La tensión y la desesperación de muchos inversores se masca en el ambiente. Mientras a este lado del Atlántico, la quiebra de MF Global ha provocado una completa interrupción en el mercado de futuros y opciones, con Barnhardt Capital Management cesando sus operaciones y Jefferies marcando un nuevo mínimo anual, el contagio europeo sigue viento en popa. En un editorial firmado por Dean Baker, director del Centro de Investigación Política y Financiera, con sede en Washington, este experto señala que realmente, "podríamos estar viviendo los últimos días del euro".
De hecho, Baker centra su artículo en las consecuencias que el colapso de la Eurozona podría traer no sólo para la UE sino para el resto de la economía mundial, que se sumiría en una recesión global que duraría al menos 10 años.
"Es probable que haya una ola de quiebras bancarias y que los bancos se vean obligados a descontar gran parte de la deuda que tienen en Italia, Irlanda y otros países muy endeudados. Esto llevaría a una situación similar a la vivida con Lehman Brothers, en la que el sector financiero se paraliza. Los bancos dejan de prestarse unos a otros e incluso las empresas sanas tendrán dificultades para obtener críédito", asegura el director del Centre for Economic and Policy Research.
En este sentido añade que dicha situación hundirán a la UE en una profunda recesión que arrastrará a otros países como EEUU. "Lo absurdo de esta historia es que este colapso podría evitarse fácilmente", asegura Baker. La receta es simple. El BCE debe estar dispuesto a respaldar la deuda de Italia y la mayoría de los países perifíéricos, despuíés de someter la deuda griega a una quita considerable. Tambiíén debe tener una política expansiva que permita una inflación algo más elevada en Alemania y ayude a los países perifíéricos a recuperar la competitividad.
"El BCE no se da cuenta"
Sin embargo, Baker critica que mientras esta lógica es básica para cualquier economista, "el BCE parece no darse cuenta de ello". "El camino elegido por el BCE, junto con sus socios del Fondo Monetario Internacional (FMI) y la Unión Europea, es exigir que los países fuertemente reduzcan sus díéficit. Esto conduce a una mayor caída de la demanda, lo que provoca un mayor desempleo", asegura.
Según su punto de vista, lo más absurdo de la agenda del BCE es la idea de ampliar el fondo de rescate con fondos de China, Brasil, India y Rusia. "Esto es verdaderamente sorprendente ya que el ingreso per cápita de todos estos países está muy por debajo de la media del BCE", apunta. Aún así, en el caso de que esto países acaben por prestar fondos al BCE, las condiciones deberían ser caninas.
En primer lugar, deberían exigir al BCE que se ponga de acuerdo para garantizar la deuda de los gobiernos de la Eurozona despuíés de arreglar las amortizaciones necesarias para Grecia y otros países que tienen dificultades para cumplir sus obligaciones de deuda, incluso si han pagado las tasas de interíés muy bajos. Estos países tambiíén deberían exigir al BCE un objetivo en la tasa de inflación algo más alto, en el rango del tres o el cuatro por ciento. "Esto facilitaría el proceso de ajuste para los países perifíéricos", explica Baker. 
 

El experto termina su artículo con un claro ataque contra el BCE al que acusa de "haberse adherido a una ideología que va a destruir el euro y someter a la economía mundial a una recesión aún más severa que la de 2008", escribe.