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Autor Tema: El grifo del críédito se seca: ni piso ni negocio, la banca no se fí­a  (Leído 191 veces)

Eguzki

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No hay críédito. Los bancos han cerrado el grifo y no dan ni un euro ni para comprar una casa ni para montar un negocio. Es el gran problema de esta crisis: el dinero, o mejor dicho, la falta de íél. "Los bancos nos están asfixiando". "Te tratan como a niños pequeños y al final te dan largas", "Sin dinero no hay nada"... son algunas de las quejas de los ciudadanos.


Sin dinero no hay nada; sin dinero no hay sueños. Y con este objetivo, con un sueño, o mejor dos, comprar un pisito y montar un negocio, elEconomista se lanza a la calle para experimentar de cerca la experiencia de pedir un príéstamo.

Salimos de gira con el nuevo papel bien aprendido: empleada indefinida desde hace un año en una librerí­a de un barrio de Madrid de las de toda la vida, de las que no parece que vaya a cerrar. Elegimos un sueldo bruto anual tipo de unos 20.000 euros (el sueldo medio está en los 21.000 euros), unos 1.300 euros al mes netos. Objetivo: comprar un piso en un barrio de Vallecas de 58 metros cuadrados por 200.000 euros "negociables" .

"La habitación de la pareja, la de los niños si llegan y una muy pequeña para el ordenador". Una cosa normal para una persona afortunada que tiene trabajo y pareja, aunque su decisión sea comprar sola. (A lo largo del reportaje descubriremos que más que aval, piden novio o compañero con el que compartir riesgos. "Por si acaso".

Comienza el peregrinaje
Primera parada: BBVA. Nos sentamos ante el subdirector de la oficina que viene equipado con un catálogo de sus propias casas, las que el banco tiene en stock procedentes en su mayorí­a por impagos. Le cuento el motivo de mi visita y enseguida me hacen la cuenta sobre un diferencial de euribor más 1,5%. A una hipoteca de 30 años se quedarí­a un pago mensual de 950 euros al mes, una cifra que como me comenta mi informador, es difí­cil mantener con mi sueldo de 1.300 euros. "Es imposible. Tiene que buscar algo más barato".

Le digo que tengo aval, que tengo padres? pero sólo los gastos ya me van a costar un 10 por ciento y me piden una entrada del 20 por ciento del valor de tasación. Es decir, necesitarí­a 60.000 euros en mano, diez millones de las antiguas pesetas. "Con ese precio", me recrimina por el piso elegido; y "con ese diferencial", digo yo a modo de queja. Pero enseguida vuelve la paz y el subdirector me anima. "Si se decide por nuestras casas tendrá un euribor del 0,7 por ciento y un 100 por ciento de financiación. Seguro que vemos algo ".

Y con esa idea, con la de encontrar algo más barato, me dirijo a Caja Duero. Ya se sabe, las cajas son (o eran) más cercanas y tambiíén son (o eran) más baratas. El empleado me mira con recelo. "¿Usted sola? Complicado. Supongo que cuenta con el 20% del valor de la tasación más gastos. ¿Los tiene?".

No, nos lo tengo, sólo llevo un año trabajando seguido despuíés de varios bandazos, de sueldos mileuristas y noches en call center cada cual peor pagados. Pero no me da tiempo a contarle todo. Calculadora en mano dice que el tiempo de financiación es hasta un tope de 70 años de edad con un diferencial el primer año de euribor más 2,95% y de 1,45% a partir del segundo año que podrí­a quedarse en el 0,80 por operaciones vinculadas. Es decir, si llevo a Caja Duero mi nómina, mi seguro de vida, mi seguro de piso, mis tarjetas, la nómina, un fondo de pensiones? ¡Y a mi novio!

Porque el empleado hace las cuentas y me sale a pagar unos 943 euros al mes. O eso, o me compro una casa de 100.000 euros para pagar un príéstamo de 471 euros al mes y aún así­, se verí­a. Me exigirí­an tambiíén un seguro de protección de pagos (en mi caso de 1,58%) por si me despiden.

Y con el ánimo un poco más bajo hago mi tercera parada en Bankia, el banco de la nueva vida. Y algo me dice dentro que tambiíén será de mi nueva vida como propietaria, como hipotecada hasta que me jubile. Lourdes me hace un hueco con amabilidad, pero su discurso poco o nada difiere de los anteriores. Me recuerda lo de la entrada. Hace cálculos por un príéstamo de 160.000 euros a 30 años, por si encuentro algo más barato. Parece animada y yo me animo, sintiendo más cerca ese sueño, ese nuevo banco? pero los números no cuadran.

"No se lo podemos dar. Tendrí­a que pagar 773 euros al mes y sólo le podemos cubrir hasta el 40 por ciento de su salario neto". Luego vienen las otras condiciones: un tipo inicial de 4,10 por ciento el primer año y a partir del segundo, euribor más 2,40. "¿No es muy alto?, le digo asustada. Lourdes me explica que con las operaciones vinculadas (y obligadas) se me quedarí­a en 1,80 por ciento y me despide con un "¡que tenga suerte!".

Buscar lo imposible
Más paradas en busca del críédito perdido que me llevan a Bankinter, a Caja Vital, a Deustche Bank o a La Caixa. Y nunca me sentí­ tan pobre ni tan triste por tener un trabajo, en un paí­s que ya roza los cinco millones de parados, por ser indefinida en un mercado inestable y con un sueldo que me hace superar la barrera de los mileuristas. Y no pido un palacio ni una zona prime como las llaman en el sector.

