Los analistas de Goldman Sachs han afirmado que las agencias de calificación Moody's o Fitch rebajarán el rating de EE.UU. antes de final de año, como lo hizo con anterioridad S&P.
El pasado agosto, tras la decisión de S&P de recortar el rating de EE.UU., publicábamos el siguiente artículo en el que explicábamos porque Moody's no lo había rebajado.
Existe una buena razón por la que S&P rebajó la calificación de EE.UU. y no Moody´s, y los analistas de Felix Salmon nos la proporcionan: Las dos compañías no miden las mismas cosas para sus calificaciones de críédito.
El rating de S&P trata de medir solo la probabilidad de suspensión de pagos. No importa nada más –no importa el tiempo en que el emisor permanezca en suspensión de pagos, ni la manera en que saldrá de ella. Y lo más importante, a S&P no le importa el valor de recuperación, es decir, la cantidad de dinero que los inversores puedan recuperar una vez que los emisores hayan entrado en default.
Moody’s por el contrario, no se interesa en las probabilidades de incumplimiento en sí, sino más bien en las píérdidas esperadas. La probabilidad de default es parte del total de píérdidas esperadas, pero despuíés hay que analizar que puede suceder una vez que la suspensión ocurra.
La diferencia es enorme. Nadie pone en duda la capacidad de EE.UU. para pagar sus deudas, y si los EE.UU. alguna vez se encuentran en una situación en la que se vean forzados a dejar de pagar un bono, será solo de manera temporal. Los tenedores de bonos recibirían todo su dinero en unas semanas o en días.
S&P no se ve como una especie de compañía de recomendaciones de inversión. No toma posiciones en que bonos son buenos para comprar o para vender. Todo lo que hace es tratar de calificar los críéditos en base a que probabilidad tienen de entrar en suspensión de pagos.
Moody’s en cambio, entiende que los bonos son un instrumento de inversión, y trata de construir sus calificaciones en base a la probabilidad de que los inversores terminen recibiendo todo su dinero, más que medir la probabilidad en que sufran un default.
Esto se pone claramente de manifiesto en las palabras de David Levey, antiguo director del área soberana de Moody’s:
Los bonos del Tesoro de EE.UU., junto con los bonos garantizados del gobierno, y de las empresas de alta calificación, siguen siendo la opción para aquellos inversores globales que buscan un “refugio seguroâ€, debido a la fortaleza institucional y a la profundidad y liquidez del mercado. Aunque hay varios países con calificación de triple A con coeficientes de endeudamiento más bajos y mejores perspectivas fiscales que los EE.UU., sus mercados son demasiado pequeños para desempeñar ese papel. Ya que las calificaciones están destinadas a funcionar como una señal de mercado, tiene poco sentido sugerir a los inversores que busquen activos “libres de riesgo†en esos otros mercados relativamente ilíquidos.
Estas palabras de Levey contrastan con lo que S&P cree. S&P se justifica diciendo que la rebaja de rating no implica una recomendación de vender. Moody’s es un poco más realista, y es consciente de que los inversores utilizan sus calificaciones como un dato más, y de especial importancia, a la hora de sus tomas de decisión de compra o venta.
Si Moody’s rebaja al rating de EE.UU. sería un sugerencia implícita de que los inversores deberían trasladar sus posiciones a mercados de críédito más seguros como Francia o Reino Unido. En cambio, la rebaja de rating de S&P no sugiere lo mismo.
“Las calificaciones de S&P son de mala calidadâ€, afirma el analista Nate Silver, “ya que no proporcionan la orientación necesaria para un inversor, sobre quíé países son más seguros a la hora de invertirâ€. Lo que si proporciona Moody’s.