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Autor Tema: Druidas y Druidesas  (Leído 632 veces)

Scientia

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Druidas y Druidesas
« en: Noviembre 15, 2011, 07:15:48 pm »
http://www.viajesavalonsagrado.com/es/avalon_sagrado/druidesas/index.htm


   
a íépoca celta duro muchí­simo mas tiempo del que la historia escrita pueda registrar.
Sus orí­genes empiezan cuando finaliza la Atlántida. El mundo celta es el reino de la Diosa, la íépoca de mayor esplendor del matriarcado pues mucho antes que los Druidas, existieron las Druidesas.
   
Al ser tan extensa esta etapa de la humanidad, podemos afirmar con toda seguridad que todas las mujeres que hoy en dí­a, en la Era de la Luz, transitamos el camino espiritual, fuimos celtas.

El legado de la Atlántida se extendió a varios continentes y en Europa marca 3 núcleos principales: las costas de Gran Bretaña, Normandia y Galicia.

En lo que ahora llamamos Inglaterra, con el tiempo, se establece el Sacerdocio Celta en sus dos vertientes; la femenina y la masculina o lo que es lo mismo, los Druidas (Sacerdotes Celtas) y las Druidesas ( Sacerdotisas Celtas).

Tanto los Druidas como las Druidesas, sabí­an que trasmitir el legado del Poder espiritual profanado y tecnificado en la Atlántida, tenia que ser purificado y transmitido según las leyes de la naturaleza en comunión y respeto total por la misma y es por este principal motivo por el que sus templos más sagrados eran los bosques, los árboles, las cuevas naturales…

La historia nos cuenta entre mitos, leyendas y realidades, hechos acontecidos desde el siglo 400 antes de Cristo, sin embargo, para esa fecha, el matriarcado habí­a perdido ya gran parte de su poder y el legado de historiadores griegos y romanos es totalmente patriarcal. Despuíés todo se empeoró todaví­a más con la llegada del dominio católico.

Mientras la sociedad celta fue matriarcal, se vivió una etapa de paz ya que los pueblos celtas viví­an según las femeninas reglas que marca la femenina y poderosa naturaleza: sus ciclos eran celebrados en cada estación y las personas llevaban una vida sencilla de celebración de la vida de acuerdo a los rituales de nacimientos, muerte, siembras, cosechas, cambios de estaciones, enlaces, etc.,.

El pueblo celta sabia que no se podí­a vivir solo de forma material sino que cada persona tenia que dedicar parte de su vida y parte de su dí­a a la búsqueda interior a travíés del respeto hacia la madre naturaleza.
Los celtas sabí­an que la vida material no podí­a separase de la vida espiritual y cada hombre y mujer aprendí­an desde pequeños a vivir en armoní­a con la Naturaleza.


Según las cualidades o dones de cada persona se vinculaba mas con uno de los 5 Elementos y de esta manera cada quien se “especializaba” en la sabidurí­a de dicho elemento y sus dones y cualidades. Cada persona interactuaba con las cualidades del elemento de la naturaleza por quien y con quien sentí­a mas afinidad y en este sentido estaban los poderes del Agua, del Fuego, del Aire, de la Tierra y del í‰ter.
La enseñanza de los antepasados se transmití­a de viva voz y su escritura era muy natural y creativa; se utilizaba el alfabeto Oghamico donde cada letra era representada por la hoja de un árbol que se iban juntando para formar palabras, frases y así­ escribí­an sus poesí­as los Bardos (hombre sabio celta que dedicaba su vida al arte del canto, la música y la recitación). Este hecho sigue vigente aun en nuestros dí­as pues todaví­a llamamos hojas a las paginas de los libros que leemos.

