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Autor Tema: Poder y guerra; comercio y riqueza...  (Leído 172 veces)

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Poder y guerra; comercio y riqueza...
« en: Noviembre 16, 2011, 09:20:05 am »
Por...   Armando Ribas

Tengo la impresión de que la situación actual del mundo, no obstante sus diferencias sustanciales con la historia, se continúa analizando de conformidad con los mismos parámetros que se hiciera en la antigí¼edad. Así­ se habla de la supuesta declinación de los Estados Unidos frente al surgimiento de La China, en función del riesgo que ello implicarí­a ante el supuesto enfrentamiento bíélico de Occidente y Oriente. Al mismo tiempo considero que se continúa ignorando la verdadera razón de ser de la creación de riqueza que surgiera por primera vez en la historia hace tan solo unos 200 años. Consecuentemente se habla de la guerra de las monedas, no en el sentido que tuviera cuando durante la depresión del treinta se comenzara el proceso de devaluaciones competitivas, como si el hecho de que surjan el Yuan y el Euro significara una derrota per se para el dólar.

En relación con esas ambigí¼edades Paul Kennedy en un artí­culo reciente se pregunta: “¿Hemos llegado a una nueva era?”. En el mismo, desde mi punto de vista cae en el mismo error que señalara anteriormente. Es decir pretende evaluar la situación presente de conformidad con los parámetros que la precedieron. Así­ en primer tíérmino se refiere a la “Revolución Industrial” como un fenómeno tecnológico, e ignora los factores filosóficos-polí­ticos que permitieron que tuviera lugar en el paí­s que en su momento era uno de los más pobres de Europa.

Asimismo manifiesta la eclosión del dólar como moneda única de reserva. Me pregunto ¿Quíé importancia tiene para Estados Unidos ese hecho en tíérminos de su equilibrio macroeconómico? Si existen más dólares como reserva en el resto del mundo, es precisamente como consecuencia de un balance de pagos negativo de Estados Unidos. Ya fuere por un balance comercial negativo o una mayor inversión americana en el extranjero. Por tanto el criterio de que la existencia de otras monedas de reserva significa una declinación de Estados Unidos es otra falacia de composición. Llegar a esa conclusión implica aceptar el criterio de Lení­n en “Imperialismo Etapa Superior del Capitalismo”.

Tal criterio contrasta con la historia. Así­ debemos recordar que al terminar la Segunda Guerra Mundial Estados Unidos se encargó de la recuperación de las economí­as de los paí­ses vencidos Alemania y Japón. Pareciera que Rousseu está presente en el anterior análisis que predicara la conveniencia de la autarquí­a para evitar la dependencia. La realidad es muy diferente y fue claramente expresada por David Hume cuando escribió: “Yo me aventuro a decir que el incremento de la riqueza y el comercio en cualquier nación en lugar de perjudicar, comúnmente promueve la riqueza y el comercio de todos sus vecinos; y el estado puede escasamente llevar muy lejos su comercio e industria donde todos los estados que le rodean están sumidos en la ignorancia, la indolencia y la barbarie”.

Igualmente en su aseveración respecto a quien iba a imaginar que la crisis del treinta desembocarí­a en la guerra y el holocausto, implica el desconocimiento de la naturaleza misma de la democracia. Es decir el principio de que las mayorí­as no tienen el derecho de violar los derechos de las minorí­as, y que en reconocimiento de la falibilidad del hombre determinara la necesidad de limitar el poder polí­tico. Y esa confusión en mayor o menor medida sigue vigente en la Unión Europea y más aun en nuestro continente.

No fue otro que Francois Revel quien en su libro “La Obsesión Antiamericana” reconociera el carácter totalitario de la filosofí­a polí­tica de Europa Continental y al respecto escribió: “Fueron los europeos que yo sepa los que hicieron del siglo XX el más negro de la historia…en las esferas polí­tica y moral se entiende. Ellos fueron los que provocaron los dos cataclismos de una amplitud sin precedentes, que fueron las dos guerras mundiales; ellos fueron los que inventaron y realizaron los dos regí­menes más criminales jamás infligidos a la especie humana”.

Otro aspecto al que se refiere Kennedy es la parálisis del proyecto europeo de Shuman y Monnet. Aquí­ no puedo menos que estar de acuerdo, pero el hecho determinante del fracaso es precisamente que se violó el sistema que habrí­a de llevar a cabo el mismo. Paulatinamente Europa en mayor o menor medida se adentró en el socialismo, inclusive violando las normas de Mastrich que se refieren a los lí­mites de los díéficit fiscales y la deuda pública. Hoy no obstante se pretende culpar al sistema financiero por la crisis que fuera causada precisamente por la irresponsabilidad de los gobiernos de gastar lo que no se puede pagar. Vale la pena señalar entonces que si bien el totalitarismo ha desaparecido de Europa con la caí­da del Muro de Berlí­n, y hoy se empeñan en defender los derechos humanos, ignoran que el socialismo viola paladinamente los derechos individuales de propiedad y a la búsqueda de la propia felicidad. Insisto entonces en que el socialismo es un proyecto contra natura que ignora que cuando las necesidades crean derechos, se violan los derechos de los que crean la riqueza que satisface las necesidades.

Por último pero no menos importante es la preocupación de Kennedy por el armamentismo asiático, que según su información participa no solo China sino que incluye a la India, Japón, Korea del Sur y aun Australia. Igualmente esta preocupación ignora la atinada observación de Alberdi de hace más de cien años cuando escribió: “Pero indudablemente las guerras serán cada vez más raras a medida que la responsabilidad de sus efectos se hagan sentir en todos los que la provocasen y las susciten.” En ese sentido vale recordar que Juan Pablo I reconoció que las armas nucleares son disuasivas y no bíélicas. Su existencia determinó que la “Guerra Frí­a” no pasara a caliente.

Continuar analizando el mundo en los tíérminos que la guerra era el objetivo y el comercio despreciable, es ignorar la realidad del mundo en que vivimos. En esa visión nos encontramos cuando se pretende analizar el crecimiento económico de China como un intento de dominación del mundo, y se ignora que las razones por las que crece son precisamente las contrarias a las que determinaron la crisis europea. De esa ignorancia participa el presidente Obama, que según uno de sus últimos discursos desconocí­a que la China disponí­a de armas nucleares desde la íépoca de Mao Tse Tung, y no intentó invadir Taiwán.

Muy diferente es la situación del terrorismo mediante el cual se cumple la observación de Alberdi de matar y morir por procuración (SIC). Ese terrorismo responde a dos vertientes del fanatismo. El fanatismo religioso musulmán y el fanatismo racional occidental y cristiano. Todaví­a hoy se pretende ignorar la naturaleza de la guerra subversiva latinoamericana. En fin espero que salgamos de esta confusión irreverente para superar la crisis europea por una parte y evitar la contí­nua pretensión en Amíérica Latina de la tiraní­a de la mayorí­a en nombre de la democracia. Para ello se requiere que la globalización no solo globalice la información sino que incluya la formación ideológica, íética y polí­tica que cambió el curso de la historia bajo el Rule of Law.


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