ha convertido la convivencia en un producto de primera necesidad. Cada dí­a nos vemos obligados a interactuar con todo tipo de personas. Los compañeros de trabajo, los vecinos e incluso la familia son un reto para nuestra paciencia. Cada cual tiene una visión del mundo, una sensibilidad y unas prioridades distintas.
El umbral de tolerancia es distinto en cada persona, aunque siempre hay quienes tienen a bien soltar la frase equivocada en el momento menos oportuno, las que invaden nuestra intimidad cuando necesitamos descanso o las que se conducen de forma agresiva y egoí­sta como norma. ¿Quíé hacer con esta gente que nos saca de nuestras casillas?
Analfabetos emocionales
“Los elefantes son buena gente, pero son pesados” (Jaume Rosselló)
En verano, la mayorí­a de personas disponen de más tiempo y aguantan menos presión laboral, lo que facilita mirar a los demás de otra manera. En este artí­culo se presenta un míétodo novedoso para capear los caracteres difí­ciles. Pero antes, ocupíémonos de aquellos cuya única misión parece ser amargarnos la vida.
Hay personas que resultan cargantes debido a su temperamento, a su insistencia o a su falta de empatí­a. Son aquellas que se enfadan con facilidad o, por el contrario, nos hacen enfadar a menudo. Detrás de estos perfiles suele haber una carencia emocional o comunicativa; se comportan de este modo porque no han aprendido a hacerlo mejor.
Suelen ser individuos que no han cultivado su inteligencia emocional y, por tanto, les cuesta ponerse en el lugar de los otros para entender cuándo molestan o hieren a los demás. Como tienen un díéficit de empatí­a, cuando logran irritar a su entorno no entienden sus reacciones y llegan a pensar que todo el mundo está en su contra.
Según el psicólogo Xavier Guix, incluso las personas más llevaderas tienen conductas pesadas en algún ámbito de su vida. Por ejemplo, alguien puede ser encantador en el seno de la empresa, pero exigente y desconfiado con su pareja, así­ como hay padres y madres ejemplares que se conducen de manera grosera con los que no son de su manada.
El feedback que recibimos de nuestro entorno es la mejor manera de educar nuestra empatí­a y evitar situaciones en las que molestamos a los demás. Incluso así­, siempre habrá personas a las que no gustaremos, eso es inevitable, sobre todo cuando la persona con la que se trata es un analfabeto emocional.
Una cuestión de ‘feeling’
“En la práctica de la tolerancia, nuestro enemigo es el mejor maestro” (Dalai Lama)
Hace dos veranos, Pep Guardiola, entrenador del FC Barcelona, decí­a en una rueda de prensa que no tení­a feeling con el goleador del equipo, Samuel Eto’o.
El vocablo inglíés, en realidad, era un eufemismo cuyo verdadero significado era: “No trago a este tí­o”. El cameruníés le irritaba sobremanera, del mismo modo que nos irritan muchas personas con las que tratamos, con el agravante de que no marcan 36 goles en una temporada ni nos hacen ganar trofeos. Lo único seguro es que nos hacen perder los nervios.
El doctor Brinkman y el doctor Kirschner, autores de un ensayo que se publicó en nuestro paí­s con el tí­tulo Cómo tratar con gente a la que no puedes soportar, proponen que, cuando nos sintamos amenazados por alguien que nos resulte incómodo o desagradable, tomemos consciencia de que…
· Una persona no es solamente su comportamiento. Alguien se puede equivocar en su manera de hacer o hablar, pero esto no nos da derecho a condenarla para siempre.
· Los pelmazos son previsibles. Por tanto, tenemos que estar preparados para reaccionar de forma más efectiva ante lo que ya sabemos que harán.
· Tenemos la capacidad de influir en la conducta de los otros, si hablamos con ellos con respeto y cariño para que se den cuenta de lo que hacen mal.
Estos autores advierten, sin embargo, de que el grado de pesadez de las personas depende mucho de las limitaciones de los que las tienen que sufrir. Se puede tener la capacidad de soportar a alguien tan negativo que nadie quiere estar a su lado, y tener dificultades, en cambio, para relacionarse con una persona que no suele abrir la boca. Hay quien no puede resistir a la gente agresiva, mientras que otros se desquician con el comportamiento de los autocompasivos.
Ser pesado es un concepto tan relativo y ligado al interlocutor, afirman, que todos acabamos resultando pesados para alguien, si no continuamente, en ciertos momentos de nuestra vida.
Las gafas de la empatí­a
“Aplaudidnos cuando corramos, consoladnos cuando caigamos, animadnos mientras nos recuperemos” (Edmund Burke)
En EE UU presentaron una tíécnica para lidiar con nuestra irritabilidad. Fue en 2005, a travíés de un video llamado Get Service. Se trata de un clip de cuatro minutos en el que un ejecutivo va maldiciendo mientras conduce. De buena mañana se indigna con un niño que se cruza en su camino con el monopatí­n. Tambiíén echa pestes de los otros conductores y de una mujer que aparca mal. Luego entra en una cafeterí­a autoservicio y se desespera con la cola y con la lentitud del camarero detrás de la barra. Cuando por fin se toma el cafíé con un humor de perros, un misterioso hombre de negro se le acerca y le da unas gafas que tienen un insólito poder: permiten conocer la situación personal de cada uno sobreponiendo una etiqueta. Así­, descubrirá los dramas personales de la gente de la que se quejaba, y cambia su perspectiva. La moraleja: a menudo olvidamos que los demás pueden tener problemas mayores que nosotros.

La alquimia del elogio
“Es mejor elogiar lo que entiendes de una persona que censurar lo que no entiendes” (Leonardo da Vinci)
Etiquetar la situación personal de cada cual nos sirve para mejorar nuestro trato con los demás, pero ¿cómo podemos lograr cambios de actitud?
Echar en cara lo que se hace mal solo consigue la defensiva. Es más efectivo poner íénfasis en lo que se hace bien. Todo el mundo necesita que le hagan sentir importante. A menudo, una conducta irritante se debe a la inseguridad de alguien que se siente rechazado por los demás. La autoestima es la clave del buen o mal carácter y depende mucho de la opinión que los otros tienen de nosotros. Valga como ejemplo la aníécdota que sucedió en una escuela norteamericana. Debido a un error informático, se cruzó la información que tení­an que recibir los profesores del centro antes de empezar el curso. Un grupo de estudiantes brillantes fue calificado de perfil bajo, mientras que los alumnos a los que correspondí­a esta observación fueron calificados como excelentes. Al final, los primeros retrocedieron en su rendimiento, y viceversa. El milagro se obró porque el elogio funciona como un bumerán: cuando brindamos a los otros reconocimiento y apreciación, estos se esfuerzan en confirmarnos las capacidades que vemos en ellos.
Ponerse en la piel del otro

“Aunque la gente difí­cil representa solo el 5% de la población, causa el 50% de los problemas que sufrimos. A menudo usan estratíégicamente su conducta negativa para ganar nuestra atención (…). Cuando estamos con una persona así­ tenemos que entender por quíé se comporta así­. Generalmente se trata de personas infelices y con un grado muy bajo de autoestima”. Keith Levick, doctor en psicologí­a.
Fuente: http://www.elpais.com/articulo/portada/capear/pelmazos/elpepusoceps/20110814el