La historia se repite. Me dan la mano al sentarme y me despiden (ya sentados ellos) con una expresión de pena en su cara. En Bankinter ya me avisan que sola, no. Que partimos de un tipo de euribor más 2,5% para llegar al 1,20, incluido fondo de pensiones, aval y? "¿quíé ha hecho antes para tener a mi edad sólo un año de antigí¼edad?" La misma pregunta que me hago yo y los miles de personas que van de trabajo en trabajo. ¿No habrá oí­do la palabra crisis? En el Deustche Bank me asustan con un euribor más el 3 por ciento y, sin tiempo, me dice que venga con nóminas y novio si lo tengo.

Cruzo al Citibank y está cerrado. No por fuera, que hace rato que sus empleados ficharon, sino por dentro. "Ya no hay críédito ni para pisos ni para montar un negocio", se sincera un joven que, al ver mi cara, apostilla a modo de confidencia, "tampoco para nosotros". Estoy a punto de invitarle a un cafelito caliente para pasar el mal rato, para sentirnos más ricos por dentro, que para eso sí­ que tengo... aún.

Mi siguiente parada será La Caixa donde su subdirector me recibe con la mejor noticia que esperaba. "Aquí­ no estamos cerrados al críédito". Pero mi sueño con un euribor más 1,75% se queda en eso, en un sueño.

Me siento sola camino del Banco Santander, aunque tiemblo al recordar las frases de su presidente, Emilio Botí­n: "Flaco favor le harí­a la banca a la economí­a y al paí­s si se dedicase a prestar dinero en forma irresponsable". Aquí­ el argumento para negarme el críédito será siempre "es polí­tica de cualquier banco". ¿Tambiíén es polí­tica de banco poner un tipo fijo el primer año del 4,5% y de euribor más 2,5 para el segundo?

A por el negocio
Ha roto mi sueño de tener una casita, así­ que me lanzo al segundo objetivo: abrir una empresa. Otra de las quejas de los españoles que quieren montar un negocio y no pueden por falta de dinero. Otra vez el maldito dinero que me llevará de peregrinaje por bancos y cajas de ahorros. Otra vez, ya adelanto, el mismo resultado.

Finalmente me decido por un centro de depilación láser que me exigirá una inversión inicial cercana a los 60.000 euros. En esta ocasión adopto el papel de una mujer parada a la que queda por cobrar un año de desempleo.

Vuelvo a recurrir a Botí­n, pero en otra sucursal en cuyo escaparate cuelga un cartel cuando menos optimista: ¿Críédito a su medida? ¿En quíé medida podemos ayudarle? En montar un negocio, le digo al director de la sucursal del Santander. "Nos gustarí­a tener una máquina de hacer billetes. Pero cada vez hay menos dinero y más gente que quiere montar un negocio", me dice con amabilidad para no herir la sensibilidad de alguien que supera los 40 años, vive con sus padres y no tiene propiedad alguna. De haber príéstamo, a unos cinco años, el tipo serí­a del 7 por ciento. "¿Hipotecarí­a usted a sus padres?" Ahí­ me toca la fibra más sensible y huyo al BBVA, justo cuando el director huí­a a tomar un cafíé.

Sin quitarse la chaqueta, sin cerrar la puerta del despacho, dispara balas en forma de preguntas. "¿Tiene dinero?". Si lo tuviera, le digo, no estarí­a aquí­. "¿Tiene trabajo?". Si lo tuviera, le vuelvo a decir, no estarí­a aquí­. Le indico que puedo conseguir unos 10.000 euros, pero es poco. ¿Y si me avalan mis padres y su pensión de mil euros?

Demasiado poco me responde ya en pie mientras me dice que los intereses son euribor más 5 o un fijo del 7 por ciento. "Hable usted con ICO. O con la Comunidad de Madrid. O con el Ministerio deTrabajo", dice con prisa. Lo entiendo, a íél se le enfrí­a el cafíé y a mí­... a mí­ se me congelan los sueños. Sobre todo cuando veo -¡será mala suerte la mí­a!-, que entre sus muchas publicidades regalan una depiladora láser gratis a cambio de la apertura de una cuenta.

Tampoco en la BBK hay mejor fortuna, aunque sí­ más cariño por parte de una directora a la que sin duda doy lástima. Aquí­ añado a mi triste currí­culo un piso en propiedad, hipotecado, pero mí­o. Me siento más rica, pero no consigo nada porque no he pagado ni el 20% del príéstamo. De todas las formas, me informa de que el príéstamo es a un interíés del 8 al 10%. "Y somos baratos, hay entidades que tienen hasta el 15%".

Sólo en Banesto la señorita que me atiende se molesta en hacerme las cuentas, mira con detalle las condiciones de la franquicia elegida y calcula que me sale a pagar 897 euros al mes por una hipoteca de siete años al euribor más el 4%. Las cuentas, sin duda, no salen. No puedo olvidar que, además del príéstamo, tendríé que pagar alquiler, royalties, el sueldo de al menos una empleada y los seguros.

Sin casa y sin negocio, hemos descubierto que España tiene sed de críédito y los bancos, hoy por hoy, no están dispuestos a dar. No lo dicen los analistas ni los polí­ticos ni los economistas, lo afirman esos miles de españoles que sueñan con una casa o que se ven obligados a montar un negocio para salir adelante; lo dice elEconomista, que se ha desnudado ante esos desconocidos que manejan el dinero para saber que, como dicen en la calle, el grifo sigue cerrado