Por... TRENTON DANIEL
Los esfuerzos de Haití por conseguirle viviendas a cientos de miles de víctimas del terremoto del año pasado podrían abrir las puertas a algo que esta empobrecida nación nunca tuvo: príéstamos hipotecarios que faciliten su compra o reparación.
Si prosperan las iniciativas de donantes internacionales y de organismos locales, por lo menos algunos miembros de la pequeña clase media haitiana tendrán la oportunidad de conseguir una hipoteca. Se proyectan incluso microhipotecas para familias que ganan al menos 150 dólares al mes.
Sin embargo, para que esto se haga realidad habrá que sortear numerosos obstáculos en un país con un desempleo del 70%, en el que el terremoto de enero del 2010 destruyó muchos de los títulos de propiedad de las tierras y los bancos tienen poca experiencia en la concesión de príéstamos a personas que no son de la elite, lo que obligaba a que el grueso de los 10 millones de habitantes de esta nación alquilase viviendas.
Incluso aquellos que supuestamente satisfacen los requisitos tienen problemas para conseguir hipotecas.
El periodista radial Hertelou Vellette, quien trabaja en la misma empresa desde hace 11 años, lleva dos meses esperando saber si un banco estatal le financiará la compra de una casa prefabricada de dos dormitorios que cuesta el equivalente a 52,000 dólares.
Vellette presentó el título de propiedad, una carta de su empleador, estados de cuenta bancarios de los últimos seis meses, estados de cuenta de tarjetas de críédito, facturas de agua y electricidad, corroborantes de otros ingresos, verificación de medidas y una copia de su cíédula de identidad. Todo esto acompañado por los 500 dólares que se cobra para iniciar el trámite, una inversión que no se recupera.
La mayoría de los haitianos no tienen tarjetas de críédito ni cuentas bancarias, y menos todavía 500 dólares, que equivalen a más de seis meses de ingresos del grueso de la población.
Lo que sobra es demanda. Se calcula que hay unas 500,000 personas como Vellette, que perdieron sus viviendas en el terremoto y todavía no tienen techo. La mayoría de ellas viven en tiendas y refugios precarios, incapaces de resistir un viento fuerte o una tormenta.
La principal iniciativa relacionada con la creación de un mercado de hipotecas con los 47 millones de dólares aportados por organismos internacionales avalados por los ex presidentes estadounidenses Bill Clinton y George W. Bush hijo. Le daría a los bancos privados de Haití liquidez a largo plazo, con tasas de interíés fijas y bajas, que podrían financiar la reconstrucción de viviendas e hipotecas convencionales y microhipotecas para entre 10,000 y 15,000 familias.
``Esta iniciativa nos atrae especialmente porque está dirigida a los pobres económicamente activos'', declaró Gary Edson, director ejecutivo del Fondo para Haití Clinton-Bush.
El presidente haitiano Michel Martelly lanzó su propio programa de viviendas, denominado Kay Pa'm (``mi propia casa'' en creole), que busca ayudar a comprar vivienda a sectores de clase media que nunca fueron propietarios. Abarcaría aproximadamente un 10% de la población con trabajo estable.
``Nos enfocamos en la gente que tiene trabajo y puede pagar sus deudas'', expresó Jean Philippe Vixamar, miembro de la junta directiva del Banco Nacional de Críédito, que lleva adelante el proyecto.
La mayor parte de los haitianos no tendrán acceso a estos príéstamos. Se calcula que el 70% de la población no tiene empleo estable, aunque muchos realizan labores como lustrabotas y vendedores callejeros.
Estos clientes no les interesan a la mayoría de los bancos. El programa Kay Pa'm está demorado en parte por el asesinato en junio del presidente de la junta del banco estatal, el cual todavía no fue esclarecido.
Si bien contempla 12,500 hipotecas, por ahora solo 300 personas expresaron interíés y apenas 75 iniciaron trámites formales. Vixamar dijo que se han aprobado diez solicitudes hasta el momento.
Acotó que ello se debe en parte a que mucha gente no sabe que existen estas hipotecas o prefiere esperar a ver cómo funciona el programa. Algunos probablemente sueñen con que en algún momento el gobierno entregará viviendas gratis.
Vixamar dijo que en dos tercios de las solicitudes no se presentaron títulos de propiedad, algo que no es de extrañar en un país cuyo registro de tierras no ha sido actualizado por varias díécadas y en el que los que sí existían probablemente fueron destruidos por el terremoto.
Pese a todo, Vellette confía en que podrá adquirir su vivienda, un sitio tranquilo, con un jardín florido para su esposa y dos hijos, de 12 y dos años de edad, en Croix-des-Bouquets, al noroeste de la capital.
El periodista satisface todos los requisitos y tiene dos hermanas en Nueva York que, en casos de emergencia, podrían ayudarlo a cubrir el pago mensual de 100 dólares.
Vellette recibirá una respuesta en diciembre. Mientras tanto, vive con su familia en la casa de sus suegros, en el centro de Puerto príncipe.
``Es el sueño de todo el mundo, ser propietario de una vivienda'', comentó Vellette. ``Y no tener que seguir mudándote de una casa a otra''.