Según los expertos consultados por este periódico, nadie se salvaría del envite: ni las grandes locomotoras ni los bancos. Por supuesto, tampoco España e Italia, que tendrían serios problemas para hacer frente al pago de su deuda en caso de una quiebra descontrolada de la economía helena.
Si el desafío de Papandríéu sigue sobre la mesa, y los griegos se niegan a los planes de ajuste que exige Bruselas, no cabría otra vía de escape que la expulsión de Grecia de la eurozona. Se intentaría hacer de la forma más ordenada posible, estableciendo un protocolo de actuación para minimizar los efectos. Sin embargo, los efectos serían letales, tanto para la actividad como para el críédito.
María Jesús Fernández, analista de la Fundación de Cajas de Ahorro (Funcas) alerta de que el referíéndum pone en solfa todos los acuerdos adoptados por los líderes europeos a finales de octubre. El pacto (que establecía una quita del 50% de la deuda helena y la ampliación del fondo de rescate a un billón de euros) tenía una única misión: frenar de raíz el contagio a países como España e Italia.
Una rebelión del Ejecutivo de Yorgos Papandríéu, avalada por el pueblo, obligaría a rescatar a España e Italia. Sin un plan de salvamento que frenara de raíz las dudas, el golpe a la moneda única sería irreversible. Fernández advierte de que, en el caso de que Grecia abandonara la moneda única, “ya no sería descartable†que España e Italia necesiten ayuda financiera. La economía transalpina sería la primera ficha de dominó en tambalearse en el peor de los escenarios, ya que tiene un volumen de deuda mucho más elevado. España le seguiría de cerca por la incertidumbre acerca del díéficit público.
Golpe a la financiación
Aunque España parte de una situación más ventajosa que Italia, la subida del riesgo país que se generaría si Grecia quiebra sería insostenible. Los costes de financiación alcanzarían el punto de no retorno. Brotarían de golpe problemas de liquidez en las CCAA (que ya están teniendo que recurrir hasta a hedge funds para mantener los servicios) y en los ayuntamientos (algunos se han declarado ya en quiebra tíécnica y han tenido que aprobar EREs). La estrategia del Tesoro tambiíén quedaría trastocada.
El análisis de la deuda de 2010 deja claro que España aún tiene cierto margen para pagar más para financiarse. Italia dedicó casi 70.000 millones de euros a hacer frente a los intereses de la deuda en 2010. España, 20.000 millones, según Eurostat. Lo único claro es que un golpe a la deuda del calibre de la quiebra de Grecia generaría desconfianza autómatica en las economías perifíéricas, algo inmediato que sólo se podría frenar con un blindaje muy fuerte a la eurozona.
Sara Baliña, economista de Analistas Financieros Internacionales, matiza que el impacto de la salida de un país del euro dependerá de cómo se gestione. Lo que está claro es que el Banco Central Europeo tendrá que comprar mucha más deuda que actualmente si siguen las tensiones, algo que iría acompañado obligatoriamente de medidas de ajuste mucho más contundente en Italia y en España.
Lo menos traumático que puede ocurrir si Grecia deja el euro es que España e Italia sólo necesiten un rescate light. Es decir, que se active un programa de compra de deuda en el mercado secundario mucho más ambicioso. Este reto lo tendrá que gestionar el nuevo presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi.
Deberes inevitables
Aunque los problemas de Grecia se solucionen por la vía diplomática, hay amenazas a la moneda única que no se solucionarán aun cuando Papandríéu cancele el plebiscito. En Italia, Silvio Berlusconi tiene todos los deberes por hacer. En cambio, el sucesor de Josíé Luis Rodríguez Zapatero en La Moncloa tendrá un reto más concreto, aunque no menos ambicioso: cumplir con la obligación de reducir el díéficit al 3% en sólo dos años. El límite no es tan asequible, a pesar del optimismo que suele mostrar en público la vicepresidenta económica, Elena Salgado. Las cifras que maneja el FMI muestran que en los próximos dos años habrá que impulsar un ajuste de 20.000 millones de euros. Si Grecia sale del euro esta cifra sería mucho mayor, y el sueldo de los funcionarios y los impuestos volverían a estar, inevitablemente, en revisión.
Al menos, en tíérminos macroeconómicos, Baliña duda que sea posible que haya caídas del PIB en España como las registradas en 2009. ¿La razón? La economía ya ha caído mucho y hay niveles de consumo mínimo. “Un punto de crecimiento menos del PIB son palabras mayoresâ€, remacha.
Impacto en los fuertes
El varapalo a los países fuertes llegaría de la mano de la crisis bancaria, que sería más grave que la que se generó tras la quiebra de Lehman. En el último Consejo Europeo se aprobó una quita voluntaria del 50% de la deuda helena que iba a obligar a una recapitalización bancaria de más de 100.000 millones de euros. Pero la quiebra (una quita del 100% sin control) hundiría a grandes entidades de Europa. Si el euro se ve abocado a expulsar a uno de sus miembros la crisis volvería al mismo punto de partida de 2008. Y se sumaría un fuerte contratiempo: ya no habrá recursos para suavizar el golpe.