   
Las mujeres, desde niñas, eran conscientes de su poder y vinculo con las siembras, cosechas, el agua, el aire, el fuego, las aves y demás animales, su libertad sexual para sentir amor y placer, formar una familia o no y tener hijos sin necesidad de casarse.
Se creí­a que los hijos vení­an porque la Diosa así­ lo decidí­a dentro de cada mujer y los engendraba estando en la tierra, en el agua o bajo las estrellas. No habí­an tabúes ni prejuicios y cuando un hombre amaba a una mujer la aceptaba a ella y a sus hijos a los cuales cuidaba y querí­a como

propios. Este hecho era muy natural y se le llamaba Covada, es decir, amar y cuidar a las criaturas de la mujer amada. Los hijos seguí­an una lí­nea matrilineal y se creí­a que la mujer era preñada por la naturaleza esplendorosa.
Los celtas siempre supieron que las mujeres eran las herederas e intermediarias de las Entidades de Luz y de la Energí­a Espiritual tanto del cielo como de la Tierra, pues la vida y este planeta son femeninos. Era natural que las mujeres supieran leer el destino en las conchas, en las raí­ces de algunos árboles, en el agua, en los cristales y piedras. Era natural a su naturaleza, que se comunicaran con los Elementales del Fuego, de la Tierra, del Aire y del Agua. Y cuando alguna de ellas se reconocí­a tocada por la Luz de la Diosa, dedicaba su vida al sacerdocio sagrado de la Diosa.


El lugar telúrico más poderoso para las mujeres Druidesas era Avalon y dedicaban su vida a honrar los ciclos de las estaciones, las cosechas, el ganado, los nacimientos, las muertes, las celebraciones…y aunque esta era una sociedad pacifica, reconocí­an que la fuerza y energí­a masculina aunque necesaria y complementaria, era diferente y que los hombres que querí­an servir a la diosa, tení­an que aprender cosas diferentes.

El punto telúrico más poderoso para los Druidas, era Anglesey en Gales, Iona en Escocia y Oxford en Inglaterra.


   
Los Druidas eran los instructores de los nobles y del pueblo, eran magos y sabios, eran valientes y feroces guerreros que sabí­an defender su tierra. La sociedad celta era una sociedad pacifica porque sostení­an el principio de vive y deja vivir y eran conscientes de que la verdad estaba repartida en cada persona y que podí­a cambiar en cada cultura puesto que nadie puede poseer la verdad absoluta. Amaban y respetaban a la naturaleza, a los niños, a los ancianos, a los artistas, sabí­an escuchar y sabí­an celebrar la vida.
Sus templos, sus santuarios y sus celebraciones eran llevadas a cabo en la misma naturaleza y algunos de sus rituales fueron copiados incluso por la iglesia católica como el ritual de celebrar la misa de los domingos sobre un altar bendiciendo el pan y el vino dando la común unión para celebrar en comunidad, la paz, la fraternidad, las buenas relaciones y la prosperidad.

Tanto los romanos como las iglesia católica, totalmente patriarcal, se encargaron de eclipsar el poder de la diosa y con ella el de las mujeres; la Sacerdotisa, Maga, Mujer Sabia y versada en yerbas y oráculos paso a ser una bruja digna de cualquier hoguera.
El resultado de este oscurecimiento del poder femenino todaví­a se sigue viendo y sintiendo a nuestro alrededor en nuestras propias vidas.
Evidentemente, al ser destruido todo registro o recuerdo del matriarcado, apenas se sabe nada sobre las Druidesas ya que tanto para el imperio romano como para la iglesia católica, la familia patriarcal era el núcleo polí­tico básico de la sociedad-estado donde el hombre era el cabeza de familia y la mujer su servidora fiel cuyo cometido principal era darle hijos al esposo y al estado y así­ aumentar tanto el imperio como los feligreses de los dos poderes que casi han destruido esta sociedad, esta realidad y este mundo.

Pero lo femenino no murió ni pudo ser destruido; solo paso a un segundo plano para de nuevo sacar su Luz en estos tiempos finales en la Era de la Luz.
Los Druidas sabí­an que esto podí­a suceder como posibilidad de destino y sabí­an tambiíén que el poder de la Diosa resurgirí­a.

Nunca hubo rivalidad entre Druidas y Druidesas: los Druidas viví­an mas hacia el exterior, masculino, material…las Druidesas viví­an mas hacia el interior, hacia los mundos paralelos y la mayorí­a de ellas pasaron la lí­nea del tiempo lineal de la tercera dimensión para ubicarse en la cuarta dimensión de conciencia desde donde siguen instruyíéndonos a cada una de nosotras, Mujeres de Poder, Sanadoras de este planeta, Sembradoras de semillas crí­sticas-madres-soles, las que Brillamos, las Guardianas del Grial.