Sentado en su restaurante de mariscos vacío en el puerto histórico de Suakin en Sudán, Hashem Abdullah sueña con tiempos mejores. Particularmente la esperanza de que su derruida ciudad natal algún día sea visitada por turistas extranjeros.
Más al sur por la costa desde su "Mistero Seafood Restaurant", obreros turcos están restaurando las ruinas de la aduana y otros edificios de la era otomana.
"Esperamos que vengan turistas una vez que esto se termine", dijo Abdullah, comiendo la última pesca del Mar Rojo mientras espera comensales para el almuerzo.
La restauración de la antigua ciudad de Suakin, que ha estado en decadencia durante díécadas tras ser un importante centro y puerto comercial para transportar esclavos y peregrinos musulmanes, es parte de una campaña gubernamental para fomentar el turismo a la vez que Sudán lucha con una severa crisis económica.
La costa del Mar Rojo, con sus playas y la mayor ciudad portuaria, Puerto Sudán, ya es un destino popular para sudaneses de la capital y otras partes del país africano.
Pero Sudán ha tenido poco íéxito en atraer extranjeros debido a las estrictas reglas sobre visados, falta de infraestructura hotelera y un gran problema para promocionarse luego de años de conflictos armados.
El Gobierno estadounidense advierte a sus ciudadanos sobre los riesgos para la seguridad que implica viajar a Sudán. Suakin, 60 kilómetros al sur por la costa del Mar Rojo desde Puerto Sudán, ni siquiera es considerado por la mayoría de los viajeros extranjeros.
"Hasta ahora vienen muy pocos turistas, pero esperamos que esto cambie", dijo Nasser el-Din, director de la autoridad turística del estado del Mar Rojo, estimando que el número de turistas extranjeros que llegan a la región durante la temporada alta de invierno solo asciende a 3.000 ó 4.000.
"Estamos restaurando mucho. Se ha construido infraestructura. Tenemos playas muy lindas y limpias que están entre las más bellas del mundo", señaló.
La costa sudanesa además ofrece sitios para bucear y un estilo de vida menos rígido que el resto del país musulmán. Los cafíés en Puerto Sudán ofrecen pipas de agua, que son tabú en la conservadora capital Jartum. Pero el alcohol está prohibido, como en el resto del país.
Puede que el turismo sea clave para acelerar el desarrollo en una región donde el enojo ha estado a punto de estallar por su retraso económico comparado con el de la capital, donde se concentra la riqueza del país.
Sudán oriental se vio golpeado por una insurgencia que involucraba al pueblo beja, que terminó en 2006 con un endeble acuerdo de paz que prometía más proyectos del Gobierno.
Puerto Sudán, que se beneficia por la exportación de petróleo, ha tenido algo de desarrollo con una nueva rambla frente al mar, un aeropuerto y un nuevo hotel cinco estrellas.
Pero gran parte de la ciudad recuerda la era británica que terminó en 1956: la autoridad turística se encuentra en una típica residencia colonial con espaciosos balcones y enormes ventiladores que giran lentamente.
Hay pocos datos económicos disponibles sobre la región pero la inflación anual en este estado del Mar Rojo fue del 24,7 por ciento en septiembre, más elevada que el 18,7 por ciento registrado en Jartum.
SECTOR PRIVADO
Sudán quiere promover el turismo para compensar la píérdida de gran parte de su petróleo desde la independencia de Sudán del Sur en julio. Jartum espera que el turismo este año le reporte ingresos por hasta 1.000 millones de dólares, un quinto de lo que el norte de Sudán ganó con las ventas de petróleo el año pasado, antes de la secesión.
Abdulrahim Hamdi, un ex ministro de finanzas, dijo que el objetivo de los 1.000 millones de dólares sería difícil de alcanzar y destacó que la industria del turismo tendría un potencial de ganancias anuales de 3.000 a 4.000 millones de dólares dentro de cinco a 10 años si era bien manejada.
"Tenemos parques para hacer safaris, sitios faraónicos y el Mar Rojo para hacer buceo, pero el Gobierno debería dar un paso al costado. Deberían dejárselo al sector privado y darle incentivos al sector privado", explicó.
El gran problema es acercarse al lugar.
La aerolínea estatal Sudan Airways ofrece un vuelo internacional a Puerto Sudán por semana, como una conexión hacia El Cairo, forzando a muchos visitantes a volar primero a Jartum y luego recurrir a la poco confiable red de cabotaje.
Los extranjeros tambiíén deben enfrentar la burocracia, que les exige obtener permisos para cualquier viaje de cabotaje.
Además, la policía a menudo se comporta de forma nerviosa con los extranjeros. Reporteros de Reuters que trataban de tomar fotografías en la ciudad antigua de Suakin fueron detenidos por agentes hasta la intervención de los funcionarios de turismo que los acompañaban.
A pesar de los obstáculos, parte del impacto económico ya puede verse en las obras para reconstruir la ciudad. La compañía de restauración turca, contratada por el Gobierno de su país, ha contratado a unos 60 obreros sudaneses.
Más obreros trabajan en otras construcciones.
Suakin tambiíén se beneficia en este momento del año con las decenas de miles de peregrinos sudaneses que abordan embarcaciones hacia Jeddah para el Haj en Arabia Saudita.
"Dos tercios de los peregrinos de Sudán han pasado por este puerto desde tiempos inmemoriales", dijo Mohamed Ahmed, director del comitíé regional del Haj.